Una comunidad cristiana que no vive para servir, no sirve para vivir.
CUARTO
DOMINGO DE CUARESMA
Primera Lectura: 1 Samuel 16,1-13
El
texto en su contexto:
El párrafo del profeta
Samuel, que narra la unción real de David presenta aspectos que nos sugieren
una construcción literaria, más que un hecho histórico; teniendo similitudes
con los anales de Anatolia (siglo XIII – XIV aC) respecto a la proclamación
real de Telepino y con la apología de Hattusilis.
(16,1): La unción con aceite, era una práctica común en algunas partes del Antiguo Cercano Oriente. Los egipcios los heteos creían que la unción protegía a la persona del poder de las divinidades inferiores o malignas. Sin embargo, no hay evidencia de que en Mesopotamia se ungiera a los reyes. Por ejemplo, en Egipto no se ungía a los faraones pero sí, estos ungían a sus oficiales, estableciendo una relación de subordinación. En los textos de Amarna hay una referencia a un rey de Nuhasse que fue ungido por el faraón, en una relación de vasallaje. Este episodio, se ajusta al relato de Samuel, en el cual David se convierte en vasallo de YHWH.
(16,5): El texto nos sitúa
en una etapa anterior a la construcción del Templo de Jerusalén. En efecto,
antes de su construcción, se ofrecían sacrificios en los santuarios locales y
eran muy numerosos. Es por ello, que se sitúa al profeta Samuel en la ciudad de
Belén (16,4).
(16,7): La creencia de que
la Divinidad investiga el corazón humano no es monopolio del judaísmo; en
efecto, en un lamento sumerio se narra que la diosa luna investiga las entrañas
y el corazón de quien suplica; también, en un texto neobabilónico se cuenta que
el dios de la justicia (Samas) ve el corazón de los humanos (cf salmo 138).
(16,10-11): El octavo hijo
más joven convertido en héroe está presente, además de en este texto del
profeta Samuel, en la epopeya sumeria Lugalbanda en Khurrumkhurra (mediados del
tercer milenio aC).
El
texto en nuestro contexto:
El escritor sagrado pone en
boca de YHWH una sentencia contundente hasta nuestros días: “No
te fijes en su apariencia ni en su elevada estatura, pues yo lo he rechazado.
No se trata de lo que el hombre ve; pues el hombre se fija en las apariencias,
pero yo me fijo en el corazón” (versículo 7).
Parecería que los seres humanos no utilizamos los
mismos parámetros que Dios a la hora de estar frente a otra persona.
Juan 9,1-41
El texto en su contexto:
(9,1): Las personas ciegas,
en tiempos de Jesús, sobrevivían de la limosna que otras personas les daban;
por eso se ubicaban cerca del Templo, pues pasaba mucha gente a cumplir con los
rituales sagrados y también grandes caravanas de peregrinos.
(9,2): Las autoridades
religiosas, creían y enseñaban, que las enfermedades y el sufrimiento eran
consecuencia del pecado propio (Deuteronomio 24,16; Ezequiel 18,2-20) o de sus
antecesores (Éxodo 20,5-6; 34,6-7; Números 14,18; Deuteronomio 5,9-10; Jeremías
32,18), como una suerte de responsabilidad colectiva del bien y del mal
realizados. Jesús afirma, que en esta situación se va a revelar el poder de
Dios que salva.
(9,6): Fuera del judaísmo
religioso, es decir en medios paganos, la saliva se usaba en algunas ocasiones
para sanar, por lo tanto, para la audiencia que estaba presente, se trataba de
un medio curativo. Pero también, salivar era considerado vulgar y grosero.
(9,7): El estanque de Siloé
se encontraba ubicado en el extremo sur de Jerusalén. No es claro que
signifique “enviado”; sin embargo, los maestros griegos así como los judíos,
desde Filón hasta los rabinos, presentaban argumentos basados en juegos de
palabras para fundamentar ese nombre. Este estanque, era utilizado para el
bautismo de los paganos conversos al judaísmo; probablemente, ése era el último
día de la fiesta de los Tabernáculos (7,2.37) en que se utilizaba el agua
sagrada de Siloé. Si bien es cierto que Jesús utiliza el agua ritual para
completar el ritual de sanación, ésta actúa no por sí, sino porque el hombre
ciego fue “enviado”.
(9,8-12): Hasta el momento
no se conocía que se sanara un ciego de nacimiento; por lo que el
acontecimiento nos remite a una intervención divina.
(9,13): Los ancianos
actuaban como jueces en sus comunidades locales antes del año 70 dC pero los
maestros de la Ley comenzaron a asumir ese papel después de la destrucción del
Templo y la ciudad Santa; el Evangelio de Juan escrito hacia el año 90 nos
sitúa en el lenguaje y las costumbres de su tiempo.
(9,14-16): Esta respuesta es
estrictamente y típicamente farisea (5,9-12; cf Marcos 2,23-3,6); amasar (no
importa si harina o barro) era una de las treinta y nueve clases de trabajo prohibidos
el día sábado.
(9,18-21): Después de los
trece años, un adolescente judío era responsable por el cumplimiento de los mandamientos,
sin embargo, llamaron a testificar a su padre y su madre, tal vez para
verificar la ceguera de nacimiento.
(9,22-23): Las normas
fariseas eran muy estrictas para que se realizara un interrogatorio, según este
texto no se estaban cumpliendo los procedimientos estipulados, violando las
enseñanzas éticas de los fariseos. La expulsión de la sinagoga, traía
consecuencias religiosas y sociales, sin embargo, en tiempos de Jesús era muy
rara la aplicación de esta pena, por lo tanto, da cuenta de la gravedad de la
situación.
(9,24-34): La audiencia
destinataria de este Evangelio, había experimentado la expulsión de la sinagoga
(16,2 cf 12,24.43); la fidelidad de este hombre a la experiencia del encuentro
con Jesús, en contraste con la de aquél otro (5,14-16) alentaría a la comunidad
joánica a mantenerse fieles. La respuesta del ciego que fue sanado refleja la
piedad de los justos, los anawin, los pobres de YHWH (Salmos 34,15; 66,18;
Proverbios 15,8.29; 21,27; 28,9).
(9,32-33): La mayor premisa
del hombre ciego que había sanado era que Dios oye al piadoso y rechaza al
impío. La premisa menor era que Jesús había realizado un hecho que no se podía
explicar, por lo tanto, un milagro; por lo tanto, la conclusión que se podía
sacar de esta situación, es que Jesús era un hombre bueno, justo, de Dios. Esta
práctica de demostración utilizada en la antigüedad se llama silogismo. Esta afirmación
lo llevó a quedar fuera de la participación social y cúltica (versículo 34).
(9,35-41): El texto concluye
con una vieja contraposición, utilizada por los profetas, sobre ceguera física
y ceguera espiritual (Isaías 42,16-19; Jeremías 5,21). La enseñanza que nos
deja este texto del Evangelio de Juan es que, un hombre considerado pecador es
dignificado por Dios mientras que las autoridades religiosas, quedan
prisioneras de sus limitaciones y de su autosuficiencia.
El
texto en nuestro contexto:
Coincidente con la lectura
del profeta Samuel, las Escrituras nos sugieren que Dios se fija y elige, a
aquellas personas que la sociedad, la cultura y la religión rechazan.
Diversidad Cristiana,
estamos finalizando el tiempo de cuaresma, un tiempo para revisar nuestros
actos preparándonos a la Pascua. Es tiempo de preguntarte:
¿Aceptas a todas las
personas por igual?. Si la respuesta es sí, no estás lejos del Reino de Dios
(Marcos 12,34). Si la respuesta es no, puedes quedar fuera del Reino de Dios
(Mateo 3,10).
¿Subestimas a algunas
personas? Si la respuesta es no, no estás lejos del Reino de Dios (Marcos
12,34). Si la respuesta es sí, puedes quedar fuera del Reino de Dios (Mateo
3,10).
¿Practicas la solidaridad
con todas las personas sin excepción? Si la respuesta es sí, no estás lejos del
Reino de Dios (Marcos 12,34). Si la respuesta es no, puedes quedar fuera del
Reino de Dios (Mateo 3,10).
Diversidad Cristiana, ten en
cuenta que si una comunidad cristiana no vive para servir, no sirve para vivir
(Mateo 5,13-16).
Buena semana para todos y todas.
+Julio, obispo de Iglesia Antigua de Uruguay - Diversidad Cristiana.
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