“Busquen el Reino y la justicia de Dios y lo demás vendrá por añadidura” (Mateo 6,24-34)
8º Domingo del tiempo de la Iglesia
Estamos ante un texto que no
es elaboración teológica del evangelista, sino que son, seguramente palabras
dichas por el propio Jesús, ya que los evangelios fueron escritos en griego y
estos párrafos conservan conceptos arameos muy arraigados. El biblista Joaquim
Jeremías y otros exégetas de renombre, afirman que cuando en los Evangelios que
fueron redactados en griego, se conservan conceptos o términos arameos, es por
respeto al mismo Maestro que pronunció esas palabras. No puedo menos que
conmoverme hasta lo más íntimo, sabiendo que el mismo Señor pronunció estas
palabras.
1. El texto en su contexto:
En tiempos de Jesús,
difícilmente dos señores, dueños de esclavos, los compartían, y si esto
sucedía, resultaba que la lealtad estaba dividida y el esclavo se inclinaba más
a uno que otro, dependiendo de las situaciones. Distintas versiones bíblicas
presentan el término “riquezas”, sin embargo, una traducción literal sería
“Mammón”, un término arameo que significa: propiedad, dinero, bienes materiales
o beneficios (versículo 24).
Mammón es un término que no
aparece en el Antiguo Testamento y en el Nuevo Testamento Jesús la pronuncia en
el marco del gran sermón, del monte en Mateo 6,24 o del llano en Lucas
16,9.11.13). En aquella época se empleaba generalmente para referirse a un espíritu
malo o dios que personificaba las riquezas.
Jesús enfrenta dos
realidades, el servicio a Dios y la idolatría, como forma de acumulación
personal, egoísta y avara de los bienes o riquezas (Colosenses 3,5).
Los dos ejemplos propuestos
por Jesús, respecto a las aves y las flores del campo (versículos 25 – 32)
refuerzan la importancia de no preocuparse por las posesiones, algo totalmente
contrario a lo que vivimos en nuestros días; algo totalmente contrario a lo que
aspiramos en nuestra sociedad.
Jesús transmite la confianza
en un Dios que es providente, generoso, amante y cuidador de su pueblo
(versículo 31-33); e invita a trabajar en la construcción de ese otro mundo
posible al que llamó Reino, donde las personas gozan de dignidad y derechos
(versículo 34). Una Justicia de Dios que a diferencia de la justicia humana, es
parcial (Deuteronomio 10,18; Oseas 10,12; Isaías 30,18), tomando partido por
las personas oprimidas, excluidas y discriminadas (Job 29,12-17; Salmo 145
[146] 7-9; Malaquías 3,5).
Según la Biblia, oprimir o
explotar significa utilizar el poder en beneficio propio, limitando o privando
a otras personas de sus derechos básicos (Marcos 12,40); en cambio hacer
justicia significa corregir ese abuso, satisfaciendo las necesidades de esas
personas que son victimizadas (Isaías 1,7).
En la concepción bíblica, la
justicia presuponía que las personas vivieran en comunidad. Cuando alguien se
empobrecía o se limitaban sus derechos o dignidad, en relación al resto de la
comunidad, tenían que ser fortalecidas para poder mantenerse como parte del
grupo, viviendo como miembros del mismo pueblo (Levítico 25,35-36). Es decir
que la justicia, de acuerdo a la concepción bíblica, restaura e integra a la
persona a su comunidad, es inclusiva y liberadora (Salmo 76 [77] 9; Isaías
45,8; 58,11; 62,1-2).
2. El texto en nuestro contexto:
Las discípulas y los
discípulos de Jesús en el siglo XXI recibimos la invitación de Jesús a dejar
nuestras preocupaciones por las seguridades, el confort, el consumismo que
están relacionados a nuestro porvenir, y arriesgarnos por lo que es verdadero y
valedero: la justicia para todas las personas.
La construcción de otro
mundo posible, otro cristianismo posible, otra iglesia posible, otra familia
posible, solo puede darse si postergamos intereses personales para servir a la
construcción del Reino, aquí y ahora,
El discipulado no admite
mediocridad. Exige radicalidad. ¿Quiénes están dispuestos o dispuestas, a
dejarlo todo por continuar la obra de Jesús? No es suficiente ser un buen
cristiano, no alcanza con dar limosna, no sirve ir a las celebraciones
religiosas, no tiene sentido la oración personal o comunitaria, si todo esto,
no está asociado directamente a la acción radicalmente, revolucionariamente y escandalosamente
transformadora de las estructuras injustas en espacios inclusivos y
liberadores, solidarios y participativos.
Buena semana para todas y
todos.
+ Julio, obispo de la Iglesia Antigua de Uruguay - Diversidad Cristiana.
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