A Dios rogando y con el mazo dando - Lucas 16,19-31
1. El texto en su contexto:
Esta parábola es propia de
Lucas ya que no se encuentra en el resto de los Evangelios, es la historia de
dos hombres.
Uno rico, que se vestía con
ropa teñida de morado que vestían los reyes y los poderosos, y ofrecía
banquetes a diario (versículo 1), denominado “epulón” que se traduce por
“banqueteador”. Otro pobre, llamado Lázaro, un nombre de raíz hebrea que
significa “Dios ayuda” (el ´azar),
que estaba llano de llagas y cuya aspiración era saciar su hambre con la comida
que caía de la mesa del hombre rico, pero nadie le hacía entrar ni le alcanzaba
lo que caía al piso, para colmos, unos perros lamían sus llagas. Los perros
eran considerados animales despreciables e impuros en la cultura judía (Salmo
22,16-21; Proverbios 26,11; Mateo 7,6), por lo tanto, Lázaro, además de mendigo
era impuro, doble causa de exclusión (versículos 20-21).
La parábola cuenta que ambos
hombres mueren. El pobre Lázaro es conducido por los ángeles, esto no es común
en la literatura judía y hace referencia al gran honor de la persona (Judas 9),
hasta el seno de Abraham (1Reyes1,21; 2,10; 11,21). Esta expresión, significa
en la cultura judía, que tiene un lugar de preferencia en el banquete (Juan
13,23) ya que en las comidas solemnes, los comensales se recostaban en divanes,
apoyados sobre su tronco, estar a su lado o en su seno, significaba que estaban
juntas, permitiéndoles conversar. Por lo tanto, nos cuenta la historia, que
Lázaro, marginado e impuro se encontraba junto a Abraham, el padre de la fe
judía, el fundador del pueblo. Mientras tanto, el rico epulón (= banqueteador)
fue enterrado (versículo 22), encontrándose en el Hades, según el Nuevo
Testamento que reemplazó al concepto del Seol del Antiguo Testamento, el lugar
donde los muertos esperaban el juicio, según la cultura judía. La parábola
continúa contando, que el hombre rico vio a lo lejos al hombre pobre, llamado
Lázaro, junto a Abraham (versículo 23).
Entonces se produce el
diálogo entre el hombre rico y Abraham (versículos 24 – 31). Un diálogo
caracterizado por la súplica del hombre rico y las categóricas respuestas de
Abraham: Lázaro no puede aliviar tu sed (versículos 25-26), tu familia ya tiene
las Escrituras para obedecer (versículos 27-29), en las Escrituras encontrarán
lo necesario para la salvación y no necesitan prodigios (versículos 30-31).
La enseñanza que pretende
transmitir el evangelista a su audiencia, es que, cualquier persona que esté
dispuesta a leer y entender las Escrituras, tiene más que suficiente
información para que vea su pecado y la manera de buscar la salvación.
2. El texto en nuestro contexto:
Contrario a lo que afirman
algunas Iglesias y algunos predicadores, la parábola no enseña la “resignación
cristiana”, tampoco el premio a las personas buenas y el castigo a las personas
malas en otra vida. La parábola del rico epulón y el pobre Lázaro tiene un
mensaje concreto para “los cinco hermanos que sobrevivieron al hombre rico”.
Esos cinco hermanos somos nosotros y nosotras a quienes se nos dieron las
Escrituras para, en diálogo con nuestro contexto, discernir la voluntad de
Dios.
La acumulación de riquezas
genera injusticias, porque los bienes son limitados pero las necesidades
humanas no, entonces, cuando alguien tiene más de lo que necesita para vivir,
no importa si diez pesos más o mil millones más, es porque alguien tiene menos
para llevar una vida digna, plena y abundante como la que Jesús nos enseñó
(Juan 10,10).
Esta acumulación de
riquezas, sino está puesta al servicio de quienes menos tienen es un pecado grave, más para nosotros y nosotras
personas de fe (1Juan 4,19-21).
Frente a tanta injusticia,
producto de la desigualdad y el reparto no equitativo y no solidario de la
riqueza, la Iglesia tiene la misión de levantar su voz profética, en primer
lugar al interior de sus propias comunidades y en segundo lugar en la sociedad
y la cultura, denunciando la violación a los Derechos Humanos y la dignidad
humana de millones de personas, que en todo el mundo se encuentran por debajo
de la línea de la pobreza; millones de personas que sobreviven en condiciones
inhumanas e indignas.
Diversidad Cristiana, como
parte de la Iglesia de Jesucristo, estamos llamados y llamadas a trabajar un
mundo más justo y solidario, aquí y ahora. Poner en la oración comunitaria a
las personas en situación de calle, a las que comen en los contenedores de
basura, a quienes no tienen trabajo y a tantas otras y no hacer acciones
concretas, nos vuelve hipócritas igual que aquellos líderes religiosos a los
que Jesús enfrentó.
Como decía mi abuela “a Dios
rogando y con el mazo dando”
Buena semana para todos y
todas.
+Julio, obispo de Diversidad
Cristiana.
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