Lecturas Espirituales en Tiempo de Adviento - Domingo II
II Domingo de
Adviento
Una voz grita en el
desierto
Eusebio de Cesarea ([1])
Sobre Isaías 40
Una voz grita en el
desierto: «Preparad un camino al Señor, allanad una calzada para nuestro Dios».
El
profeta declara abiertamente que su vaticinio no ha de realizarse en Jerusalén,
sino en el desierto; a saber, que se manifestará la gloria del Señor, y la
salvación de Dios llegará a conocimiento de todos los hombres.
Y todo esto, de
acuerdo con la historia y a la letra, se cumplió precisamente cuando Juan
Bautista predicó el advenimiento salvador de Dios en el desierto del Jordán,
donde la salvación de Dios se dejó ver. Pues Cristo y su gloria se pusieron de
manifiesto para todos cuando, una vez bautizado, se abrieron los cielos y el
Espíritu Santo descendió en forma de paloma y se posó sobre él, mientras se oía
la voz del Padre que daba testimonio de su Hijo: Éste es mi Hijo, el amado; escuchadlo.
Todo esto se decía
porque Dios había de presentarse en el desierto, impracticable e inaccesible
desde siempre. Se trataba, en efecto, de todas las gentes privadas del
conocimiento de Dios, con las que no pudieron entrar en contacto los justos de
Dios y los profetas.
Por este motivo,
aquella voz manda preparar un camino para la Palabra de Dios, así como allanar
sus obstáculos y asperezas, para que cuando venga nuestro Dios pueda caminar
sin dificultad. Preparad un camino al Señor: se trata de la predicación
evangélica y de la nueva consolación, con el deseo de que la salvación de Dios
llegue a conocimiento de todos los hombres.
Súbete a un monte
elevado, heraldo de Sión; alza fuerte la voz, heraldo de Jerusalén. Estas expresiones de
los antiguos profetas encajan muy bien y se refieren con oportunidad a los
evangelistas: ellas anuncian el advenimiento de Dios a los hombres, después de
haberse hablado de la voz que grita en el desierto. Pues a la profecía de Juan Bautista
sigue coherentemente la mención de los evangelistas.
¿Cuál es esta Sión
sino aquella misma que antes se llamaba Jerusalén? Y ella misma era aquel monte
al que la Escritura se refiere cuando dice: El monte Sión donde pusiste tu
morada; y el Apóstol: Os habéis acercado al monte Sión. ¿Acaso de
esta forma se estará aludiendo al coro apostólico, escogido de entre el primitivo
pueblo de la circuncisión? Y esta Sión y Jerusalén es la que recibió la
salvación de Dios, la misma que a su vez se yergue sublime sobre el monte de
Dios, es decir, sobre su Verbo unigénito: a la cual Dios manda que, una vez
ascendida la sublime cumbre, anuncie la palabra de salvación. ¿Y quién es el
que evangeliza sino el coro apostólico? ¿Y qué es evangelizar? Predicar a todos
los hombres, y en primer lugar a las ciudades de Judá, que Cristo ha venido a
la tierra.
[1]
Eusebio de
Cesarea (ca. 275 - 30 de mayo de 339,
probablemente en Cesarea), también conocido como Eusebius
Pamphili"Eusebio,
amigo de Pánfilo". Fue obispo de Cesarea y se le
conoce como el padre de la historia de la Iglesia porque sus escritos están
entre los primeros relatos de la historia del cristianismo primitivo. Su nombre
está unido a una curiosa creencia sobre una supuesta correspondencia entre el
rey de Edesa, Abgaro y Jesucristo. Eusebio había encontrado las cartas, e inclusive
las copió para su Historia Ecclesiae.
La fecha y el lugar
exacto de su nacimiento son inciertos y se sabe poco de su juventud. Conoció al presbítero Doroteo en Antioquía y, probablemente,
recibió de él instrucción exegética.
En 296, estando en Palestina, vio a Constantino I, que visitaba la provincia
conDiocleciano.
Estuvo en Cesarea cuando Agapio era obispo del lugar.
Se hizo amigo de Pánfilo, con quien estudió la Biblia, con la ayuda de la Hexapla de Orígenes y de los comentarios
compilados por Pánfilo, en la tentativa de escribir una versión crítica del Antiguo Testamento.
En el año 307, Pánfilo fue
encarcelado, pero Eusebio continuó el proyecto que con él había comenzado. El
resultado fue una apología de Orígenes,
terminada por Eusebio después de la muerte de Pánfilo, que fue enviada a los mártires en las minas de Faeno, en Egipto. Parece que,
después se retiró hacia Tiro y más tarde hacia Egipto, donde padeció la
persecución por primera vez. La acusación de que obtuvo su libertad
sacrificando a los dioses paganos parece no tener fundamento.
Se vuelve a mencionar
a Eusebio como obispo de Cesarea. Sucedió a Agapio, después de 313, aunque no se sabe la
fecha exacta. Se sabe poco de los primeros tiempos de su obispado. No obstante,
con el inicio de la controversia del arrianismo,
toma súbitamente un lugar destacado. Arrio le pidió protección.
Según una carta que Eusebio escribió a Alejandro de Alejandría, es evidente que
no negó refugió al presbítero exiliado. Cuando el Primer Concilio de Nicea se reunió en el 325, tuvo cierto
protagonismo. No era un líder nato, ni tampoco un pensador profundo, pero como
hombre bastante instruido el autor y famoso Eusebio, cayó en la gracia del
emperador, y acabó por sobresalir entre los más de 300 miembros que se
reunieron en el Concilio. Tomó una posición moderada en la controversia, y
presentó el símbolo (credo) bautismal de Cesarea que acabó por convertirse en
la base del Credo de Nicea. Al final del Concilio, Eusebio suscribió sus
decretos.
La controversia
arriana continuó a pesar de la realización del Concilio y Eusebio se mantuvo
envuelto en la cuestión. Por ejemplo, entró en disputa con Eustaquio de Antioquía,
que se oponía a la creciente aceptación de las teorías de Orígenes, y en
especial porque éste había expuesto una exégesis alegórica de las escrituras,
lo que interpretaba como el origen teológico del arrianismo. Eusebio, como
admirador de Orígenes, fue reprendido por Eustaquio, quien le acusó de alejarse
de la fe de Nicea. Eusebio respondió acusando a Eustaquio de seguir las ideas
del sabelismo. Eustaquio fue
acusado, condenado y depuesto en un sínodo en Antioquía. Gran parte del pueblo
de Antioquía se rebeló en contra de esta decisión eclesiástica, mientras que
los que estaban en contra de Eustaquio proponían que se nombrase a Eusebio como
nuevo obispo. Éste por su parte, rechazó la oferta.
Después que Eustaquio
fue depuesto, sus seguidores se volvieron contra Atanasio de Alejandría, un
oponente mucho más peligroso. En el 334, Atanasio fue intimado
a comparecer frente a un sínodo en Cesarea. Él no compareció. Al año siguiente, se convocó otro
sínodo en Tiro,
presidido por Eusebio. Atanasio, previendo el resultado, se dirigió a Constantinopla,
donde presentó su causa al emperador. Constantino convocó a los obispos
para su corte, entre los cuales estaba Eusebio. Atanasio fue condenado al
exilio a finales del 335. En ese mismo sínodo,
otro oponente fue atacado con éxito. Marcelo de
Ancira hacía mucho que
luchaba contra los eusebianos, protestando contra la rehabilitación de Arrio. Acusado de
sabelianismo, fue depuesto en el 336. Constantino murió al
año siguiente. Eusebio no le sobrevivió mucho tiempo. Murió (probablemente en
Cesarea), en 340,
o más tarde, siendo probable que haya muerto el 30 de mayo de 339.
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