Lecturas Espirituales para el Tiempo de Adviento - Viernes 2
Viernes, II semana de
Adviento
Eva y María
Ireneo[1]
Contra los herejes 5,19,1; 20,2; 21,1
El Señor vino y se
manifestó en una verdadera condición humana que lo sostenía, siendo a su vez
ésta su humanidad sostenida por él, y, mediante la obediencia del árbol de la
cruz, llevó a cabo la expiación de la desobediencia cometida en otro árbol, al
mismo tiempo que liquidaba las consecuencias de aquella seducción con la que
había sido vilmente engañada la virgen Eva, ya destinada a un hombre, gracias a
la verdad que el ángel evangelizó a la Virgen María, prometida también a un hombre.
Pues de la misma
manera que Eva, seducida por las palabras del diablo, se apartó de Dios,
desobedeciendo su mandato, así María fue evangelizada por las palabras del ángel,
para llevar a Dios en su seno, gracias a la obediencia a su palabra. Y si
aquélla se dejó seducir para desobedecer a Dios, ésta se dejó persuadir a
obedecerle con lo que la Virgen María se convirtió en abogada de la virgen Eva.
Así, al recapitular
todas las cosas, Cristo fue constituido cabeza, pues declaró la guerra a
nuestro enemigo, derrotó al que en un principio, por medio de Adán, nos había
hecho prisioneros, y quebrantó su cabeza, como encontramos dicho por Dios a la
serpiente en el Génesis: Establezco hostilidades entre ti y la mujer, entre
tu estirpe y la suya; ella te herirá en la cabeza, cuando tú la hieras en el
talón. Con estas palabras, se proclama de antemano que aquel que había de nacer
de una doncella y ser semejante a Adan habría de quebrantar la cabeza de la
serpiente. Y esta descendencia es aquella misma de la que habla el Apóstol en
su carta a los Gálatas: La ley se añadió hasta que llegara el descendiente
beneficiario de la promesa.
Y lo expresa aún con
más claridad en otro lugar de la misma carta, cuando dice: Pero cuando se
cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer. Pues el
enemigo no hubiese sido derrotado con justicia si su vencedor no hubiese sido
un hombre nacido de mujer. Ya que por una mujer el enemigo había dominado desde
el principio al hombre, poniéndose en contra de él.
Por esta razón el
mismo Señor se confiesa Hijo del hombre, y recapitula en sí mismo a aquel
hombre primordial del que se hizo aquella forma de mujer: para que así como
nuestra raza descendió a la muerte a causa de un hombre vencido, ascendamos del
mismo modo a la vida gracias a un hombre vencedor.
[1]
Ireneo
de Lyon, conocido como San
Ireneo (griego: Εἰρηναῖος) (n. Esmirna Asia
Menor, c. 130 - m. Lyon, c. 202), fue obispo de la
ciudad de Lyon desde 189. Considerado como el más importante adversario
del gnosticismo del siglo
II. Su obra principal es Contra las Herejías.
Nacido
en Esmirna, Anatolia (actual Turquía),
Ireneo fue uno de los discípulos —considerado el mejor de todos— del obispo de Esmirna, Policarpo, discípulo, a su vez, del Apóstol Juan. Policarpo lo envió a las Galias (157). En Lugdunum (actual Lyon), capital de la Galia
Lugdunense, donde se registró una cruel persecución que causó
numerosos mártires entre los cristianos, fue ordenado sacerdote y desde el año 177ejerció allí como presbítero.
Fue enviado al Obispo de Roma Eleuterio, para rogarle
mediante «la más piadosa y ortodoxa de las cartas», en nombre de la unidad y de
la paz de la Iglesia, para que tratase con suavidad a los hermanos montanistas
de Frigia.
Explicó
que al rechazar a los falsos profetas había que acoger el verdadero don deprofecía.
Pese a rechazar los «excesos carismáticos» y apocalípticos del montanismo,
consideró que no se podía prohibir las manifestaciones del Espíritu
Santo dentro de las
iglesias romanas.
Sucedió
a Potino en la sede episcopal de Lyon desde el 189 e intervino ante el obispo romano Víctor (190), para que no separara de la
comunión a los cristianos orientales que celebraban la Pascua el mismo día que los judíos. No se tiene
certeza sobre la fecha de su muerte, pero se estima ocurrió entre el año 202 y
el 207.
El
nombre de San Ireneo está vinculado, sobre todo, a la polémica contra los gnósticos.
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