Lecturas Espirituales en Tiempos de Adviento - 23 de diciembre
23 de diciembre
Manifestación del
misterio escondido
Hipólito
Contra la herejía de
Noeto 9-12
Hay un único Dios,
hermanos, que sólo puede ser conocido a través de las Escrituras santas. Por
ello debemos esforzarnos por penetrar en todas las cosas que nos anuncian las
divinas Escrituras y procurar profundizar en lo que nos enseñan. Debemos
conocer al Padre como e desea ser conocido, debemos glorificar al Hijo como el
Padre desea que lo glorifiquemos, debemos recibir al Espíritu Santo como el
Padre desea dárnoslo. En todo debemos proceder no según nuestro arbitrio ni
según nuestros propios sentimientos ni haciendo violencia a los deseos de Dios,
sino según los caminos que el mismo Señor nos ha dado a conocer en las santas
Escrituras.
Cuando sólo existía
Dios y nada había aún que coexistiera con él, el Señor quiso crear al mundo. Lo
creó por su inteligencia, por su voluntad y por su palabra; y el mundo llegó a
la existencia tal como él lo quiso y cuando el lo quiso. Nos basta, por tanto,
saber que, al principio, nada coexistía con Dios, nada había fuera de él. Pero
Dios, siendo único, era también múltiple. Porque con él estaba su sabiduría, su
razón, su poder y su consejo; todo esto estaba en él, y él era todas estas
cosas. Y, cuando quiso y como quiso, y en el tiempo por él mismo
predeterminado, manifestó al mundo su Palabra, por quien fueron hechas todas
las cosas.
Y como Dios contenía
en sí mismo a la Palabra, aunque ella fuera invisible para el mundo creado,
cuando Dios hizo oír su voz, la Palabra se hizo entonces visible; así, de la
luz que es el Padre salió la luz que es el Hijo, y la imagen del Señor fue como
reproducida en el ser de la creatura; de esta manera el que al principio era
sólo visible para el Padre empezó a ser visible también para el mundo, para que
éste, al contemplarlo, pudiera alcanzar la salvación.
El sentido de todo
esto es que, al entrar en el mundo, la Palabra quiso aparecer como hijo de
Dios; pues, en efecto todas las cosas fueron hechas por el Hijo, pero él es
engendrado únicamente por el Padre. Dios dio la ley y los profetas, impulsando
a éstos a hablar bajo la moción del Espíritu Santo, para que, habiendo recibido
la inspiración del poder del Padre, anunciaran su consejo y su voluntad.
La Palabra, pues, se
hizo visible, como dice san Juan. Y repitió en síntesis todo lo que dijeron los
profetas, de mostrando así que es realmente la Palabra por quien fueron hechas
todas las cosas. Dice: En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra
estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Por medio de la Palabra se hizo
todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. Y más adelante: El
mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y
los suyos no la recibieron.
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