Lecturas Espirituales para el Tiempo de Adviento - Lunes 3



Él nos amó primero
Guillermo de San Teodorico (1)
Tratado sobre la contemplación de Dios
9-11

Tú eres en verdad el único Señor, tú, cuyo dominio sobre nosotros es nuestra salvación; y nuestro servicio a ti no es otra cosa que ser salvados por ti.

¿Cuál es tu salvación, Señor, origen de la salvación, y cuál tu bendición sobre tu pueblo, sino el hecho de que hemos recibido de ti el don de amarte y de ser por ti amados?

Por esto has querido que el Hijo de tu diestra, el hombre que has confirmado para ti, sea llamado Jesús, es decir, Salvador, porque él salvará a su pueblo de los pecados, y ningún otro puede salvar.

Él nos ha enseñado a amarlo cuando, antes que nadie, nos ha amado hasta la muerte en la cruz. Por su amor y afecto suscita en nosotros el amor hacia él, que fue el primero en amarnos hasta el extremo.

Así es, desde luego. Tú nos amaste primero para que nosotros te amáramos. No es que tengas necesidad de ser amado por nosotros; pero nos habías hecho para algo que no podíamos ser sin amarte.

Por eso, habiendo hablado antiguamente a nuestros padres por los profetas, en distintas ocasiones y de muchas maneras, en estos últimos días nos has hablado por medio del Hijo, tu Palabra, por quien los cielos han sido consolidados y cuyo soplo produjo todos sus ejércitos.

Para ti, hablar por medio de tu Hijo no significó otra cosa que poner a meridiana luz, es decir, manifestar abiertamente, cuánto y cómo nos amaste, tú que no perdonaste a tu propio Hijo, sino que lo entregaste por todos nosotros. Él también nos amó y se entregó por nosotros.

Tal es la Palabra que tú nos dirigiste, Señor: el Verbo todopoderoso, que, en medio del silencio que mantenían todos los seres –es decir, el abismo del error–, vino desde el trono real de los cielos a destruir enérgicamente los errores y a hacer prevalecer dulcemente el amor.

Y todo lo que hizo, todo lo que dijo sobre la tierra, hasta los oprobios, los salivazos y las bofetadas, hasta la cruz y el sepulcro, no fue otra cosa que la palabra que tú nos dirigías por medio de tu Hijo, provocando y suscitando, con tu amor, nuestro amor hacia ti.

Sabías, en efecto, Dios creador de las almas, que las almas de los hombres no pueden ser constreñidas a ese afecto, sino que conviene estimularlo; porque donde hay coacción, no hay libertad, y donde no hay libertad, no existe justicia tampoco.

Quisiste, pues, que te amáramos los que no podíamos ser salvados por la justicia, sino por el amor; pero no podíamos tampoco amarte sin que este amor procediera de ti. Así pues, Señor, como dice tu apóstol predilecto, y como también aquí hemos dicho, tú nos amaste primero y te adelantas en el amor a todos los que te aman.

Nosotros, en cambio, te amamos con el afecto amoroso que tú has depositado en nuestro interior. Por el contrario, tú, el más bueno y el sumo bien, amas con u amor que es tu bondad misma, el Espíritu Santo que procede del Padre y del Hijo, el cual, desde el comienzo c la creación, se cierne sobre las aguas, es decir, sobre las mentes fluctuantes de los hombres, ofreciéndose a todos, atrayendo hacia sí a todas las cosas, inspirando, aspirando, protegiendo de lo dañino, favoreciendo lo beneficioso, uniendo a Dios con nosotros y a nosotros con Dios.



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Guillermo I el Santo (755-Saint-Guilhem-le-Désert, 812), fue conde de Tolosa de factohasta el año 804 (cuando se retiró a un monasterio) y de iure hasta su muerte en el 812. Essanto de la Iglesia católica desde su canonización en el año 1066.
Hijo de Teodorico, conde de Autun y duque de Borgoña y de Aula o Alda y nació hacia el año 768. Era nieto de Gaucelmo y de Carlos Martel, este último por parte de madre y, por tanto, primo de Carlomagno, de quien fue paladín en la corte y quien le encomendó elcondado de Tolosa con título de duque, en el 781 cuando creó el ducado de Aquitania. Era hermano de Thierry II de Autun (748-804), que heredó el condado, de su padre, Teodorico.
Desde el 781 fue tutor de Luis el Piadoso. La región ducal tolosana se extendía haciaSeptimania y Gotia al sur de los Pirineos que en los siguientes años caerían en poder de los francos. Llevaba entonces el título de duque, pero también el de marqués para regir tierras fronterizas. En el año 785 ayudó en la conquista de Gerona y otros puntos de Gotia.
En el 788 el conde Corsó fue destituido como conde en Tolosa por Carlomagno al considerar "humillantes" las condiciones de su liberación tras su captura por el vascoOdalrico. Carlomagno asignó entonces el control directo del condado a Guillermo, cediendo la administración de Rasés y Conflent a su hijo Bera y del Rosellón a Gaucelmo y probablemente otros condados a Adalemo. En el 791 luchó contra los vascos y los sometió. En el año 793 fue derrotado por los árabes en Orbièu, pero éstos tuvieron que retirarse hacia la Cerdaña. Lideró, probablemente tutelando al joven Ludovico, la expedición a la actual Cataluña y en 801 conquista Barcelona, junto con Ademar de Narbona, Bera, e incluso vascos (Wascones) que ahora le rinden lealtad.
Padre de Bera, primer Conde de Barcelona; de Gualdrada, condesa consorte de Wormgau; y de Gerberga que fue monja, todos nacidos de su primera mujer, la goda Khunegunda o Cunegunda de Austrasia. De un segundo matrimonio con Guitburga tuvo a Adalelmo; Gaucelmo, conde de Rosellón, de Ampurias, de Conflent y del Rasés; Bernardo de Septimania, conde de Barcelona; Heriberto, conde; Teodorico, conde de Autun por delegación de Bernardo; Guitgario, Guarner, y Roslinda o Rottind Helinbruc, condesa consorte de Corbi. La maternidad de Bera no está establecida sin duda y podría haber un tercer matrimonio con una dama goda que sería la auténtica madre de Bera. Como que una hija de Guillermo, llamada Romila (de la que no se sabe la madre) es identificada con la que fue mujer y por tanto hermanastra de Bera, caso de que se hubiese producido este matrimonio (que no era excepcional en la época) Bera probablemente sería hijo de la primera mujer para poder casarse con una mujer más joven que él; pero como el sucesor de hecho de Guillermo fue su hijo Bernardo, llamado Bernardo de Septimania, hijo de su segunda mujer, la incógnita persiste.
En el año 804 se retiró al monasterio de Aniane, del que salió con otros monjes en el 806 para fundar el monasterio de Gellone enSaint-Guilhem-le-Désert, de aquí que sea conocido en Francia como Guillermo de Gellone.
Murió el 18 de mayo de 812 y se le veneró como santo.

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