Lecturas Espirituales para el Tiempo de Adviento - Sábado 2
Sábado, II semana de
Adviento
María y la Iglesia
Isaac de Stella [1]
Sermón 51
El Hijo de Dios es el
primogénito entre muchos hermanos, y, siendo por naturaleza único, atrajo hacia
sí muchos por la gracia, para que fuesen uno solo con el. Pues da poder para
ser hijos de Dios a cuantos lo reciben.
Así pues, hecho hijo
del hombre, hizo a muchos hijos de Dios. Atrajo a muchos hacia sí, único como
es por su caridad y su poder: y todos aquellos que por la generación carnal son
muchos, por la regeneración divina son uno solo con él.
Cristo es, pues, uno,
formando un todo la cabeza y el cuerpo: uno nacido del único Dios en los cielos
y de una única madre en la tierra; muchos hijos, a la vez que un solo Hijo.
Pues así como la
cabeza y los miembros son un hijo a la vez que muchos hijos, asimismo María y
la Iglesia son una madre y varias madres; una virgen y muchas vírgenes.
Ambas son madres, y
ambas vírgenes; ambas concibieron sin voluptuosidad por obra del mismo Espíritu
ambas dieron a luz sin pecado la descendencia de Dios Padre. María, sin pecado
alguno, dio a luz la cabeza del cuerpo; la Iglesia, por la remisión de los
pecados dio a luz el cuerpo de la cabeza. Ambas son la madre de Cristo, pero
ninguna de ellas dio a luz al Cristo total sin la otra.
Por todo ello, en las
Escrituras divinamente inspiradas se entiende con razón como dicho en singular
de la virgen María lo que en términos universales se dice de la virgen madre
Iglesia, y se entiende como dicho de la virgen madre Iglesia en general lo que
en especial se dice de la virgen madre María; y lo mismo si se habla de una de
ellas que de la otra, lo dicho se entiende casi indiferente y comúnmente como
dicho de las dos.
También se considera
con razón a cada alma fiel como esposa del Verbo de Dios, madre de Cristo, hija
y hermana, virgen y madre fecunda.
Todo lo cual la misma
sabiduría de Dios, que es el Verbo del Padre, lo dice universalmente de la
Iglesia, especialmente de María y singularmente de cada alma fiel.
Por eso dice la
Escritura: Y habitaré en la heredad del Señor. Heredad del Señor que es
universalmente la Iglesia, especialmente María y singularmente cada alma fiel.
En el tabernáculo del vientre de María habitó Cristo durante nueve meses; hasta
el fin del mundo, vivirá en el tabernáculo de la fe de la Iglesia; y, por los
siglos de los siglos, orará en el reconocimiento y en el amor del alma fiel.
[1] Isaac de Stella, también
conocida como Isaac de l'Etoile, (c. 1100, en Inglaterra - c.1170s, Étoile , Poitiers , Poitou , Francia ) era un monje , teólogo y filósofo .
Acerca de 1140,
abandonó la escuela y se unió a la Orden Cisterciense ,
durante las reformas de san Bernardo de Claraval ,
probablemente en Pontigny. En 1147 fue nombrado abad del
pequeño monasterio de
Stella, en las afueras de Poitiers. En algún momento de su
carrera posterior, probablemente en 1167, fue desterrado a un monasterio remoto
en el Atlántico Isla de Re ,
probablemente a causa de su apoyo a arzobispo Thomas Becket. Más tarde regresó a
Stella. Se sabe que vivió en
el Stella en la década de 1170 debido a que en uno de sus sermones que se
refiere al cumplimiento de 'Saint Bernard -. Bernard y sólo fue canonizado en
1174
Obra más popular de
Isaac fue un comentario alegórico sobre el canon de la Misa en la forma de una
carta dirigida a Juan de Canterbury, obispo de Poitiers. Sus sermones 55
supervivientes (y tres fragmentos de sermones), así como su Carta a Alcher en el alma ,
constituyen su aportación teológica real. La carta (1962)
fue dirigida a Alcher de Claraval ,
y combinado aristotélicos y
neoplatónicos teorías sobre la psicología con el misticismo cristiano. Se
ejerce un papel importante en la especulación mística más tarde debido a la
incorporación de grandes sectores de la obra de Isaac en el compendio
antropológico conocido como De spiritu et anima (El Espíritu y el Alma), que
circuló bajo el nombre de Agustín y fue ampliamente utilizado en la siglo XIII.
Obras de Isaac hacen
uso de la argumentación lógica, influenciado por Agustín de Hipona, neoplatonismo .
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