Cuaresma: reflexiones para el Tiempo de Renovación (semana 5)


Juan 12,20-33

Entre la gente que había ido a Jerusalén a adorar durante la fiesta, había algunos griegos. Estos se acercaron a Felipe, que era de Betsaida, un pueblo de Galilea, y le rogaron:
—Señor, queremos ver a Jesús.

Felipe fue y se lo dijo a Andrés, y los dos fueron a contárselo a Jesús. Jesús les dijo entonces:
—Ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser glorificado. Les aseguro que si el grano de trigo al caer en tierra no muere, queda él solo; pero si muere, da abundante cosecha. El que ama su vida, la perderá; pero el que desprecia su vida en este mundo, la conservará para la vida eterna. Si alguno quiere servirme, que me siga; y donde yo esté, allí estará también el que me sirva. Si alguno me sirve, mi Padre lo honrará.

“¡Siento en este momento una angustia terrible! ¿Y qué voy a decir? ¿Diré: ‘Padre, líbrame de esta angustia’? ¡Pero precisamente para esto he venido! Padre, glorifica tu nombre.”
Entonces se oyó una voz del cielo, que decía: “Ya lo he glorificado, y lo voy a glorificar otra vez.”

La gente que estaba allí escuchando, decía que había sido un trueno; pero algunos afirmaban:
—Un ángel le ha hablado.

Jesús les dijo:
—No fue por mí por quien se oyó esta voz, sino por ustedes. Este es el momento en que el mundo va a ser juzgado, y ahora será expulsado el que manda en este mundo. Pero cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos a mí mismo.

Con esto daba a entender de qué forma había de morir (versión Dios Habla Hoy - La Biblia de Estudio, Estados Unidos de América: Sociedades Bíblicas Unidas, 1998).


1.     El texto en su contexto:

El relato bíblico nos sitúa en la ciudad Santa de Jerusalén, más precisamente en el entorno del Templo. Unas personas extranjeras, simpatizantes del judaísmo (versículo 20), se dirigen a Felipe, tal vez porque éste hablaba su idioma, para ver a Jesús (versículo 21). Estas personas simbolizan a todas las personas no judías que después creerán en Jesús.

La respuesta de Jesús, parece no tener relación con la solicitud. Jesús habla de su hora, este concepto en el evangelio de Juan es una referencia directa e indiscutible a su muerte y también habla de su glorificación, concepto que hace referencia a su resurrección (versículo 23); ambos temas aparecen con frecuencia en el cuarto evangelio (2,4; 7,6.8.30; 8,20; 12,23; 13,1; 17,1).

La imagen del grano de trigo que cae en tierra y muere para dar fruto abundante (versículo 24) es el nexo entre el anuncio de la muerte y resurrección de Jesús, que ya se podía predecir por lo que estaba sucediendo en su entorno y las reacciones de las autoridades religiosas y políticas, y los versículos 25 y 26 donde Jesús anuncia lo que ya estaba viviendo la comunidad del discípulo amado; en efecto, cuando se escribe este evangelios los romanos ya habían destruido el Templo de Jerusalén y gran parte de la ciudad santa; el judaísmo había expulsado de la sinagoga a la secta de los nazarenos, es decir, a las personas que creían en Jesús; por lo tanto, fuera del sistema de protección religioso, los cristianos y las cristianas sufrían la persecución del imperio romano. En medio de esta situación de persecución un anuncio de esperanza (cf Mateo 10,38-39; 16,24-25; Marcos 8,34-35; Lucas 9,23-24; 14,27; 17,33).

En los versículos 27 al 33, el discípulo amado pone en boca de Jesús la forma en que éste moriría. Recordemos que este evangelio se escribió entre 60 y 70 años después de la muerte de Jesús. Nos encontramos entre la segunda y la tercera generación de comunidades cristianas. Ya existían diversas interpretaciones de la muerte de Jesús a la luz de las Escrituras, tanto en que era necesaria la muerte como rescate (cf Mateo 26,36-46; Marcos 14,32-42; Lucas 22,39-46), como la forma en que moriría (Juan 3,14 cf Números 21,4-9; Isaías 52,13; Sabiduría 16,5-8; el discípulo amado presenta la muerte de Jesús como su regreso al Padre, cf 8,28; 12,32-34; 13,1; 17,1). Y aquí encontramos la conexión con la petición de las personas extranjeras que querían verle, “cuando yo sea levantado de la tierra atraeré a todos hacia mí” (versículo 32). La muerte de Jesús pone fin a la lucha entre la luz y la oscuridad, entre el bien y el mal, entre este mundo y el otro, entre Dios y el diablo (versículo 31 cf Juan 14,30; 16,11; 2 Corintios 4,4; Efesios 2,1-2; 1 Juan 5,19).

En conclusión, el relato evangélico nos presenta a las comunidades cristianas, integradas por personas de distinto origen, perseguidas por el sistema religioso y político al igual que su Maestro, donde se repite en ellas la muerte y resurrección de Jesús, asegurando el triunfo de Dios.


2.     El texto en nuestro contexto:

En nuestra sociedad muchas personas nos piden ver a Jesús, así como aquellas personas extranjeras se lo pidieron a Felipe. Las Iglesias podemos optar por dos posiciones.

Por un lado, podemos mostrar el cuerpo dogmático que hemos ido construyendo durante dos mil años de cristianismo, aferrándonos a términos y conceptos que son inentendibles para nuestra sociedad y nuestra cultura occidental y latinoamericana, asegurándonos la aceptación del sistema religioso imperante.

Por otro lado, podemos mostrar un Jesús liberado del dogma y los fundamentalismos,  contextualizado en nuestra realidad, despojado de todo lo que nos impide descubrir su persona, un Jesús histórico, un Jesús real, asegurándonos el rechazo del sistema religioso imperante.

La Iglesia Antigua – Diversidad Cristiana, tenemos que optar por una de las dos posiciones.

Revelar el contenido del mensaje de Jesús, cambiando el envoltorio, de acuerdo a los contextos y las coyunturas, es el gran desafío que tenemos sus discípulas y sus discípulos. Su mensaje es el amor incondicional de Dios a todas las personas (Hechos 10,34) preferencialmente a quienes están vulneradas en sus derechos y su dignidad (Lucas 4,18-21).

Revisemos a quienes el sistema religioso, sea cual sea, y el sistema político, sea cual sea, están rechazando, excluyendo, oprimiendo; esas personas porque están siendo vulneradas, no importa si son buenas o malas, si son creyentes o no creyentes, si participan de las celebraciones religiosas o no, esas personas son las que tienen el amor preferencial de Dios y las iglesias somos enviadas a ellas.


Frase

Si alguno quiere servirme, que me siga


Oración

Dios, Madre y Padre, que seamos capaces de facilitar el encuentro con Jesús a todas las personas, preferencialmente a quienes están vulneradas y excluidas, siendo capaces de trascender tradiciones y dogmatismos que nada tienen que ver con el mensaje liberador, sanador e inclusivo de Jesús, tu Hijo. En su nombre te lo pedimos. Amén.


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