6 – “Aspectos geopolíticos de la opción por los pobres” por Giulio GIRARDI
-¿Qué es para ti lo
más importante de la opción por los pobres?
-Creo que es
importante profundizar el sentido de la OP diciendo que es una opción por los pobres
como sujetos, como sujetos históricos. Es decir, que no es sólo una
solidaridad, no es una forma general de amor lo que se afirma con esta opción,
sino que es una afirmación de que los pobres (es decir, las clases populares,
los pueblos oprimidos, los sectores marginados de la sociedad) están llamados a
ser sujetos de su historia, sujetos de la sociedad. Y al optar por los pobres
en este sentido se opta también por un proyecto de sociedad en el cual
justamente estos sectores que hasta ahora han quedado marginados se convierten
en sujetos, en protagonistas.
La OP entendida de
este modo es al mismo tiempo una opción subversiva y una opción utópica. Es
subversiva porque cuestiona radicalmente la organización de la sociedad en la
que los pobres se encuentran marginados. Y es utópica, en cuanto que presenta
una alternativa de sociedad cuya posibilidad no se funda científicamente sino
que implica una especie de apuesta basada en una confianza audaz en estos sectores
populares. Digo una confianza audaz porque va más allá de las apariencias y
muchas veces va incluso más allá del mismo nivel de conciencia de estos
sectores populares, lo cual implica la capacidad de tener en ellos una
confianza más fuerte que la confianza que ellos tienen en sí mismos.
Pero se trata de una
confianza que intuye y anticipa las posibilidades y aspiraciones de los pobres,
contribuyendo así a despertarlas, contribuyendo así a despertar en ellos esta
nueva conciencia, a hacer que las posibilidades que tienen lleguen a ser
realidades, fuerzas históricas.
-¿Cómo formularías
la relación de la OP con lo geopolítico?
-La opción política
por los pobres, si se asume hasta las últimas consecuencias, llega a ser geopolítica.
Los pobres, a nivel mundial, son también «los pueblos», los pueblos oprimidos,
que en la organización actual del mundo tienen una posición subordinada a los
imperios. Optar por los pobres es también, pues, optar
por los pueblos como sujetos históricos, optar por una organización del mundo
en la que los pueblos sean sujetos, es decir, por una organización del mundo
que rompa esta estructura imperial.
En este sentido, la
«opción por los pueblos» es, de un modo todavía más profundo y amplio, una opción
subversiva, porque cuestiona toda la organización del mundo, y es una opción
utópica, porque plantea una era de los pueblos, un mundo de los pueblos, sin
tener una seguridad científica de su posibilidad, dando
una especie de salto audaz hacia el futuro, apostando por posibilidades desconocidas.
Teológicamente este
planteamiento es una lectura del proyecto de Yavé y de Jesús, una lectura que
saca todas las consecuencias de lo que quiere decir que Yavé se revela al mundo
en Egipto tomando partido por los esclavos e impulsando una muchedumbre de
esclavos a convertirse en pueblo, a tomar las riendas de su historia, a
imaginar una sociedad alternativa a la de Egipto y alternativa al tipo de
sociedades que rodeaban a Egipto. Por lo tanto es una interpretación
revolucionaria del proyecto de Yavé, y de la concepción misma de Pueblo de
Yavé.
Pueblo de Yavé, en
esta perspectiva, es justamente un pueblo que ha optado por la libertad, un pueblo
que va construyendo su historia, de un modo autónomo, estimulado por su fe en
Dios, un pueblo que decide construir una alternativa a las sociedades de clase,
a las sociedades opresoras que había conocido, un pueblo que llega a ser la
vanguardia de un movimiento de liberación destinado a ser universal, destinado
en la perspectiva de Yavé a movilizar a todos los pueblos del mundo.
-¿Qué pensar de la
posición que afirma que en la verdad, en el amor y en la Iglesia hay que ser neutral,
que en esos campos no se debe optar ni por los pobres ni por los ricos, porque
la verdad es objetiva, el amor es imparcial y la Iglesia es universal...?
-Yo creo que la
respuesta la da el mismo Yavé cuando precisamente para expresar su amor universal
hacia los hombres se encuentra en la necesidad de optar. Porque no se puede
amar a los esclavos sin optar por ellos, es decir, sin enfrentarse al opresor y
sin luchar contra él.
Creo que con esto el
éxodo instaura al mismo tiempo una nueva concepción de la religión y una nueva
concepción del amor. Es una religión que cuestiona las religiones de los
faraones, que cuestiona los dioses aliados de la opresión. Es una religión que
cuestiona los dioses que consagran el orden establecido. Es una religión que,
desde el primer momento, se presenta como subversiva, como conflictiva, y por
lo tanto manifiesta, revela la naturaleza del amor de Dios como un amor que
quiere renovar la faz de la tierra y que para renovarla tiene que enfrentarse a
toda resistencia, a toda forma de opresión.
En ese mismo sentido,
los miembros de este pueblo, que justamente tienen que vivir su propia historia,
en su propia dinámica esta nueva concepción del amor, están llamados a tomar
partido en la historia, a tomar partido por los esclavos, tomar partido por
todos los oprimidos, enfrentándose entonces -para realizar la universalidad del
pueblo de Dios- a todos los sectores que quieren que la vida sea privilegio de
una élite, a todas las estructuras de sociedad en las que no se puede realizar
la universalidad del amor porque hay una casta, una clase, un grupo social, que
confisca la vida, acapara la riqueza, se sirve a sí misma con el poder.
-La OP, ¿podría ser
simplemente un «amor preferencial»?
-Depende mucho del
sentido de esa «preferencia». Si se considera la preferencia sólo como una forma
de grado de amor, creo que no expresa la sustancia de la opción cristiana. La
sustancia de la opción cristiana se sitúa dentro de un contexto en el cual la
mayoría de las personas están siendo oprimidas y reprimidas, y por lo tanto,
optar por ellas significa tomar partido en un conflicto. Entonces, opción
preferencial quiere decir, en este contexto, opción beligerante, quiere decir
toma de partido en un lucha, quiere decir cuestionamiento no sólo de algunos
aspectos de la sociedad, sino de su estructura fundamental. En este sentido, la
opción preferencial es una opción revolucionaria, una opción subversiva.
Creo que ésa es la
razón por la que no se llega a una convergencia entre los cristianos, que parten
de una afirmación general de opción por los pobres pero que luego se separan
cuando se explicita el aspecto necesariamente conflictivo de esta opción. Se
separan cuando esta opción se enfrenta a una estructura opresora de la sociedad
y la cuestiona radicalmente. Se separan cuando esta opción cuestiona esta organización
del mundo. Se separan cuando esta opción manifiesta su carácter subversivo al
explicitar la contradicción entre una opción radical por los pobres y una
organización del mundo que ha sido realizada en gran medida con el apoyo y con
la bendición del cristianismo.
En ese momento la OP
significa cuestionamiento de toda una práctica cristiana, de toda una estructura
cristiana que se ha adaptado profundamente a las estructuras de la sociedad. Y
esto explica que la OP que parece a primera vista ser un elemento unificante de
todos los cristianos, puede llegar a ser un elemento de división y de ruptura.
-¿Qué decir del
«lugar social» desde el que miramos la realidad?
La OP, en el sentido
fuerte de opción por el pueblo como sujeto histórico, no es sólo una opción política
sino que es también una opción cultural. Es decir: ponerse en el punto de vista
de los pobres como sujeto significa cambiar radicalmente la visión del mundo,
la visión de la historia.
¿Por qué razón?
Porque precisamente vivimos en un mundo que tiene una organización imperial, donde
el punto de vista de los más fuertes domina no sólo el plano de la política y
de la economía, sino que domina también la cultura. Lo cual quiere decir que
sin ser consciente de esto, la gran mayoría de
los cristianos están
pensando, miran la historia, enfocan los problemas desde el punto de vista de
los más fuertes, que muchas veces, a nivel de los problemas geopolíticos,
quiere decir el punto de vista etnocéntrico, el punto de vista eurocéntrico.
Optar por los pobres
quiere decir, en primer lugar, tomar conciencia de que toda nuestra cultura está
penetrada por una opción por los ricos, por una opción por los poderosos, y que
estamos dominados por la cultura imperial. Y al decir que «estamos dominados»
quiero significar que lo estamos sin saberlo, sin ser conscientes de ello,
precisamente porque la cultura domina también nuestra conciencia, nuestro
inconsciente y nuestro subconsciente. Tomar conciencia de que nuestra visión
del mundo es eurocéntrica, es imperial y está planteada desde el punto de vista
de los más fuertes, significa replantear los problemas desde este nuevo punto
de vista, que es el punto de vista de los pueblos, el punto de vista de los
pobres, el punto de vista de los oprimidos.
Este punto de vista
no sólo es más justo moral y políticamente, sino que también es más justo epistemológicamente,
y más fecundo culturalmente.
Los más fuertes, los
imperios, los grupos dominantes, para justificar su condición de dominadores,
para justificar la opresión que están imponiendo a la otra parte del mundo,
tienen que encubrir muchos aspectos de la realidad. Tienen que falsear la
realidad. A veces tienen que presentar una visión del mundo al revés, donde los
oprimidos aparezcan como opresores y los opresores como oprimidos. En este
sentido, el punto de vista de los más fuertes, el punto de vista dominante, el
punto de vista de los vencedores, en la óptica de la verdad es un punto de
vista inferior, es un punto de vista menos apto para conocer el sentido de las
cosas, el sentido de la realidad.
La OP, como opción
epistemológica, como opción cultural, se funda precisamente en el convencimiento
de que una actitud personal y colectiva, moralmente más recta, más justa, es
también culturalmente más verdadera y más fecunda, porque permite mirar la
realidad sin máscara. Impone mirar la realidad sin máscaras. Porque permite
además descubrir potencialidades, capacidades que el punto de vista de los más
fuertes suele reprimir y encubrir: las capacidades y potencialidades de los pobres
precisamente, de los oprimidos, capacidades y potencialidades que siglos de
historia habían reprimido y destruido y que en esta etapa de la historia
queremos liberar.
Pero para liberarlas
hay que descubrirlas. Y para descubrirlas hay que buscar caminos nuevos, también
a nivel intelectual. Hay que tener una audacia nueva. Hay que tener una
confianza nueva en posibilidades desconocidas. Y este es el cambio radical
epistemológico que se nos impone dentro de cada sociedad, así como a nivel de
toda la visión del mundo. Y en este sentido, la conciencia de los países
llamados periféricos que se despiertan al descubrimiento de sus posibilidades y
de sus derechos, que toman en sus manos las riendas de su destino... es un
lugar epistemológico extraordinariamente rico en posibilidades y perspectivas.
Por eso, estoy
convencido de que se entiende mucho mejor, mucho más profundamente el sentido
de la historia y el sentido de la vida situándose en estos países llamados periféricos,
a partir sobre todo del momento en que estos países rompen con la pasividad de
su historia y empiezan a descubrir su vocación de ser sujetos.
En este sentido
también creo que este lugar es teológicamente el más fecundo porque es el lugar
donde se manifiesta más claramente esta irrupción del Dios liberador en la
historia. Es el lugar donde es más posible descubrir esta novedad de la
revelación, la revelación de un Dios que rompe los esquemas de la esclavitud y
moviliza al pueblo, moviliza a los pueblos, moviliza al mundo para que opte por
la libertad, para que transforme su historia en la dirección de un compromiso
liberador. De esta forma, la opción geopolítica por los pobres es también una
opción teológica. Y creo que es la opción que caracteriza a la teología de la
liberación a nivel metodológico.
-Piensas que la OP
se puede entender sin sentido geopolítico?
-Sí, porque en la
medida en que no se llega a ver que los pobres son también los pueblos, sino que
se consideran los pobres meramente como individuos, o se consideran los pobres
como grupos sociales pero limitándose a una sociedad particular, se llega a una
opción política pero no llega a verse que hay una organización del mundo en la
que los pobres están marginados. Hay ahí dos saltos: un salto de una opción
ética por los pobres a una opción política por los pobres cuando se aclara que
esos pobres por los cuales se opta son sujetos potenciales y sujetos de derecho
de la historia de la sociedad; y esta opción política se convierte en
geopolítica -segundo salto- cuando esta perspectiva de los pobres como sujetos
no se limita al ámbito de una sociedad particular sino que se convierte en una perspectiva
de organización del mundo, y por tanto en un cuestionamiento de la organización
imperial.
-Estás dando a
entender que el paso de una OP ética a un nivel político y geopolítico no es
algo advenedizo, sino la profundización de su misma dinámica interna, ¿no?
Sí. En la medida en
que se toma conciencia de las raíces de la pobreza como hecho individual, en la
medida en que se buscan las causas de la pobreza individual, se llega a
descubrir que esas causas están fundamentalmente en las estructuras de la
sociedad, y que entonces el amor a los pobres tiene que enfrentarse a esas
estructuras. Entonces se pasa necesariamente de una opción simplemente moral o
ética a una opción también política. Y cuando se amplía el horizonte y se ve
que las raíces de la pobreza no son sólo las estructuras de una sociedad sino
que son las estructuras mismas del mundo, y que cada vez más la liberación de
los pobres no puede hacerse sin cuestionar la organización del mundo, entonces
la opción moral, ética y política por los pobres se convierte en una opción por
un mundo nuevo, una opción por un mundo donde los pobres sean sujetos, y es ya
en ese sentido una opción por los pobres geopolítica.
-Hace ya unos años
escribiste: «El sentido de la vida no se puede definir sin situarse de cara a los
pobres». ¿Podrías explicitarlo a la luz de lo que estamos diciendo?
-El sentido de la
vida no se puede definir sin definir el sentido de la historia, sin situar la
propia vida en la historia. Y el sentido de la historia se descubre tomando
partido en el conflicto fundamental de la historia, que es el conflicto entre
los pueblos y el imperio. Optando por los pueblos, contra el imperio, se opta
por la fuerza del derecho, contra el derecho de la fuerza. Se opta por una organización
del mundo donde el amor, el derecho y la justicia se conviertan en una fuerza
histórica transformadora. Y el sentido de la vida se realiza precisamente en el
compromiso para realizar este mundo nuevo en la apuesta por la realización de
esta utopía histórica.
-El no optar por los
pobres, ¿equivaldría a optar -aun inconscientemente- por los ricos opresores?
Sí, evidentemente.
Porque la organización del mundo y la organización de nuestra cultura es un hecho
frente al cual ya nos encontramos. No es un hecho que tenemos que construir. Y
nos encontramos dentro de un mundo que está dominado por los imperios. Nos
encontramos dentro de una cultura que está dominada por el derecho del más
fuerte, y aunque no lo sepamos, vivimos, pensamos, optamos en esta perspectiva.
Entonces, o bien llega en nuestra vida, en nuestra historia, un momento en el
que tomamos conciencia de esto, cuestionamos esta visión del mundo (lo que quiere
decir: cuestionamos toda nuestra historia, todo nuestro pasado, toda nuestra
cultura) y empezamos un camino nuevo, o bien no se llega a ese momento de
ruptura, a ese momento de conversión y se sigue pensando y actuando -sin
saberlo siquiera- en las categorías dominadas por la ley del más fuerte.
Al no hacer esta
opción de ruptura se mantienen las que son opciones que la cultura dominante ha
hecho por nosotros y nos las ha introyectado, que son precisamente opciones
desde la perspectiva de los poderosos.
Esto significa
también optar por orientaciones dentro de la misma biblia. Hay toda una
corriente bíblica de opción por los pobres que se opone a la otra, a la opción
más sacerdotal, más del templo...
Las dos corrientes
están presentes en la biblia. Es bastante difícil, pero es necesario llegar a
esta toma de conciencia. Para profundizar el sentido de la OP es necesario
también llegar a ver que es una opción no sólo desde la biblia, desde el
evangelio, sino una opción también entre tradiciones bíblicas.
Hablamos de la toma
de conciencia de un enfrentamiento que existe también dentro de la biblia,
entre concepciones de la religión, entre concepciones del culto, entre
concepciones de Dios.
-En esta alternativa
la opción de los profetas es la opción por los pobres. ¿Sería permanente esta
convergencia entre el profetismo y la opción por los pobres?
-El profetismo es
justamente una de estas tendencias bíblicas. El profetismo es el intento de rescatar
constantemente el proyecto de Yavé, la revelación originaria liberadora, en
contra de intentos de clericalismo, de institucionalización, de organización monástica,
de organización clasista... Hay toda una serie de reinterpretaciones de la
religión de la alianza y del proyecto de Dios que lo ponen al servicio de los
poderosos. Y precisamente, la lucha también de Jesús no es sólo cuestionar una organización
opresora de la sociedad, sino también una organización opresora de la religión,
una interpretación opresora de Dios, del culto. Esto fundaría teológicamente la
necesidad de un cuestionamiento permanente de la Iglesia, de la religión
siempre que vuelve a retomar las estructuras opresoras, clasistas de la
sociedad.
-¿Qué presencia
evangelizadora o profética sería hoy la más urgente en este mundo tan dividido en
sus intereses y en su forma de ver la realidad?
-La presencia más
urgente y misionera hoy sería la que se identifica con estos movimientos de surgimiento
de los nuevos sujetos y que atestigua la presencia de Dios y la presencia de la
revelación en estos movimientos, que redescubre que éste es el proyecto de
Dios, que éste es el proyecto de Jesús y que reconstruye la unidad que la
historia rompió entre religión y movimientos de liberación, entre adoración de
Dios y liberación de los hombres y de los pueblos, entre Dios como sujeto de la
historia y los hombres y los pueblos como sujetos.
El proyecto originario
de Dios era precisamente la unidad de estos polos, de estas realidades, de estos
movimientos, pero a través de la historia se rompió esta unidad. Los
movimientos de liberación tuvieron que realizarse cuestionando a la religión, y
la religión se integró mucho más en las estructuras opresoras, llegando a
justificarlas, llegando a ser un instrumento de opresión.
Precisamente el
Kairós de la época actual es la posibilidad de redescubrir la unidad
originaria, de volver a realizar este encuentro entre el proyecto de Yavé y la
pasión por la libertad, que está resurgiendo en la conciencia de los hombres y
de los pueblos.
El papel misionero
fundamental de vanguardia es el de despertar la conciencia de estas posibilidades
nuevas que está abriendo nuestra época a la revelación de Dios y de Jesús.
La alternativa entre
las dos interpretaciones de la OP, es decir, la opción por los pobres como objetos
de asistencia y de amor, y la opción por los pobres como sujetos históricos,
como protagonistas de la nueva historia, me parece una alternativa fundamental
para caracterizar muchos conflictos que existen hoy en la Iglesia y en la
sociedad.
Esta alternativa
caracteriza dos concepciones de la moral: una moral que considera el amor por los
demás como una expresión de búsqueda del bien del otro, y una moral que concibe
el amor a los demás fundamentalmente como búsqueda de la libertad del otro,
promoviendo su iniciativa, su crecimiento como sujeto.
Yo diría que la
diferencia radica en una concepción asistencial del amor y otra concepción participativa.
Esas dos concepciones del amor y de la moral también influyen en las
implicaciones políticas de esta presencia del amor en la historia. En una
perspectiva asistencial se puede muy bien compaginar la OP con una sociedad
represiva, con una sociedad clasista. En cambio, cuando la OP se concibe en
términos participativos y los pobres son sujetos de la nueva historia el
cuestionamiento de una sociedad represiva o clasista se hace fundamental. La OP
así entendida implica una perspectiva utópica, una alternativa radical que no
está implicada en la opción por los pobres asistencial.
Y lo mismo vale a
nivel geopolítico. Hay una solidaridad con los pueblos, con los pobres, con el tercer
mundo, que indica una voluntad de ayudarlos en su búsqueda por participar en el
desarrollo. Y hay otra solidaridad que los reconoce como sujetos históricos,
que cuestiona el orden imperial, que conlleva una alternativa radical no sólo
en la visión de la sociedad sino en toda la organización del mundo.
Estas dos
concepciones del amor también implican dos concepciones de la historia, porque
una visión asistencial del amor es compatible con una concepción de la historia
fundada en la ley del más fuerte, que es una concepción de la historia que
acepta la inevitabilidad de la ley de la violencia, y dentro de esta
exigencia reconocida y aceptada intenta abrir espacios de alternativa pero que
son espacios de alternativa parcial, en los que hay preocupación por respetar a
las personas, por crear condiciones de vida de alternativa para los pobres,
pero no se cuestiona toda la ley histórica que hace que los poderosos,
que los imperios tengan la dirección de la historia y sean quienes la dirijan.
Así pues hay aquí una alternativa entre dos concepciones de la historia.
También aquí se
dividen dos concepciones del cristianismo. Creo que muchas de las divisiones que
sufrimos en nuestras iglesias en estos años surgen de esta doble interpretación
de la OP: una iglesia que se preocupa sobre todo por manifestar su amor
asistencial a los pobres y que no se pone por ello en contradicción con la
sociedad de clases ni con la organización imperial del mundo, y por otro lado
una iglesia que opta por los pobres como sujeto y entra inevitablemente en
conflicto con la organización imperial del mundo.
También, estas dos
opciones significan dos concepciones opuestas de la misma organización de la
Iglesia, del sentido que tiene la jerarquía, del sentido que tiene el sacerdocio,
que tiene la eucaristía, que tiene la lectura bíblica, el protagonismo que
tiene el pueblo o simplemente su reconocimiento como interlocutor privilegiado.
Por último sería
importante poner en evidencia que estas dos concepciones del amor también dividen
la biblia. Es decir, hay una ruptura importante, un conflicto entre dos
concepciones de la religión que atraviesa la biblia, no sólo la historia de la
Iglesia. La concepción de Dios que se revela proclamando la liberación de los
esclavos es justamente una concepción de Dios que está profundamente vinculada
al reconocimiento y a la promoción del pueblo como sujeto, y esta visión es la
que caracteriza a Yavé en el momento en el que se manifiesta por primera vez e
irrumpe en la historia, en Egipto. Esta visión implica la vinculación de la
revelación de Yavé con la de un proyecto popular, con la de un proyecto
revolucionario. Implica una concepción del pueblo de Dios como un pueblo
alternativo, un pueblo que se distingue no sólo por su relación con Dios sino por
toda su concepción de la sociedad, de las relaciones entre los hombres de esta
época.
Sin embargo, esta
revelación de Dios se enfrenta a la evolución de la sociedad en un sentido autoritario
y clasista que provoca también una transformación de la religión que se
convierte en religión del templo, en una religión jerárquica, en una religión
sacerdotal... en la que el pueblo deja de ser sujeto para convertirse en objeto
de asistencia, objeto de interés por parte de la religión, y muchas veces
también en objeto de sometimiento y de opresión. Este conflicto entre lo que yo
llamaría la religión del templo y la religión del pueblo atraviesa el antiguo
testamento. Los profetas son los testigos de la presencia insistente de Yavé a
través de la historia que quiere reafirmar y recordar su proyecto liberador,
pero son también testigos de que este proyecto se sigue traicionando, sigue
siendo abandonado por la alianza que se establece entre los poderosos, entre la
monarquía absoluta que se va estableciendo y los sacerdotes, que precisamente
reinterpretan la religión, reinterpretan el proyecto
de Yavé en términos
clasistas, en términos jerárquicos y por lo tanto traicionan esta inspiración.
El sentido profundo
del mensaje de Jesús creo que es precisamente su intento de reactualizar la revelación
de Yavé, de relanzar el mensaje de que Dios se revela liberando a los cautivos
y por tanto es un replanteamiento de la religión como promotora de liberación,
como promotora del pueblo como sujeto histórico. A su vez este planteamiento
entrará en contradicción con la organización de la sociedad, con el imperio, y
en esta contradicción se realizarán procesos de readaptación de la religión de
Jesús a las exigencias del imperio, que irán desarrollando un nuevo proyecto de
religión cristiana muy parecido a la religión templo que Jesús y los profetas
habían cuestionado.
Así, veo en la
historia del cristianismo también la importancia que tiene esta opción fundamental,
que es también la lucha de los dioses. El Dios que corresponde al Dios
liberador es muy distinto al Dios que corresponde al proyecto de orden, al
proyecto de obediencia a la organización imperial de la sociedad.
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