2. La opción por los pobres y el Dios bíblico - Jorge PIXLEY
Introducción.
-Hay
muchos cristianos que piensan que la OP es algo moderno, una novedad de estos
diez o veinte últimos años, algo que ha surgido con la teología de la
liberación y su espiritualidad. ¿Confirma la Biblia esta forma de pensar?
-La
expresión «opción por los pobres» es efectivamente una expresión moderna. Pero
la realidad que se señala con dicha expresión está en el corazón mismo de la
Biblia, o quizá debiéramos decir que está en el fundamento mismo de la Biblia.
Toda la Biblia parte de la revelación de un Dios que hizo opción por unos
campesinos que eran campesinos oprimidos, unos, en Canaán, oprimidos por los
reyes de las varias ciudades-estado que allí había, y otros, en Egipto, por el
gran emperador Faraón. Dios mismo, el Dios de la Biblia, se revela por vez
primera como el Dios que opta por estos pobres específicos, campesinos y
trabajadores de la construcción. Esta es una opción en el sentido más estricto
de la palabra: toma partido por ellos y contra su opresor.
-Entonces,
esa visión de la Biblia como algo puramente espiritual, que solo nos habla de
la gracia de Dios y es ajena a todo conflicto social y desde luego a todo lo
político, ¿podríamos decir que no es una visión realista de la Biblia?
-Existe
siempre, tanto en los tiempos bíblicos como en los modernos, un sector de la
población de cualquier nación que trata de negar la existencia de conflictos de
fondo en el área de la religión -como en el área del centro de trabajo o de
cualquier otra área de la vida-. Esa religión que ignora o pretende ignorar el
conflicto que es parte de la vida social que hemos conocido desde el comienzo
de la historia, también está en la Biblia. Yo diría que es una expropiación y
distorsión de la religión fundante de la Biblia, pues se toma a Yavé, el Dios
de la liberación, para legitimar una nueva y opresiva sociedad. Por ejemplo,
cuando Salomón construye el templo obliga a los campesinos a dedicar varios meses
del año al trabajo en su construcción y les dice que éste es un templo para
Yavé, el Dios que los liberó de la servidumbre del Faraón egipcio. Salomón se
está presentando entonces como representante de un Dios, Yavé, que ya no tiene
conflictos. Los tuvo en otro tiempo con un Dios extranjero, pero ahora
representa a todo el pueblo, al pueblo campesino y al de la capital, Jerusalén,
y los de la capital tienen que organizar y supervisar el trabajo de los
campesinos que van a hacer este enorme templo para el Dios Yavé que en otro
tiempo liberó a sus padres de la opresión. Así niega la realidad de opresión
que están viviendo en nombre de la unidad nacional bajo el Dios que los liberó.
-¿Podemos
decir que para entender la Biblia, para captar su mensaje más profundamente necesitamos
estar atentos también a la infraestructura socioeconómica y sociopolítica del
pueblo de Israel en el cual Dios se reveló. ¿Es así?
-Efectivamente.
No podremos entender los varios niveles de significación en la Biblia -como de cualquier
otro texto de la antigüedad- sin analizar el contexto social en el que surgió
En el caso de la Biblia hemos estado descubriendo en este siglo, especialmente
en su segunda parte, esta realidad. Se sabía desde hace dos, tres siglos, que
dentro de la Biblia hay diversas corrientes teológicas y políticas, que no es
de una sola pieza. Gerhard von Rad, el famoso biblista alemán, habla de
«teologías» de la Biblia. Lo que se ha ido descubriendo más recientemente es
que no son simplemente corrientes paralelas, sino que frecuentemente, cuando
uno analiza el contexto social del cual surgieron, resultan ser teologías en
conflicto. No solamente teologías diferentes, pues, sino teologías en
conflicto.
Sería por
ejemplo el caso ya mencionado de Salomón, donde por un lado tenemos la teología
de Salomón, que ha creado cierta literatura en la Biblia, y por otro lado
tenemos la teología de los profetas, en este caso representados por Ajías, el
profeta que sublevó a Jeroboam. En efecto, siendo éste funcionario del Estado
de Salomón, Ajías le incitó en nombre de Yavé, del Yavé que había liberado al
pueblo de la servidumbre, a que desplazara a Salomón, diciéndole que Yavé le
había ungido para ser él rey de Israel. Entonces tenemos en este caso dos
teologías que no son simplemente dos corrientes que fluyen paralelas, sino que
son dos corrientes que se enfrentan entre sí. No se puede servir al Dios de
Salomón y al mismo tiempo al Dios de Ajías, que incita a Jeroboam contra
Salomón no solamente por favorecerlo a él contra pecados particulares de
Salomón, sino en nombre de otro proyecto de vida que el proyecto que representa
Salomón. En nombre de ese proyecto que representa el profeta Ajías se quiere
negar cualquier Dios que pueda obligar a los campesinos a hacer trabajos
forzados, aunque sea para construir un templo a Dios.
La OP en
el comienzo de la revelación bíblica.
-Viendo
que hay en la Biblia esas corrientes paralelas y no pocas veces contrapuestas y
hasta mutuamente excluyentes, vámonos, remontémonos al principio: tratemos de
buscar cuál es la corriente primera, la original, la «primera teología», o la
manifestación primigenia de Dios, que suponemos tuvo que darse en los orígenes
del pueblo de Israel, no precisamente con los relatos de la creación, que
aparecerán mucho después... ¿Cómo fueron esos orígenes del pueblo de Israel y
esa primera manifestación de Yavé Dios en la historia? ¿Esos orígenes y esa
primera manifestación tienen algo que decirnos en relación a la OP?
-Lo que has
dicho sobre los relatos sobre la creación es importante reconocerlo. Cualquier pueblo
organizado tiene sus relatos de creación. Pero los relatos de creación se crean
cuando ya hay un mundo construido y hay que explicar quién es el Dios que
construyó ese mundo. La construcción del «mundo» (me estoy refiriendo ahora a
la construcción de una sociedad ordenada que conforma un mundo) es anterior a
la necesidad de explicar sus orígenes.
En el caso
de Israel, la visión que se ha venido imponiendo en la segunda parte del siglo
XX y que hoy es ampliamente aceptada en el tercer mundo (yo diría: en América
Latina, en Sudáfrica, en Korea, en Filipinas...), es todavía una corriente
minoritaria dentro del mundo académico del primer mundo. Esta corriente
reconoce en la Biblia que el pueblo de Israel nace de un movimiento de insurrección
en la sociedad cananea.
En Canaán,
en los siglos XIV y XIII antes de Cristo, había una ordenación social con
múltiples reyes de ciudades-estados. Cada rey tenía su Estado, a veces
independiente, y a veces en sujeción a un emperador, en la mayoría de los casos
en Canaán al rey de Egipto, al Faraón. Estos varios reyes vivían de la
acumulación del producto de los campesinos que estaban organizados en aldeas controladas
por los respectivos reyes. Llegó un momento -quizá el siglo XIV o principios
del siglo XIIIen que la estabilidad de este orden se fue desmoronando por
conflictos entre los reyes y por problemas en el imperio egipcio que incidían
en Canaán. Sabemos poco de lo concreto de cómo se dieron las insurrecciones que
se produjeron a raíz del desmoronamiento del orden social anterior. Pero sabemos
que de estas aldeas sujetas a reyes surgió un movimiento bastante amplio de
campesinos que dejaban sus tierras para abrir en la sierra tierras hasta
entonces no cultivadas. Tierras que eran menos atractivas, porque estaban en
las cuestas de las sierras y no en lo plano de las llanuras, pero que ofrecían
una forma de escape de los problemas de explotación que se vivían en la llanura.
Este
movimiento, relativamente desordenado, recibió su expresión religiosa e
ideológica cuando llegó a Canaán un grupo de esclavos procedentes de Egipto que
habían tenido una experiencia de Yavé. Yavé Dios había sido conocido por el
grupo en su levantamiento contra las condiciones de opresión bajo las que el
rey de Egipto estaba haciendo sus construcciones. Esto fue en tiempos del Rey Ramsés II.
Ellos eran también campesinos, y habían sido obligados a realizar trabajos forzados.
Se rebelaron contra esa explotación, pero no fue la suya una rebelión meramente
política -si es que alguna vez ha existido tal cosa-. No sabemos si la rebelión
de las aldeas campesinas de Canaán fue meramente política, pero sabemos que el
grupo que se rebeló contra el Faraón en Egipto lo hizo como una cruzada
religiosa, como un movimiento encabezado por el profeta de Yavé, Moisés, que interpretaba
que la voluntad de Yavé era la de liberar a su pueblo.
Los grupos
que se rebelaron en Egipto todavía no eran pueblo. Llegaron a ser pueblo en la experiencia
de rebelión en contra de las condiciones de opresión que sufrieron en Egipto.
El grupo salió de Egipto y no podía asentarse junto a los límites de Egipto por
miedo y porque había desierto en el Sinaí que no ofrecía buenas condiciones
para campesinos. Entonces se trasladaron a las tierras fértiles más próximas,
que resultaron ser las mismas zonas en las que los campesinos cananeos habían
estado abriendo nuevas tierras de labor en las sierras.
Allí en Canaán
se encontraron estas dos corrientes. Y formaron un pueblo que se llamó Israel.
Ahora bien,
«Israel» es un nombre que surge de las aldeas de Canaán, mientras que el Dios
de Israel era «Yavé», que es el nombre del Dios de la liberación de Egipto.
Esta dualidad entre un pueblo que se llama «Israel» pero que se considera el
pueblo de «Yavé», refleja la realidad de esta experiencia: que eran dos
movimientos de liberación de grupos campesinos, que se encontraron entre sí y
descubrieron que su lucha era parecida, y encontraron en Yavé, el Dios que
Moisés había interpretado, y en las leyes que Moisés les había dado en nombre
de Yavé, lo que ellos creían en común, aun los que no
habían
conocido antes a Yavé. Su experiencia de vida había sido muy similar y se sentía
interpretada por la experiencia de vida de los que salieron de Egipto. De modo
que, los que salieron de Egipto, que quizá antes se llamaron «levitas», cuando
llegaron a Canaán tomaron el nombre de «Israel» de los que
estaban en
Canaán, mientras que los de Israel, que quizás antes llamaban a Dios «El»
-nombre que está contenido como parte de «Israel»-, ahora reconocen que El no
es exactamente su Dios, sino Yavé, el Dios que había interpretado el profeta
Moisés.
-Luego
podríamos decir que Yavé no se reveló por primera vez revelando contenidos
teológicos o dogmáticos, ni revelando alguna doctrina o moral, sino que la
acción reveladora primera del Dios bíblico, la acción reveladora primera del
Dios en el que creemos los que consideramos la Biblia como Palabra de Dios es
una incitación a la libertad hecha a los pobres y oprimidos...
-Exacto,
así es. Y las doctrinas -que eran más bien leyes para ordenar la vida social, y
que hoy las encontramos en el Pentateuco, en el Decálogo por ejemplo-, brotan
también de una experiencia sociopolítica de liberación, una experiencia que es
verdaderamente sociopolítica, a la vez que religiosa.
-Se
habla de los «apirús». ¿Quiénes eran? ¿«Apirus» y «hebreos» representan el
mismo grupo? -La
palabra «apiru» existe en varias formas en los diferentes idiomas semíticos de
la antigüedad.
«Apiru» y
«hebreo» son variantes de la misma palabra en idiomas emparentados. Ha habido
mucha discusión, pero parece que hoy se ha llegado al consenso de que esta
palabra se usaba para personas que se colocaban o eran colocadas fuera del
orden social establecido. En algunos casos eran bandoleros seguramente;
simplemente eso, bandidos. Pero en otros casos eran como los que se rebelaron
en Egipto contra el Faraón bajo el liderazgo de Moisés: un grupo ordenado con
un plan de acción, sólo que desde el punto de vista de los egipcios eran
apirus, hebreos... A partir de cierto momento ellos mismos asumieron la palabra
«apiru». La palabra se utilizaba tanto en Egipto como en Canaán y en
Mesopotamia. Hoy ha quedado reducida al nombre del idioma. No era originalmente
un término lingüístico, no se refería a un idioma sino a un movimiento o a
varios movimientos de rebelión.
El
«Proyecto de Dios».
-Esta
«incitación a la libertad» de su pueblo con la que Yavé comienza su revelación
en la Biblia no miraba simplemente al pasado (huir de la opresión) sino también
al futuro: para crear un proyecto de sociedad alternativo a las sociedades
opresivas de Egipto y de Canaán, una sociedad fraterna e igualitaria conforme a
la voluntad de Dios, en donde no hubiera ya siquiera posibilidad de injusticia
y opresión... ¿Cómo era ese «proyecto de Dios» para los pobres, para su pueblo?
-Bueno, lo
que sucedió cuando estos dos grupos se encontraron y formaron el pueblo que llamaron
Israel fue que se organizaron en tribus, en alianza de tribus. En el fondo, más
que la tribu estaba el clan, que era una familia grande, de primos, nietos y
aún más que una familia de tres generaciones. Cada clan o familia podía ser
dueña de una región, de un valle, de un cerro, y podía tener su aldea donde se
congregaban y donde el patriarca o los patriarcas dirigían la vida del clan.
Lo
interesante del «proyecto» es que los clanes buscan establecer igualdad entre
sí. En particular, un primer requisito para pertenecer a Israel es jurar
lealtad exclusiva a Yavé, a ningún otro Dios, y a ningún otro rey, porque Yavé
es rey. A diferencia de los dioses del Faraón y de los dioses de Canaán, que
también creían que Dios era rey, Israel creía que siendo Yavé rey era rebelión
pretender tener un rey humano: ya tenían su rey en Yavé. La primera piedra de
la constitución política de la ley revelada del Sinaí era el mandamiento «no
tendrás dioses ajenos delante de mí», que va dirigido contra aquellos que
pudieran pretender regresar a dioses que admitían tener sus lugartenientes humanos
en los reyes de las ciudades cananeas o del imperio egipcio.
Uno de los
puntos, el primero, el fundamental, del nuevo orden, es éste. Ya he dicho algo
acerca de la igualdad entre los clanes: no habiendo rey, los ancianos de cada
clan, cuando fuera necesario por algún motivo de interés para varios clanes, se
reunían en asamblea y colectivamente determinaban por consenso la acción que se
debería tomar. Para su defensa no crearon un ejército sino que se organizaban
en milicias de campesinos. Para ordenar la vida social contra los antisociales –personas
que mataban o robaban o adulteraban- se servían de un sistema jurídico popular
de justicia popular donde los ancianos o padres de familia oían los casos y
determinaban las penas. No habiendo cárceles las penas eran penas que podían
ser administradas por la misma comunidad. Así pues se organizó una vida
igualitaria. (Entendiendo en este caso por «igualitaria» la igualdad entre
familias, porque no se trataba tanto de individuos que creían en Dios cuanto de
familias que vivían dentro del sistema de tribus y de clanes que era Israel. O
sea, que a diferencia de la ideología política de la revolución francesa que
conocemos en tiempos modernos, donde la igualdad quiere decir igualdad de
ciudadanos, en este caso la igualdad que se dio en Israel era de familias o de
clanes).
-¿Se
consiguió realizar socialmente en algún momento este «proyecto de Dios»?
¿Durante cuánto tiempo?
-El
«proyecto», efectivamente, se logró realizar. Y, más o menos, como proyecto
excluyente de otros proyectos alternativos, duró unos doscientos años: desde el
momento de la fundación de Israel, que es aproximadamente el año 1200 antes de
Cristo, hasta el surgimiento de Saúl y David como reyes dentro de Israel.
Generalmente se piensa que David surgió como rey en el año 1000, más o menos.
Durante esos doscientos años el proyecto tuvo vigencia exclusiva. Continuó
existiendo luego mucho tiempo más como rebeldía, como exigencia de renovación.
Pero por doscientos años fue el proyecto realizado de Israel.
-¿Podríamos
pensar que la instauración de la monarquía fue el comienzo del abandono del proyecto
de Dios...?
-Yo creo
que había condiciones casi naturales que llevaron a romper la igualdad que se
quiso con las leyes originales y con la religión de Yavé. Seguramente algunos
clanes, por casualidades de la vida, se adueñaron de valles más fértiles o
cerros mejores donde la lluvia caía más abundantemente, o fueron más
trabajadores, hicieron mejores terrazas o no hubo tanta erosión que destruyera
sus tierras... Por una u otra razón, ciertos clanes fueron haciéndose más
ricos, más poderosos que otros, y las leyes que defendían la igualdad no pudieron
con su simple fuerza legal e ideológica preservar a Israel de estas
diferenciaciones normales. De forma que llegó un momento en que un clan
importante como el de Efratá y una familia como la de David , que surgía de ese
clan, lograron imponerse no solamente sobre la tribu de Judá, que era su
región, sino sobre todas las tribus. Lo cual no se dio precisamente sin
conflictos.
El
proyecto de Jesús.
-Desde
entonces hasta Jesús el salto es muy grande, pero podríamos empalmar recordando
que Jesús retoma el «proyecto de Dios», que es lo que él llama «Reino de
Dios»...
-Efectivamente,
como dices, el salto es muy grande. Son mil años. Y en mil años cambian muchas
cosas, incluso en una sociedad tradicional, en la que no cambian tan
rápidamente como en el mundo moderno... En los tiempos de Jesús existe un
imperio, el imperio romano, y existe un sistema social totalmente desconocido
en la época de los clanes y las tribus de Israel. Es el sistema de la polis o
la ciudad grecorromana, helenística. Había en Palestina, para el tiempo que
vivió nuestro Señor, un grupo considerable de ciudades helenísticas. Eran
ciudades organizadas de terratenientes. Los ciudadanos de una ciudad
helenística eran, cada uno, un jefe de familia, y cada uno poseía tierras aunque
no viviera en ellas. Pero era el que las explotaba. Tenía un mayordomo quizás
que se encargaba de administrarlas, como vemos en las parábolas de Jesús. En
éstas se refleja la vida que no es una vida tradicional de clanes, aunque Jesús
vivía en Galilea, que era precisamente una de las áreas más tradicionales de
Palestina. Pero aún a pesar de eso Jesús conoce una actividad rural que ya no está
organizada a partir de familias autónomas, sino a base de terratenientes que
contratan jornaleros y que tienen mayordomos que vigilan el trabajo de los
jornaleros.Entonces la situación que vive el pueblo de Israel en la época de
Jesús en ciertas aspectos difiere profundamente de la situación social del
tiempo de Moisés. Sin embargo el papel de Jesús tiene semejanzas con el de
Moisés. Lo que hizo Jesús fue organizar un pequeño movimiento con la intención de
influenciar la vida de las aldeas que subsistían en Galilea. No hizo práctica
en las ciudades. El era de Nazaret, y los lugares por donde se movió eran
pueblos de pescadores como Betsaida o Cafarnaún, o aldeas de la sierra, como
Nazaret y Caná. Su campo de acción fueron estos pueblos, que estaban muy cerca
de ciudades grecorromanas, en las que, hasta donde hoy sabemos, él no entró,
(sólo se menciona Cesarea de Filipo como un lugar por donde pasó, pero es el
único lugar, la única ciudad helenística de la que se nos dice que en ella
Jesús tuvo una actuación). Esto significa una estrategia por la que Jesús está
tratando de influenciar la vida de estas aldeas, en las que viven jornaleros
que trabajan en las haciendas de los ciudadanos de las ciudades
grecorromanas...
El público
que escucha a Jesús abarca también a esos jornaleros de las parábolas que
trabajan en las haciendas de los ciudadanos de las ciudades helenísticas,
aunque Jesús no haya entrado en dichas ciudades en el curso normal de su
actividad. El busca crear un movimiento en el que todos sean hermanos. No se
nota en la práctica de Jesús un intento de restaurar la familia. En este
sentido su movimiento está un poco más cerca de la modernidad que del tiempo de
Moisés. El tiene algunas expresiones que suenan incluso como antifamiliares:
«cualquiera que ame a su padre o a su madre, o a su hijo o hija más que a mí no
es digno de mí...» (Mt 10, 37), y otras expresiones que todos recordamos. Lo
cual indica que él no veía la base social como la familia, sino el grupo de los
que se adherían a lo que el llama el «Reino de Dios».
«Reino de
Dios» es su idea de la sociedad que se adhiere al proyecto de Yavé. Ya no se
usaba el nombre de Yavé en el tiempo de Jesús. Hubiera sido demasiado
escandaloso, porque se consideraba irreverente (y no sólo irreverente, sino
blasfemo) mencionar el nombre de Yavé. Pero el Dios de Jesús, cuando él habla
de «Reino de Dios» es un Dios tomado de la experiencia bíblica, de los orígenes
de Israel. Así que debiéramos pensar que si él hubiera tenido la libertad de
usar ese nombre hubiera hablado de reino de Yavé. No era el intento de
reproducir exactamente lo que había existido 1200 años antes, sino en las
condiciones nuevas de desorganización de las familias y de las aldeas, cuando sierras
enteras se habían convertido en haciendas propiedad de terratenientes. En estas
nuevas condiciones Jesús está tratando de renovar, de hacer vigente el
«proyecto del Reino de Yavé», que fue el proyecto que Moisés, Josué y Gedeón
habían liderado unos 1200 años antes de Jesús.
-Así
pues, la «Buena Noticia para los pobres», el «Reino de Dios» que predica Jesús
es en realidad aquel mismo «proyecto de Dios», aquél «Reinado de Yavé» -reinado
directo, sin reyes intermediarios explotadores- que constituía la utopía de
sociedad alternativa, fraterna, igualitaria para cuya consecución Yavé se
reveló a aquellos marginados-oprimidos («apirus») en Egipto y los incitó a rebelarse
y liberarse...
-Y eso
tiene un sentido de conflicto con el Dios del templo y con los dioses del
imperio. Conflicto que se desata en Galilea con los fariseos, que representan
al Dios del templo, en Jerusalén, con las autoridades mismas del templo (los
sacerdotes, escribas, el Sanedrín de Jerusalén) y con Poncio Pilato, que era el
procurador de toda la provincia, que tenía su sede en Cesarea. Jesús nunca fue
a Cesarea pero Poncio Pilato llegó a Jerusalén coincidiendo con la llegada de
Jesús, por ser tiempo de la fiesta de Pascua.
OP y
conflicto.
-Has
hablado de conflicto con los dioses del imperio. Eso recuerda el tema de los
«otros dioses». En la Biblia está el Dios Yavé, pero también están los otros
dioses. El tema de la idolatría...
-Por un
lado, en el origen mismo de la religión bíblica, ya en la primera manifestación
de Yavé, los otros dioses por excelencia son, en Egipto, Faraón, que se considera
Dios, y en Canaán los reyezuelos y el Dios Baal, que servía de legitimación de
estos reyes. En el tiempo de Jesús él habla del dios Mammón, que es una
expresión peculiar de Jesús, que parece que quiere referirse no sólo a dioses
religiosos, sino también a dioses que se presentan como «seculares» diríamos
hoy: el dinero. Es un fenómeno que no es moderno, aunque se ha agudizado en
tiempos modernos, que la vida y la muerte de los trabajadores se sujeta al
mercado. Jesús, que no tenía posibilidad aún de hacer un análisis sociológico,
reconoció sin embargo la presencia del dios dinero en su medio. Así, a aquel
rico al que amó, que le había preguntado qué debía hacer para heredar el Reino
de Dios, le obliga a que vaya y venda sus bienes, los dé a los pobres y vuelva
y le siga, si es que quiere heredar el Reino de Dios (Mc 10, 17-22). No era
posible seguir rindiendo su vida a los bienes y querer servir a la vez al Reino
de Dios. Lo uno o lo otro. No podía tener dos señores.
-Has
hablado de dos corrientes en la Biblia, la corriente profética del Dios Yavé, y
la corriente más institucional, más sacerdotal, que legitima la monarquía...
Esta duplicidad de corrientes teológicas encontradas está presente a lo largo
de toda la Biblia?
-Yo creo
que sí, que en todas las partes del antiguo testamento encontramos aquellos que
quieren tomar la fe popular y ponerla al servicio de proyectos antipopulares, y
esto siempre va encubierto de un lenguaje religioso que pretende poner de su
parte al Dios del pueblo. Pero si se examina la estructura religiosa que se ha
construido, se da uno cuenta de que no es una estructura al servicio de
los intereses del pueblo. Encontramos esto, por ejemplo, en el caso de Salomón,
que mencionamos antes, enfrentado con Jeroboam y con Ajías. Lo encontramos en
el caso Jeremías, que ataca al templo diciendo que «vosotros habéis hecho de la
casa que lleva mi nombre una cueva de ladrones» (Jer 7, 11). Y lo encontramos
en Jesús cuando cita estas mismas palabras de Jeremías al cuestionar la
legitimidad del Templo, porque ve al Templo como un proyecto que no está al
servicio del Reino de Dios, que él entiende que es el «proyecto» del Dios
verdadero. Fueron las autoridades del Templo, en
combinación con las autoridades imperiales las que crucificaron a Jesús.
-El
conflicto de estas dos corrientes que atraviesan toda la Biblia es, en
realidad, el mismo conflicto que vivió también Jesús: el Templo, los fariseos,
los sacerdotes y las autoridades romanas contra el anuncio del Reino de Dios,
contra el «proyecto de Yavé», opuestos a la construcción de una sociedad
alternativa, justa, fraterna, igualitaria, participativa...
-Exacto.
Los enemigos de Jesús estaban contra el «proyecto de Yavé» que Jesús estaba retomando,
que era un proyecto popular igualitario, de servicio del uno al otro, donde «a
nadie llaméis Padre, porque tenéis sólo un Padre» (Mt 23, 9). Igual podría
haber dicho -aunque no era un problema en aquel momento- «a nadie llaméis rey,
porque sólo tenéis un rey...»; vosotros os llamaréis hermanos y hermanas. Es un
proyecto igualitario el que Jesús promueve, y el nombre que él le da al proyecto
es «Reinado de Dios», donde como hemos dicho se entiende que Dios es el Yavé
que promovió la salida de los esclavos de Egipto.
-Concluyamos.
Un conflicto hubo entre Yavé y el Dios Baal, entre los apirús y los reyezuelos
de Canaán, entre la monarquía y el el profeta de Yavé Natán... Esas corrientes
permanecen en conflicto en el Antiguo Testamento y Jesús es víctima del mismo
conflicto. ¿Podríamos decir que el conflicto que hoy vivimos es una
prolongación...?
-Quizá la
palabra «prolongación» no sería la más acertada. Podríamos decir mejor que es
otra «manifestación» del mismo fenómeno, a saber, del fenómeno de que, por un
lado, tenemos la fe de un pueblo que lucha porque se resiste a vivir para
siempre oprimido y que cree que Dios tampoco quiere que viva para siempre
oprimido, y, por otro lado, tenemos el proyecto de algunos que ven la vida como
algo donde los conflictos son provocados por agentes provocadores y no reflejan
intereses en conflicto. En este segundo caso Dios resulta ser un Dios que
bendice las estructuras sociales, que se entiende no son en sí productoras de
conflicto, ya que los conflictos nacen cuando vienen agentes extraños a
provocarlos.
Estas dos
corrientes, la de un Dios que oculta los conflictos de intereses, siempre en
beneficio de aquellos que viven del trabajo de otros, y la de un Dios que anima
las luchas del pueblo por librarse de las opresiones a las que viven sometidos,
siguen hoy estando presentes y su conflicto adquiere diferentes
manifestaciones.
Dentro de
la Iglesia el conflicto se produce entre los que veneran al Dios de la
alienación y la tranquilidad y los que veneran al Dios del compromiso y de la
liberación, pero es el mismo conflicto que vemos fuera de la Iglesia, en las
luchas de los obreros contra los patronos, en las luchas de los guerrilleros
revolucionarios contra fuerzas represivas... Dentro de la Iglesia toma
características propias eso que es la misma lucha que se refleja en las esferas
seculares, y que es también la misma lucha que se reflejó en la religión y en
la sociedad del tiempo de Salomón. Pero no deja de ser el mismo conflicto.
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