Domingo de Pascua
Sábado Santo
Hebreos 4,1-13
El descenso del Señor
al abismo
Anónimo
Homilía antigua sobre
el grande y santo Sábado
¿Qué es lo que hoy
sucede? Un gran silencio envuelve la tierra; un gran silencio porque el Rey
duerme. La tierra temió sobrecogida, porque Dios se durmió en la carne y ha
despertado a los que dormían desde antiguo. Dios ha muerto en la carne y ha
puesto en conmoción al abismo.
Va a buscar a nuestro
primer padre como si fuera la oveja perdida. Quiere absolutamente visitar a
los que viven en tinieblas y en sombra de muerte. Él, que es al mismo
tiempo Dios e Hijo de Dios, va a librar de su prisión y de sus dolores a Adán y
a Eva.
El Señor, teniendo en
sus manos las armas vencedoras de la cruz, se acerca a ellos. Al verlo nuestro
primer padre Adán, asombrado por tan gran acontecimiento, exclama y dice a
todos: «Mi Señor esté con todos». Y Cristo, respondiendo, dice a Adán: «Y con
tu espíritu». Y tomándolo por la mano le añade: Despierta tú que duermes,
levántate de entre los muertos y Cristo será tu luz.
Yo soy tu Dios, que
por ti y por todos los que han de nacer de ti me he hecho tu hijo; y ahora te
digo que tengo el poder de anunciar a los que están encadenados: «salid»; y a los
que se encuentran en las tinieblas: «iluminaos»; y a los que dormís:
«levantaos».
A ti te mando: despierta
tú que duermes, pues no te creé para que permanezcas cautivo en el abismo; levántate
de entre los muertos, pues yo soy la
vida de los muertos. Levántate, obra de mis manos; levántate, imagen mía,
creado a mi semejanza. Levántate, salgamos de aquí, porque tú en mí, y yo en
ti, formamos una sola e indivisible persona.
Por ti yo, tu Dios,
me he hecho tu hijo; por ti yo, tu Señor, he revestido tu condición servil; por
ti yo, que estoy sobre los cielos, he venido a la tierra y he bajado al abismo;
por ti me he hecho hombre, semejante a un inválido que tiene su cama entre
los muertos; por ti, que fuiste expulsado del huerto, he sido entregado a
los judíos en el huerto, y en el huerto he sido crucificado.
Contempla los
salivazos de mi cara, que he soportado para devolverte tu primer aliento de
vida; contempla los golpes de mis mejillas, que he soportado para reformar, de
acuerdo con mi imagen, tu imagen deformada; contempla los azotes en mis
espaldas, que he aceptado para aliviarte del peso de los pecados, que habían
sido cargados sobre tu espalda; contempla los clavos que me han sujetado
fuertemente al madero, pues los he aceptado por ti, que maliciosamente
extendiste una mano al árbol prohibido.
Dormí en la cruz, y
la lanza atravesó mi costado, por ti, que en el paraíso dormiste, y de tu
costado diste origen a Eva. Mi costado ha curado el dolor del tuyo. Mi sueño te
saca del sueño del abismo. Mi lanza eliminó aquella espada que te amenazaba en
el paraíso. Levántate, salgamos de aquí. El enemigo te sacó del paraíso; yo te coloco
no ya en el paraíso, sino en el trono celeste. Te prohibí que comieras del
árbol de la vida, que no era sino imagen del verdadero árbol; yo soy el
verdadero árbol, yo, que soy la vida y que estoy unido a ti.
Coloqué un querubín
que fielmente te vigilara; ahora te concedo que el querubín, reconociendo tu
dignidad, te sirva. El trono de los querubines está preparado, los portadores
atentos y preparados, el tálamo construido, los alimentos prestos, se han
embellecido los eternos tabernáculos y moradas, han sido abiertos los tesoros de
todos los bienes, y el reino de los cielos está preparado desde toda la
eternidad.
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Felices Pascuas de Resurrección
+ Julio y comunidades.
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