Domingo de Pentecostés
Tengan todos y todas mucha paz.
Una vez más
celebramos Pentecostés. El cumplimiento de la Promesa. Jesús no nos dejó solos
y solas. Somos su Iglesia y el Espíritu Santo reside en nosotros y nosotras.
Nos consuela y acompaña hasta el retorno del Maestro. En esta etapa de misión,
en que se encuentra la Iglesia Antigua – Diversidad Cristiana, el Espíritu
Sanot nos enseña y nos recuerda lo que Jesús nos transmitió a través de los
Evangelios (Jn 14,26).
Como parte de la
Iglesia de Jesucristo, nosotros y nosotras la Iglesia Antigua – Diversidad Cristiana,
somos enviada al mundo por Él, proclamar el amor incondicional y misericordioso
del Padre a toda la humanidad; una amor que alcanza a todos y a todas a través
del tiempo, sin excepción. Todo ser humano es destinatario exclusivo del amor
misericordioso y compasivo del Padre. Este fue el mensaje de Jesús, revelado
con palabras y acciones. Este es el mensaje de la Iglesia Antigua – Diversidad Cristiana
de manifestado con palabras y acciones. No tenemos otro testimonio para dar:
tanto amó Dios al mundo que envió a su único Hijo, no para condenar sino para
salvar al mundo (Jn 3,16-17).
Ni Jesucristo ni su
Iglesia condenan a nadie. Ambos comunican con todas sus fuerzas el llamado a la
vida digna, plena y abundante (Jn 10,10); a la fiesta de la vida donde cada
persona es revestida de la dignidad de hijo e hija de Dios (Mt 22,1-14). Este,
es nuestro mensaje al mundo entero. Únicamente nos salvamos en la solidaridad
con las personas vulneradas en sus derechos y su dignidad (Mt 25,31-46),
entonces, cada quien se condena por su falta de amor (Jn 14,24) o se salva
porque amó guardando las palabras del Maestro (Jn 14,23).
Hoy más que nunca,
en medio de tantos fundamentalismos religiosos, incluso también dentro del
cristianismo, y al que no escapa la Iglesia Antigua – Diversidad Cristiana, urge
comunicar claramente y sin ambigüedades el mensaje de Jesucristo, que invita al
encuentro y al diálogo, al respeto y a la aceptación de la diversidad de
pensares y sentires; un mensaje de liberación, de sanación y de inclusión (Lc
4,18-19). En medio de tantas voces que dicen hablar en nombre de Dios, urge
discernir sus contenidos pero sobre todo sus acciones (Mt 7,20), porque quien
habla verdaderamente en nombre de Dios, esencialmente ama (1Jn 4,20) y sirve
(Jn 13,14) en solidaridad (Mt 35,31-40).
El Espíritu Santo
nos convoca a construir un modelo de Iglesia alternativo a los existentes. Como
“iglesia antigua” debemos tener como referencia a las primeras comunidades que
se caracterizaron por el amor fraterno (Hch 4,32-37) al punto que la gente
decía de esas comunidades eclesiales “miren como se aman” según el testimonio
de Tertuliano. Signos de ese amor son la escucha, el diálogo, el respeto, la
aceptación de la persona diferente, la actitud de incluir a pesar de que no
piense igual, la solidaridad en el relacionamiento. Sentimos la invitación de
Jesús y tenemos la certeza de que el Espíritu Santo nos guía en la construcción
de “otra iglesia posible” a pesar de
nuestras limitaciones personales y colectivas.
El clero de la Iglesia
Antigua – Diversidad Cristiana debería caracterizarse por su capacidad de
rescatar todo lo novedoso de la antigua iglesia de los primeros siglos, una iglesia
testificante y profética; servidora y solidaria; dialogante hacia adentro, a través
de los concilios y hacia fuera, con la sociedad y la cultura; inclusiva de la
diversidad de gentes, de pueblos, de culturas, de expresiones litúrgicas.
Pidamos al Espíritu
Santo la fuerza para continuar con el testimonio de Jesucristo en nuestro
entorno. Que así, como acompañó a la Iglesia naciente en la tarea
evangelizadora, nos acompañe ahora en estos tiempos modernos, renovando y
actualizando el mensaje de Jesucristo a las nuevas realidades, hacia adentro y
hacia afuera de la Iglesia Antigua – Diversidad Cristiana.
Feliz Pentecostés.
Buena semana para
todos y todas, llena del Espíritu Santo.
+Julio, Obispo de
la IADC.
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