Teologías de la Liberación (ensayo)

Nuevos acercamientos a la teología de la liberación
Autor: Julio Vallarino




Presentación

Inicié estas páginas sobre Teologías de la Liberación, con la expectativa de profundizar aspectos que enriquecieran mi práctica pastoral, en la comunidad ecuménica e inclusiva en la que me desempeño como pastor. Durante el desarrollo, tuve un acercamiento a la Teología de la Liberación en África y Asia, de las que tenía escaso conocimiento, instancias de profundización de las Teología de la Liberación en América Latina, en la que había incurrido años atrás, la posibilidad de compartir con otras personas la reflexión teológica y en menos medida, la práctica pastoral.

Al ir confrontando mi práctica pastoral en la Iglesia Diversidad Cristiana, con los aportes teóricos y referencias bibliográficas, descubrí que habíamos reproducido, tal vez inconscientemente, tal vez porque mayoritariamente provenimos de la Iglesia Católica Apostólica Romana, la estructura de las Comunidades Eclesiales de Base, donde no desarrollamos acciones alternativas a los modelos propuestos desde el macrosistema cultural normativo, sino que, algunas de nuestras acciones fueron y son alterativas, habiendo corrompido los mandatos y levantado propuestas liberadoras, aunque con el convencimiento de que aún nos queda mucho camino por recorrer, en la contribución a la creación de otro mundo, otro cristianismo y otra iglesia posibles.


1.     Análisis retrospectivo

Finalizada la lectura de los materiales, dos interrogantes me motivan a  reflexionar en estas páginas, a la luz de la Teología de la Liberación Latinoamericana:

-       ¿quienes son los grupos oprimidos y opresores en el contexto uruguayo actual? (= marco axiológico) y

-       ¿cómo hablar, desde nuestros contextos y en nuestros contextos, de Dios? (= pregunta teológica central)

1.1.         Los grupos oprimidos y opresores en el Uruguay actual.

Sin lugar a dudas, las personas empobrecidas continúan situándose entre los grupos oprimidos, quienes han sido denominados comúnmente como “los pobres”, en la Teología de la Liberación Latinoamericana; actualmente podemos identificar personas:

-       que residen en asentamientos urbanos en las periferias de las ciudades o en tugurios,
-       que se encuentran en situación de calle o con precariedad en sus viviendas (de nylon, cartón, costaneros),
-       que venden “a voluntad” en los ómnibus como una nueva forma de mendicidad,
-       que recolectan residuos en contenedores urbanas para luego comercializar (papel, cartón, plásticos),
-       que cuidan coches en lugares de estacionamiento a cambio de una propina,
-       que limpian parabrisas, cuando los autos se detienen en cruces importantes de la ciudad, a cambio de propina,
-       que trabajan en empleos domésticos y rurales, entre otras modalidades de pobreza.

Sin embargo, la categoría “persona oprimida” trasciende a la de “persona pobre”, por lo menos en la clasificación tradicional, ya que muchas situaciones de injusticia se dan en contextos no pobres, como por ejemplo la inequidad de género en materia laboral, la violencia doméstica, la penalización de la adolescencia y la juventud, la fobia hacia las personas gltb, la discriminación hacia las personas que viven con vih, entre otras formas de desigualdades, exclusiones y opresiones.

Esta realidad, revela un desequilibrio de poder instalado en las relaciones humanas, si hay personas empobrecidas es porque otras han acumulado más de lo que necesitan, si hay personas oprimidas es porque hay otras que oprimen, si hay personas discriminadas es porque hay otras que discriminan, si hay personas excluidas es porque hay otras que excluyen. Este desequilibrio de poder genera dominación, sometimiento y control de unas personas sobre otras.

En el Uruguay de hoy, no llama la atención, ver en estos grupos de poder al sistema político, fundamentalmente los partidos tradicionales, pero no excluyentemente y a los sectores fundamentalistas del sistema religioso, especialmente a Iglesias Evangélicas Pentecostales y jerarquía de la Iglesia Católica Apostólica Romana, que son funcionales a las estructuras y dinámicas del poder que genera situaciones de opresión. A continuación se presenta un panorama del contexto religioso uruguayo.

1.2.         El contexto uruguayo.

Uruguay es un pequeño país de la América Latina, con una población algo superior a los tres millones de habitantes. En cuanto a la demografía religiosa, podemos afirmar que es diversa:

-       el 45,1% de la población se identifica como católica apostólica romana, sin embargo la gran mayoría no es practicante;
-       el 10,5% como cristianos no católicos romanos, pertenecientes a) las iglesias protestantes de tradición: anglicanos, luteranos, metodistas, valdenses; b) las iglesias evangélicas pentecostales, c) las iglesias orientales: ortodoxa griega, ortodoxa armenia, etc.;
-       el 0,7% como afro umbandistas; un dato no menor, es que el 2 de febrero, fiesta cristiana donde se conmemora la presentación de Jesús en el Templo y la purificación de María, la comunidad de fe afro umbandista conmemora, mediante un sincretismo religioso, Iemanjá, la diosa del mar, donde participan hasta un millón de personas, esta cifra contradice la información del INE respecto a que el afro umbandismo son el 0,7% de la población;
-       el 0,4% como judíos;
-       el 27,8% cree en Dios pero no mantiene ninguna afiliación religiosa (cifras del Instituto Nacional de Estadísticas, año 2007).

Sin embargo, conocemos la existencia de otras comunidades de fe existentes en el país: practicantes de la fe Bahái, de la Iglesia de la Unificación, Budistas e Islam.

El marco jurídico y normativo nacional, garantiza la libertad de culto.

Algunas festividades cristianas han sido asimiladas al calendario nacional y si bien se le cambiaron los contenidos, siguen coincidiendo con los feriados religiosos: 6 de enero (Fiesta de Reyes = regalo fundamentalmente a niños y niñas), Miércoles de Ceniza (Inicio de la Cuaresma = inicio de la semana de carnaval), Jueves y Viernes Santos (Inicio del Triduo Pascual = inicio de un fin de semana largo asociado a la semana de turismo, semana criolla, semana de la cerveza), 2 de noviembre (Día de los difuntos), 25 de diciembre (Navidad = Fiesta de la familia).

Los centros de enseñanza públicos, permiten que los miembros de grupos religiosos minoritarios falten a clase los días coincidentes con sus fiestas religiosas y las personas que practican la fe musulmana pueden, mediante acreditación, salir de sus trabajos los días viernes más temprano.

Las distintas comunidades de fe se agrupan en cuatro importantes espacios:

-       el Consejo Latino Americano de Iglesias (CLAI) sección Uruguay
-       el Consejo de Iglesias Cristianas del Uruguay (CICU)
-       la Federación de Iglesias Evangélicas del Uruguay (FIEU)
-       el Espacio de Diálogo Interreligioso - Uruguay

En este escenario tan diverso, es importante dialogar con el contexto desde una perspectiva plural.

1.3.         Hablar de Dios  

Sin embargo, hablar de Dios en este contexto tan diverso resulta complejo. Aún, dentro de las distintas denominaciones cristianas no es fácil. Existen tantas visiones de la Divinidad como posturas teológicas. Por lo tanto, lo primero que se hace necesario, es descubrir la ideología de quienes producen teología para entender su visión de Dios y del contexto en el cual se manifiesta.

Para quienes nos alineamos en la corriente teológica de la liberación, como la opción para descubrir a Dios, entenderle y explicarle, tenemos en el contexto latinoamericano un riquísimo depósito de experiencias que nos permiten situar a Dios, junto a “las personas perdedoras” del continente: la colonización de los pueblos originarios; la expropiación sistemática de la riqueza natural del continente desde la colonización hasta que comenzó a agotarse y entonces se comenzó a expropiar la riqueza humana, mano de obra, jóvenes, intelectuales …; la aplicación de políticas desarrollistas que generaron mayor desigualdad a nivel continental, pero también a la interna de cada país; la instalación de las doctrinas de la seguridad nacional cuya consecuencia más sólida fue la violación sistemática de los derechos humanos y la dignidad humana; las consecuencias nefastas del nuevo ordenamiento económico de los países del norte que importan materia prima y exportan tecnologías a los países del sur, generan políticas proteccionistas del mercado promoviendo mayor desigualdad entre el norte y el sur o dicho de otra forma, “países centrales y países periféricos”.

Un contexto latinoamericano que no es para nada ajeno a la realidad uruguaya que experimentó el genocidio charrúa; la expropiación de sus riquezas al continente europeo, especialmente España e Inglaterra; las migraciones forzadas a los países ricos; las desapariciones forzadas en tiempos de la dictadura militar junto al desmantelamiento del movimiento obrero y el silenciamiento de la sociedad; el intento de privatización de las empresas estatales, la aplicación de modelos económicos producto de un capitalismo salvaje que generó empobrecimiento y exclusión.

¿Cómo hablar de Dios a personas que “encarnan el lugar de perdedor – perdedora? ¿Cómo pensar el mandato evangélico de evangelizar, la gran comisión, sin imponer, dominar, someter?

2.     Desafíos desde el contexto contemporáneo

Sin lugar a dudas, el contexto actual ofrece a la teología de la liberación latinoamericana, oportunidades que necesariamente deben ser aprovechadas, para continuar anunciando al Dios revelado por Jesucristo, un Dios que toma partido por las personas perdedoras de la historia.

Retomando algunos conceptos de las fuentes bibliográficas utilizadas:

-       continuar profundizando el diálogo entre la teología y las ciencias sociales;
-       continuar profundizando la relectura sociopolítica, fundamentalmente, de los textos bíblicos;
-       continuar profundizando el diálogo con la cultura y las subculturas, o diversas expresiones culturales dentro de una misma cultura;
-       ser consciente que el hacer teología está sujeto a los “avatares históricos asumiendo un lugar, un posicionamiento y un punto de partida socio- político”;
-       hacer teología, “con – desde y – entre” las personas perdedoras (= marco axiológico), al decir de Gutiérrez “hablar de la teología como reflexión crítica sobre la praxis” y yo reforzaría el concepto “sobre” y no “de” la praxis;
-       otro elemento importante, al decir de JL Segundo “establecer la sospecha hermenéutica”, cuestionando nuestro discurso y nuestra acción desde la teología de la liberación, puesto que podríamos estar “encarnando al opresor”;
-       continuar profundizando el diálogo con las otras comunidades de fe.

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