Anotaciones para una "MATROLOGÍA" eclesial
Introducción
El
presente trabajo pretende recuperar, algunos testimonios de mujeres que transgredieron
el mandato social imperante en occidente, productos del patriarcado que también
se impuso en la Iglesia Antigua. Mujeres que asumieron el liderazgo con un
fuerte protagonismo en el desarrollo de la Iglesia.
Consta de una introducción donde se reseña brevemente,
las transgresiones de las mujeres que han buscado un lugar de liderazgo tanto
en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, para luego, dar paso al trabajo en
sí: “Anotaciones para una Matrología eclesial”, para lo cual desarrollamos tres
perfiles: María Magadalena (apóstol), Tecla (predicadora) y Egeria (peregrina y
escritora).
Ya en
el Antiguo Testamento, podemos reconocer algunas mujeres que desafiaron al
sistema patriarcal imperante: Tamar (Gn 38), Débora (Jue 4-5), Jezabel (1 y 2
Re), Ruth (libro de Rut), Esther (libro de Esther). El movimiento
contracultural, generado a partir del cristianismo, nos presenta en el Nuevo
Testamento, otras mujeres que continuaron desafiando al patriarcado: Febe es
quien lleva la carta a las iglesias de Roma y en los saludos, Pablo menciona a
veintiocho personas entre las cuales se encuentran seis mujeres solas: María (v
6), Trifena y Trifosa (v 12 a), Péside (v 12 b), la madre de Rufo (v 13 b), la
hermana de Nereo (v 15 b), señalando a cuatro de ellas sin referencia a ningún
hombre y destacando su trabajo en la iglesia; y tres mujeres en matrimonio
Prisca (v 3-5 a), Junia (v 7 a) y Julia (v 15 a)[1].
Posteriormente,
en la iglesia primitiva, también encontramos referencias al rol de la mujer en
la vida eclesial: la apóstol María Magdalena, la profetisa Ana; la predicadora
Tecla, la pastora Febe, la mártir Perpetua[2].
En
complementariedad con los Padres de la Iglesia, siempre hubo mujeres, cuya
creatividad y actitud para sortear los obstáculos de la sociedad patriarcal,
son la prueba de que es posible desarrollar la “matrología” dentro de la
historia de la Iglesia.
Las mujeres en la Iglesia Apostólica
1. María
Magdalena, apóstol.
María
Magdalena es mencionada tanto en los evangelios canónicos del Nuevo Testamento,
como en los evangelios apócrifos, como una especial discípula de Jesús. Es de
especial importancia para las corrientes gnósticas del cristianismo.
En
los Evangelios canónicos, tanto Marcos como Mateo y Juan, la sitúan en la
escena de la crucifixión (Marcos 15,45-47; Mateo 27,55-56; Juan 19,25) y
testigo ocular, tanto de la sepultura, (Marcos
15,47; Mateo 27,61) como de la resurrección de Jesús (Marcos 16,1-5;
Mateo 28,1-5; Lucas 24,1-10; Juan 20,1-2), danto testimonio de la resurrección
a los apóstoles varones. También fue testigo de una cristofanía (Juan
20,11-18).
En
los escritos apócrifos, se la presenta como testigo de la resurrección:
“A la mañana del domingo, María la de Magdala, discípula del
Señor -atemorizada a causa de los judíos, pues estaban rabiosos de ira, no
había hecho en el sepulcro del Señor lo que solían hacer las mujeres por sus
muertos queridos-, tomó a sus amigas consigo y vino al sepulcro en que había
sido depositado” (Evangelio
de Pedro. Fuente: Aurelio de Santos Otero. Los Evangelios Apócrifos. Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 1985, págs.
375-93. )[3].
Otros
escritos dan testimonio del lugar que ocupaba en la comunidad eclesial:
“Simón Pedro les dijo: «¡Que se aleje Mariham
de nosotros!, pues las mujeres no son dignas de la vida». Dijo Jesús: «Mira, yo
me encargaré de hacerla macho, de manera que también ella se convierta en un
espíritu viviente, idéntico a vosotros los hombres: pues toda mujer que se haga
varón, entrará en el reino del cielo» (Evangelio de Tomás, logion 114. Fuente: Los Evangelios Apócrifos, por
Aurelio De Santos Otero)[4];
“Tres (eran las que) caminaban continuamente
con el Señor: su madre María, la hermana de ésta y Magdalena, a quien se
designa como su compañera [κοινωνος]. María es, en efecto, su hermana, su madre
y su compañera” (Evangelio
de Felipe, logion 32. Fuente: Los Evangelios Apócrifos, por Aurelio De
Santos Otero )[5];
“Pedro añadió, -¿es posible
que el Maestro haya conversado de ese modo con una mujer, acerca de secretos
que nosotros ignoramos? ¿Habremos de cambiar nuestras costumbres y escuchar
todos a esta mujer?- … María entonces rompió a llorar. Dijo a Pedro: -Pedro,
hermano mío ¿qué tienes en la cabeza? ¿crees que yo sola me lo imagino?- … Leví
tomó la palabra: -Pedro tú siempre has sido un impulsivo, veo ahora que te
ensañas con una mujer, como lo hacen nuestros adversarios. Sin embargo, si el
Maestro la ha hecho digna ¿quién eres tú para rechazarla?” (Evangelio de María Magdalena 17,14-19; 18,1-4
y 7-12. Fuente: materiales del curso)[6].
Sin
lugar a dudas, estos textos nos permiten rescatar algunos aspectos de la figura
de María Magdalena:
·
proximidad y conocimiento de Jesús (discípula
y testigo de los dichos y hechos)
·
liderazgo frente al grupo de mujeres (siempre
nombrada en primer lugar)
·
liderazgo frente al grupo de varones (anuncia
la resurrección y el envío en los escritos canónicos y es puesta en igualdad de
condiciones en los escritos apócrifos, a los discípulos varones)
·
reconocimiento por parte de algunos grupos
gnósticos del liderazgo y figura de María Magdalena.
También
son testigos del rechazo de la iglesia patriarcal al protagonismo femenino
dentro de la Iglesia donde, estos testimonios de los escritos apócrifos se
suman a las enseñanzas de los Padres:
“Como en todas las iglesias
de los santos, las mujeres cállense en las asambleas; que no les está permitido
tomar la palabra antes bien, estén sumisas como también la Ley lo dice. Si
quieren aprender algo, pregúntenlo a sus propios maridos en casa; pues es
indecoroso que la mujer hable en la asamblea” (Tertuliano,
Adversus Marcionen 5,8,11-12).
2. Tecla
la predicadora.
La
única fuente que menciona a la predicadora Tecla son Los Hechos de Pablo y Tecla[7].
Según este documento, era una joven de Iconio que al escuchar la predicación
del apóstol Pablo se convirtió al cristianismo dejando su prometido (capítulo
2) haciéndose en discípula del apóstol, luego es condenada a muerte y salva su
vida milagrosamente (capítulo 5), acompañando a Pablo en la predicación
nuevamente debe enfrentar otras condenas (capítulos 6 – 9), enviada a predicar
por el apóstol (capítulo 10). Finalmente, al concluir el escrito se reconoce a
Tecla como mártir, apóstol y virgen (11,15).
De
la lectura del documento podemos destacar los siguientes aspectos:
·
convertida al cristianismo se hace discípula
de Pablo
·
da pruebas de fidelidad a su vida cristiana
·
es enviada por el apóstol a predicar
·
reúne mujeres en torno a sí, a las que enseña
y lidera
·
el escrito la coloca como “apóstol”.
3.
Egeria,
peregrina y escritora
Fue
una importante escritora del siglo IV. Al parecer originaria de la provincia
romana Gallaercia en Hispania, de familia noble
y culta. Una mujer de profunda religiosidad e ilimitada curiosidad.
Del
año 381 al 384 recorrió lugares santos en Egipto, Palestina, Siria,
Mesopotamia, Asia Menor y Constantinopla, dejando por escrito sus impresiones
en su obra Itinerarium Egeriae donde relata, para sus hermanas monjas, con
detalle el viaje a través de la red de caminos utilizados por las legiones
romanas para desplazarse por el territorio del imperio, utilizando como lugar
de hospedaje las casad de postas y en otras oportunidades las hospederías de
los monasterios. Pareciera que contó con algún sistema de protección militar en
territorios peligrosos:
“comenta a sus hermanas: « A partir de este punto despachamos a los
soldados que nos habían brindado protección en nombre de la autoridad romana
mientras nos estuvimos moviendo por parajes peligrosos. Pero ahora se trataba
de la vía pública de Egipto, que atravesaba la ciudad de Arabia, y que va desde
la Tebaida hasta Pelusio, por lo que no era necesario ya incomodar a los
soldados.» (Fuente: http://www.viajeros.com/articulos/563-egeria-la-primera-peregrina).
Se
la identifica como monja abadesa, peregrina y escritora. Se caracterizó por ir
contra las reglas sociales y eclesiales y emprender una peregrinación hacia la
ciudad santa de Jerusalén, desafiando el sistema patriarcal al emprender
tremenda iniciativa. Era reconocida como una celebridad por la dirigencia
eclesial, presbíteros y obispos y especialmente por monjes.
Sus
escritos nos permiten conocer un cristianismo naciente donde ubica con lujo de
detalles los lugares santos y especialmente los monasterios.
De
sus escritos se desprende que:
·
gozaba de gran prestigio social y cultural,
no solo en su región sino en el territorio del imperio
·
perfecto domino del griego y el latín
·
perfecto conocimiento de las Escrituras y de
la geografía bíblica
·
abúndate información histórica
·
asunción del rol de “mujeres viriles”[8]
·
en su trayecto conoció a muchos Padres y
Madres del Desierto proporcionando valiosa información sobre el movimiento
monástico del siglo IV
·
desafió el sistema patriarcal permaneciendo
soltera y sin recluirse en un monasterio, exponiéndose a los desafíos de ser
peregrina.
Conclusiones
Tengo la certeza de que en la época patrística, también podemos
reconocer una matrología afianzada, representada por mujeres que lograron hacer
frente al sistema patriarcal y generar brechas donde desarrollarse y
consolidarse, asumiendo funciones destinadas social y culturalmente para los varones.
Los
tres perfiles que mencionamos en estas páginas, María Magdalena, Tecla de
Iconio y Egeria son sólo tres ejemplos de mujeres que pueden ser consideradas
Madres de la Iglesia que, junto a los Padres de la Iglesia, pusieron las bases
del cristianismo.
A
comienzos de la época patrística aún tenemos claros indicios de la participación
activa de las mujeres en el liderazgo eclesial. Orígenes (siglo II) comparaba a
Febe con las viudas de la carta a Tito en sus Comentarios a Romanos 10,17. También
en Ignacio de Antioquía (siglo II) encontramos
un saludo a las vírgenes y a las viudas en su Carta a Filipenses 15. También en
la Didascalia Apostolorum (siglo III) y
en las Constituciones Apostólicas (siglo IV)
se mencionan a las diaconisas. Sin embargo, se
fue limitando cada vez más la participación de las mujeres en el liderazgo eclesial,
hasta llegar a nuestros días, donde casi no forman parte de la estructura de
liderazgo eclesiástico.
Considero fundamental recuperar la memoria del movimiento
cristiano de los primeros siglos y el testimonio de estas mujeres que
desafiaron al sistema patriarcal que las limitaba en sus derechos y dignidad,
asumiendo roles y funciones que escandalizaron a sus contemporáneos, sin
embargo, son la fuerza que permite que hoy volvamos a las fuentes y
reencontrarnos con los fundamentos bíblicos
y patrísticos que aseguran que la iglesia de los primeros siglos contaba
con mujeres en el liderazgo, desarrollando roles como diáconas, predicadoras,
misioneras, profetizas y hasta apóstoles según el Espíritu Santo les daba sus
dones.
Autor: Julio Vallarino
Bibliografía general
ISHA: La mujer según la Biblia. Corea.
Ed. Sociedades Bíblicas Unidas, 2010.
NUEVA BIBLIA ESPAÑOLA. Madrid.
Ed. Cristiandad, 1975
HOLMAN:
Diccionario Bíblico Ilustrado. China,
B&H, 2008
ROCCO
TEDESCO, Diana: Materiales del curso.
VIDAL,
César: El Nuevo Testamento – INTERLINEAL
– Griego Español. EEUU, Ed. Grupo Nelson, 2011
Fuentes
ISHA: La mujer según la Biblia.
Corea. Ed. Sociedades Bíblicas Unidas, 2010.
NUEVA BIBLIA ESPAÑOLA.
Madrid. Ed. Cristiandad, 1975
Artículos consultados en intenet
[1] HANKS Tomás: El Evangelio Suvbersivo
pág 141
[2] ROCCO Diana: Materiales del curso MUJERES EN LA IGLESIA ANTIGUA
[3] Conocido sólo por fragmentos a través
de un manuscrito encontrado en Egipto. Escrito probablemente en la primera
mitad del siglo II. La primera referencia encontrada respecto de este Evangelio
está en la Historia Eclesiástica de Eusebio de Cesarea, donde al parecer, una
comunidad cristiana en Cilicia (Asia Menor) tenía conocimiento y utilizaba este
documento, relacionándoselo con el docetismo.
[4] Contiene 114 dichos atribuidos a
Jesús. Se conserva en un papiro copto descubierto en 1945 en Egipto. Según
algunos estudiosos, sería contemporáneo de los Evangelios canónicos. Hipólito
de Roma hace referencia al Evangelio de Tomás citando un logión. También Ireneo
cita el Evangelio de Tomás. Igualmente, Cirilo de Jerusalén lo menciona, pero
esta vez para descalificarlo asociándolo al dualismo maniqueo.
[5] Contiene 143 dichos y parábolas
atribuidos a Jesús. Descubierto en la segunda mitad del siglo XX. Se lo puede
fechar entre los siglos II ó III. Tiene una clara orientación valentiniana.
[6] Nos llegan apenas algunos fragmentos
de este Evangelio apócrifo que algunos estudiosos lo ubican en el siglo II
debido a la influencia de ideas gnósticas. De él se conservan dos fragmentos,
uno escrito en griego y otro más extenso en copto, seguramente traducido del
griego.
[7]
Escrito en griego hacia el siglo II, narra la vida de Tecla, una joven virgen
de la ciudad de Iconio. Las numerosas menciones de los Padres de la Iglesia:
Cipriano, Eusebio, Epifanio, Agustín, Gregorio Nacianceno, Juan Crisóstomo
entre otros, sugieren que era muy difundido en el cristianismo antiguo. A
través de él se puede constatar que las mujeres predicaban y bautizaban a pesar
de que Tertuliano arremetió contra esto.
[8] María
Dolores Mirón Pérez (vid., infra,
"Bibliografía"), ha resumido a la perfección los avatares de este
jalón en la lucha histórica por la igualdad de sexos: "Este fenómeno [el de las "mujeres viriles"],
propio del siglo IV, fue la culminación de un proceso iniciado en Roma en
tiempos de la República, de progresiva emancipación femenina, en particular en
las clases altas. Proceso, no obstante, que no fue ni generalizado ni
completado. El derrumbamiento del Imperio y las invasiones bárbaras, con la
subsiguiente inseguridad que conllevaba para los viajes, así como la oposición
mayoritaria de los padres de la Iglesia, que no acababan de ver con buenos ojos
tanta independencia en una mujer, pusieron freno a estos atisbos de libertad
femenina" (Fuente: http://www.mcnbiografias.com/app-bio/do/show?key=egeria2).
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