Estaré con ustedes todos los días hasta el fin

Reflexión semanal en el Domingo de la Ascención.

“Así pues, los once discípulos se fueron a Galilea, al cerro que Jesús les había indicado. Y cuando vieron a Jesús, lo adoraron, aunque algunos dudaban.

Jesús se acercó a ellos y les dijo: —Dios me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, a las gentes de todas las naciones, y háganlas mis discípulos; bautícenlas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Por mi parte, yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo” (versión Biblia de Estudio Dios Habla Hoy Mt. 28,16-20).



1-    El lugar teológico de la Misión:

Galilea, la tierra de las personas discriminadas y excluidas, vulneradas en sus derechos y su dignidad, es el lugar del encuentro entre Jesús, el Señor Resucitado y el movimiento de personas que se llaman discípulas y discípulos de Jesús, la Iglesia.

El encuentro y el acto de adoración no se produce en un lugar sagrado sino en el lugar de lo profano, lo impuro, lo despreciable: Galilea de los gentiles.


2-    El alcance de la Misión:

Una comunidad que se denomina cristiana pero no se establece entre las personas empobrecidas, discriminadas y excluidas por el poder, no sigue los mandamientos de Jesús.

Una comunidad que se denomina cristiana pero juzga, discrimina, excluye en nombre de Dios, no sigue los mandamientos de Jesús.

Una comunidad que se denomina cristiana pero se limita a los actos de culto, no comprometiéndose en la transformación de las estructuras injustas que oprimen a millones de personas, no sigue los mandamientos de Jesús.

Las gentes de todas las naciones, es la totalidad de la humanidad. Anunciar otro mundo posible, donde la justicia, la solidaridad y la equidad son realidades es la misión que Jesús confió a la Iglesia.


3-    Realidad eclesial.

Jesús, el Señor Resucitado ya no está entre los suyos. La Iglesia, nosotras y nosotros, está sola en medio del mundo y en medio de sus propias contradicciones, con la misión de anunciar una utopía. Nos anima la esperanza en la promesa: Jesús está aquí y ahora.

Está en el servicio solidario a las personas vulneradas en sus derechos y su dignidad.

Está en la comunidad que celebra y vive la radicalidad del Evangelio.

Está, en la medida que en su memoria, sus discípulas y discípulos, construimos la unidad a partir de la diversidad.

Buena semana a todas y todos.
Obispo Julio.

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