El Evangelio de Juan - octava entrega
EVANGELIO DE JUAN /Robert E. Goss
Traducido por nuestra hermana MCRP
EL SIDA, PASIÓN Y MUERTE DE JESÚS
Judas traiciona a Jesús con la policía del templo, cuyo primer intento de arrestarlo falló (7. 32-45) Es llevado a Anás y Caifás, pero el foco de la narración está afuera, en Pedro y sus negaciones. Esto es contrastado con la devoción del Discípulo Amado, cuyo amor y devoción valiente hacia Jesús lo lleva al pie de la cruz. Juan lo coloca con la madre de Jesús y las mujeres, al pie de la cruz, mientras observan su muerte.
Los judíos llevan a Jesús ante Pilatos, por un veredicto y una ejecución. Pilatos informa al líder judío: “No encuentro ningún delito en este hombre” (18.38) Intenta una solución, ofreciendo a la multitud de fundamentalistas la liberación de un prisionero por la Pascua. La enardecida multitud elige a Barrabás, en lugar de a Jesús. El Cuarto Evangelio suprime toda iniciativa y complicidad romana en la muerte de Jesús. Pilatos es absuelto de su culpa en el diálogo con Jesús y, de hecho, pasa la culpa a los judíos: “Los de tu nación y los jefes de los sacerdotes son los que te han entregado a mí” (18.35)
En la cruz, Jesús manifiesta la mostración de Dios como un sufriente amable y compasivo con el mundo. El odio, el fundamentalismo, la homofobia, la misoginia, el racismo y todos los sentimientos similares, colgaron a Jesús de la cruz.
En Juan 19.26-7, en la crucifixión, Jesús mira al Discípulo Amado para que tome su lugar. Pone a su madre al cuidado de este discípulo y a él al cuidado de su madre: “Madre, ¡he aquí a tu hijo!...he aquí a tu madre!” Goss escribe: “He atestiguado a menudo la repetición de este hecho de adopción (entre el Discípulo Amado y María) en el lecho de muerte de hombre gay muriendo de SIDA con sus compañeros y sus familias. Es la entrega personal de algo no terminado, frente a la muerte y a la tragedia personal. Las parejas gay y las madres de gays fallecidos, han vuelto a representar la escena demasiadas veces, formando una manta humana para compartir su pena y una comunidad que busca apoyo en medio de la tragedia.” (Goos 2000: 213)
Jesús elige a su sucesor dentro de su familia. Es simbólico de su sucesión dentro de la comunidad cristiana. El Discípulo Amado y la madre de Jesús crean una nueva familia de elección, aceptando la responsabilidad de continuar el ministerio de Jesús en el momento de la muerte. Aquí, en los últimos momentos de su vida, Jesús establece una familia de elección, basado en su homoerótica relación con el Discípulo Amado. Muchas iglesias cristianas fundamentalistas toman el papel de los romanos, crucificando a Cristo, y tratan de destruir las familias homoeróticas de elección. Sus campañas, no solo bloquean el matrimonio del mismo sexo, sino que rechazan todo reconocimiento legal de uniones civiles y comunidades domésticas son de espíritu cruel, tratan de herir a estas familias. Intentan anular los beneficios a estas familias, beneficios que proporcionan cobertura médica para muchos miles de niños de parejas gays y lesbianas. El altar de la heterosexualidad debe ser preservado, contra la gracia gratuita, la vida no-convencional de Jesús y su mensaje. Jesús responde: “Todo está terminado”. Su cuerpo está roto por un sistema político y religioso que debía separarse de la gracia gratuita de Dios. Era demasiado peligroso permitir que esto ocurriera. Dios no puede ser atado, controlado o regulado.
Las personas “queer”, han tenido que aprender a crear una cultura de amor y compasión ante la muerte por SIDA, cáncer de mama, violencia y la opresión de sus derechos humanos. Vemos la realidad de la muerte biológica y social, sobre una base regular. Pero, como cristianos, nos damos cuenta de que no estamos solos. La muerte no es la ausencia de Dios, sino que envuelve la presencia activa de Dios. No nos abandona, como no abandonó a Jesús. Dios está muy presente en Jesús, hasta su último aliento. Luego, aparece su presencia, en su total gloria. La resurrección de Jesús por Dios es el evento más “queer” de la historia, desde la creción del universo.
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Próxima entrega: María Magdalena, la apóstola de la Resurrección.
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