Queremos ser la voz de las Personas Trans - Carta Pastoral en el mes de la Diversidad Sexual
Mensaje
Pastoral en el mes de la Diversidad Sexual:
Queremos
ser la voz de las Personas Trans
Tengan mucha paz.
Con motivo de la
conmemoración del mes de la Diversidad Sexual y considerando que en el contexto
uruguayo se está debatiendo el proyecto de Ley Integral sobre las Personas
Trans, pero que no es un tema ajeno a la realidad latinoamericana, este año
queremos hacer especial énfasis en los derechos y la dignidad de las personas
trans, como verdaderas personas creadas “a imagen y semejanza de Dios” (Gn
1,27), una Divinidad que no es varón ni es mujer, que no responde a las
categorías binarias de sexo y género. Pero muy especialmente, queremos enviar
nuestro mensaje de solidaridad a la infancia y adolescencia trans, Así como
Jesucristo “asumió la naturaleza humana haciéndose uno de la multitud” (Fil
2,7), la Iglesia Antigua – Diversidad Cristiana asume hoy la voz de niños,
niñas y adolescentes trans, personas silenciadas e invisibilizadas en nuestra
sociedad y nuestra cultura patriarcal y machista.
1. El contexto uruguayo
Con la asunción del Frente
Amplio al gobierno nacional, en la primera década del año 2000, la sociedad
uruguaya inició un proceso de consolidación de derechos, especialmente de
grupos vulnerados históricamente, entre ellos las personas GLTBI:
Ley 17.817: Comisión Honoraria contra el
Racismo, la Xenofobia y toda forma de Discriminación (6 de setiembre de 2004);
Ley 18.246: Unión Concubinaria (27 de
diciembre de 2007) que garantiza el derecho a la seguridad social de parejas
que no estaban en matrimonio, incluidas las parejas de personas GLTBI;
Ley 18620: Regulación del derecho a la
identidad de género, cambio de nombre y sexo registral (25 de octubre de 2009)
que garantiza el derecho a la modificación registral, tanto del nombre como del
sexo a partir de la autopercepción de la persona;
Ley 18.590: Disposiciones relativas a la
adopción (16 de octubre de 2009) que garantiza el derecho a adoptar por parte
de parejas del mismo sexo;
Ley 19.075: Matrimonio Igualitario y
adopción (3 de mayo de 2013): que garantiza el derecho al matrimonio en las
parejas del mismo sexo en las mismas condiciones y sin diferencia alguna de las
parejas heterosexuales;
Ley 19.167: Regulación de las Técnicas de
Reproducción Humana Asistida (22 de noviembre de 2013): que garantiza el
derecho a las mujeres, independientemente de su estado civil a la maternidad
biológica.
Actualmente se
encuentra en el Parlamento la “Ley Integral para Personas Trans” donde se
menciona la Infancia Trans en los artículos 5 y 17 explícitamente, pero indirectamente
también los artículos 12 y 13 hacen referencia.
Nos encontramos en un
tiempo de revolución cultural, de luchas ideológicas y de construcción de
ciudadanía, donde los paradigmas de familia, matrimonio, sexo y género están en
pleno proceso de revisión y reconstrucción; no sin resistencia del
fundamentalismo político que responde a corrientes de derecha, aliados con
movimientos conservadores del cristianismo, como el neopentecostalismo y los
grupos conservadores católico romanos.
Si bien, esta batería
de leyes que garantizan los derechos humanos y ciudadanos de las personas GLTBI
son necesarias para construir equidad ciudadana dejan en evidencia la
fragmentación social en que se encontraba y se encuentra nuestra sociedad donde
no todas las personas tenían y tienen los mismos derechos. Una sociedad que se
considere democrática e inclusiva no necesitaría regular el acceso a la
identidad, a la educación, a la salud, al trabajo, la formación de una familia,
etc. de determinados grupos de ciudadanas y ciudadanos. Aquí no estamos
reivindicando derechos especiales para las personas trans, estamos exigiendo el
cumplimiento pleno de los derechos que tienen toda la ciudadanía, comenzando
por el derecho a la identidad.
2. Las personas trans vulneradas en
sus derechos y su dignidad.
A pesar de los
esfuerzos realizados en materia de políticas sociales, de acuerdo a las
entrevistas realizadas a integrantes del colectivo de personas trans, aún
existen realidades de discriminación y
exclusión, donde sus derechos continúan siendo vulnerados (Testimonios de
personas trans, 2009 – 2018):
la población trans se concentra
fundamentalmente en los sectores más pobres de la sociedad
las mujeres trans enfrentan grandes
dificultades para acceder al mercado laboral, a diferencia de los hombres
trans, finalizando la mayoría de las veces como trabajadoras sexuales
las personas trans tienen una expectativa
de vida de 35 años contra el resto de la población uruguaya que es de 70 años y
más
el rechazo, la discriminación y violencia
primero en el ámbito familiar, luego en el barrial y finalmente en el
estudiantil produce la expulsión del hogar, la expulsión del sistema educativo,
la culpabilización, la depresión, la angustia, teniendo como consecuencias el
alcoholismo, la drogadicción, la explotación sexual y el suicidio.
3. La infancia y adolescencia trans,
una realidad silenciada e invisibilizada.
La infancia trans está
invisibilizada pero exite, está silenciada pero existe, es censurada cada vez
que intenta “decir la palabra”. Permitirles “decir la palabra”, expresar
quienes son realmente, sin los moldes, sin las máscaras que impone la cultura
dominante, es transformar su mundo, es liberar su ser más íntimo, es consolidar
su identidad. El mundo adulto tiene que permitirse escuchar a la infancia, y a
la infancia trans como parte de ella. Y esa escucha debiera transformarse en
diálogo liberador, porque la escucha es aceptación del otro o la otra en su
“otredad” y su “diversidad” y todo diálogo está impregnado de acción y
reflexión.
Decir la palabra,
transformar el mundo, no puede ser
privilegio únicamente de las personas heterosexuales, de la cultura
heteronormativa, de quienes se ajustan a las categorías binarias de sexo y
género. La palabra, sobre sí mismo o sí misma, debe ser dicha por cada una de
las personas que forman parte de la humanidad en su más amplia diversidad. Este
derecho es de todas las personas, por lo tanto, también de la infancia trans.
Pero la realidad actual nos muestra que a la infancia trans se la silencia e
invisibiliza; se la domestica, es decir, durante las primeras censuras a sus
manifestaciones, se crea una conciencia pasiva de sumisión, tanto a los
progenitores que son los primeros en censurar, como al sistema que refuerza las
acciones en el entorno familiar: “los niños van al baño de los niños”, “las
niñas van al baño de las niñas”; “los niños juegan a la pelota”, “las niñas a
las rondas”, etc. Progresivamente, se genera una actitud de aceptación de la
realidad impuesta, sin la posibilidad de liberarse. Esta situación hace que la
infancia trans renuncie a su identidad (la palabra sobre sí mismo - misma),
perdiendo la capacidad de transformar su entorno y limitando considerablemente
su autonomía.
La cultura del silencio
instalada en la infancia trans es la imposibilidad de que digan su palabra,
sobre sí mismos o sí mismas, de que se manifiesten como “sujetos de derecho”,
garantía que les da la Convención Internacional de los Derechos del Niño –
artículo 3- numeral 1 (en Uruguay, Ley 16.137); es la imposibilidad de que se
construyan como ciudadanos políticos; quedando imposibilitada de expresar sus
pensamientos, manifestar su identidad, afirmar sus verdades.
Que la infancia trans
pueda pronunciar su palabra implica romper con la cultura del silencio impuesta
por la cultura heterosexual hegemónica. Debemos generar un movimiento contra
hegemónico que permita a la infancia trans decir su palabra portadora de sus
necesidades humanas de acuerdo a categorías axiológicas: subsistencia,
protección, afecto, entendimiento, participación, ocio, creación, identidad,
libertad; y de acuerdo a las categorías existenciales del ser, el tener, el
hacer, el estar; siguiendo el pensamiento de Max Neff (Desarrollo a escala
humana pp 42).
4. Nuestra actitud como discípulos y
discípulas de Jesucristo.
Lo primero es desculpabilizar. La persona
no eligió ser trans.
Debe ser acogida con aceptación y respeto.
Ser una persona trans no es fácil en una sociedad y una cultura moldeada por la
heteronormatividad, ha pasado por momentos de discriminación, de rechazo, de
incomprensión, de exclusión, por lo tanto, es importante la contención en todas
sus dimensiones. El gesto de aceptación, que puede traducirse en la mirada a
los ojos, el contacto físico, el abrazo respetuoso y afectivo son herramientas
fundamentales para establecer un vínculo.
Deben ser tratadas de acuerdo a su
identidad, es decir, por el nombre, sobrenombre o apodo elegido y el pronombre
de acuerdo al género. No corresponde preguntarles por el nombre legal si aún no
realizó el cambio de nombre en el documento de identidad, porque es exponerlas
a revivir discriminación y frustración y no le aporta absolutamente nada.
No corresponde hablar de “personas trans”
así como no hablamos generalmente de “persona hetero”. Fundamentalmente es
PERSONA.
No corresponde preguntar si se operó o no.
La reasignación de sexo o adecuación del cuerpo al género es una decisión
personal e íntima y una información confidencial a la que accederemos si la
persona desea compartirlo.
Desterremos de nuestro vocabulario el
término “travesti”. Este no se aplica a las personas trans.
Ante cualquier duda que nos surja tenemos
que preguntar, asesorarnos, respetar [yo no puedo irrespetar a la persona,
diría Paulo Freire]. Y nuestras preguntas no serán producto de la curiosidad
morbosa, sino para obtener información respetuosa y relevante a nuestra tarea.
Para ser su aliado o aliada es necesario
desarrollar la escucha desprejuiciada y brindar apoyo solidario y
contenedor.
Como integrantes de equipos educativos, de
salud, psico sociales, no deberíamos emitir juicios o dar consejos, sino
acompañar las decisiones respecto de la transformación físicas, que pudiera estar tomando, los procesos
legales y biológicos como la hormonización o la reasignación de sexo.
5. A manera de conclusión.
La Iglesia Antigua –
Diversidad Cristiana exhorta a otras iglesias a sumarse en apoyo a los derechos
y dignidad de las personas trans manifestándose públicamente en apoyo al
proyecto de Ley. Sabemos que no es cierto que la mayoría del cristianismo está
en contra del proyecto de Ley pero ciertamente está en silencio y eso le hace
cómplice de los pocos que utilizando el Evangelio de Jesucristo con fines
políticos se hacen oír en los medios de comunicación. Es un tema donde el CLAI
Uruguay, el CICU, la FIEU no pueden mantenerse en silencio porque el clamor de
las personas trans sube hasta el cielo y Dios lo escucha (Ex 3,7).
La Iglesia Antigua –
Diversidad Cristiana exhorta a los parlamentarios a no dejarse presionar por
fundamentalistas que introducen argumentos evangélicos manipulados y distorsionados
en el seno del Poder Legislativo de un país que es laico y debe garantizar el
bienestar de todos sus ciudadanos y ciudadanas. Ustedes, legisladores y
legisladoras, son responsables de que las personas trans tengan una vida plena,
digna y abundante (Jn 10,10).
La Iglesia Antigua –
Diversidad Cristiana exhorta a las personas de buena voluntad, sin importar su
credo, a sumarse en apoyo al proyecto de Ley Integral sobre Personas Trans
firmando las papeletas en apoyo al proyecto de ley puesto que no tomar partido
por las víctimas es tomar partido por los victimarios. Y sabemos que las
personas trans son expulsadas del sistema educativo, no logran acceder al
mercado laboral, son expuesta a la discriminación y la exclusión y se las ubica
entre las personas más pobres entre los pobres.
+Julio Vallarino,
Obispo de la IADC
Uruguay, 18 de
septiembre de 2018.
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