Domingo de la décima novena semana del Tiempo de Misión en la Diversidad - Quién la tiene más grande?




30 de septiembre
Mc 9, 38-40


1.     El texto en su contexto:

Jesús continúa en la casa de Cafarnaún en diálogo con la comunidad apostólica (vv 33). El evangelista Marcos aprovecha este escenario para compartir una serie de dichos y enseñanzas de Jesús, como una especie de “instrucción comunitaria” (vv 33-49). El texto de hoy presenta al apóstol Juan celoso y preocupado porque alguien que no pertenecía a la comunidad apostólica actuaba en nombre de Jesús (vv 38), afirma: “se lo impedimos porque no era de los nuestros”.

El planteo del Maestro es desconcertante. Desautoriza la acción emprendida por la comunidad apostólica y avala el ministerio de quien actuaba en su nombre (vv 39) sin pertenecer al círculo de “los elegidos”. Con una sutileza magistral abre las puertas a todas las personas de buena voluntad. No se necesita ser parte de la comunidad apostólica para aceptar y proclamar a Jesús. Estar a favor, implica justamente, ser parte del Reino, de quienes trabajan por su manifestación aquí y ahora, de quienes luchan por la paz con justicia (Mt 6,33), de quienes se solidarizan con las personas vulneradas en sus  derechos y su dignidad (Mt 25,35-40).


2.     El texto en nuestro contexto:

“No es de los nuestros” (vv 38). Las jerarquías eclesiástica continúan repitiendo el error de la comunidad apostólica. Desmerecer el ministerio de un hermano o hermana, cuestionando la filiación a tal o cual denominación; cuestionado la validez de la sucesión apostólica; cuestionando la autoridad con la que actúa porque en definitiva, no es de nuestra tradición sino de otra; creer que se posee la verdad; creer que se posee una sucesión apostólica válida; creer que se cuenta con una autoridad proveniente de Dios o es otra cosa que repetir la soberbia de Juan y la comunidad apostólica.

“Dios puede sacar hijos de Abrahám de debajo de las piedras” (Mt 3.9).  Algunas iglesias han pretendido apoderarse de la voluntad y el designio divino, pero Dios no es propiedad de una o dos o más iglesias, Dios es Dios para toda la humanidad. Dios llama a quien quiere y cuando quiere sin consultar a tal o cual jerarca eclesiástico.

Lo verdaderamente importante para Dios es que seamos capaces de liberar, sanar e incluir (vv 38) a todas las personas. Dignificar al ser humano es evangelizar.

No juzguemos, no cuestionemos, no neguemos el ministerio en otras personas; el que no forme parte de nuestra tradición o denominación no significa que Dios no le llamara y enviara a actuar en su nombre. Algunos líderes eclesiásticos pareciera que compiten a ver quien la tiene más grande y no se trata de tamaño sino de como uno se desempeña –me refiero a la mitra.

Buena semana para todos y todas.
+Julio, Obispo de la IADC.

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