Teología Indigenista (ensayo)

Inculturación de la fe cristiana en la Banda Oriental:
Aproximación a una Teología Indigenista en Uruguay.
Autor: Julio Vallarino



INTRODUCCION

El objetivo del presente trabajo implica comenzar a pensar y repensar algo que hasta el momento, no era importante, ni para mí, ni para el contexto al que pertenezco. Por lo tanto, estas páginas intentarán transmitir el descubrimiento de uno de mis grandes desafíos a partir de ahora, continuar profundizando en las teologías indígenas y comenzar a investigar la espiritualidad y religiosidad de la nación charrúa, el pueblo originario que habitó en suelo uruguayo.

El presente trabajo está estructurado de la siguiente manera: en primer lugar, una breve reseña del proceso de inculturación de la fe cristiana en América Latina; en segundo lugar, una breve reseña del desarrollo de la Teología de la Liberación en el continente Latinoamericano; en tercer lugar, una breve revisión del proceso de colonización en la Banda Oriental (actualmente Uruguay), donde residía la nación charrúa; finalmente, algunas reflexiones a manera de conclusión del trabajo, dejando la puerta abierta a emprender una investigación y reflexión más seria y completa sobre el proceso de inculturación de la fe cristiana en la Banda Oriental.
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Es el desafío de escuchar otra historia, no de la voz de los vencedores sino de los vencidos, no con ánimo de revanchismos sino  de recuperar una historia y una experiencia de fe, que fue silenciada durante siglos hasta llegar al genocidio de Salsipuedes (año 1831) con el objetivo de exterminar la población indígena “rebelde” y continuar el silencio de la complicidad histórica.

Parte 1:
Proceso de inculturación de la fe cristiana en América Latina

En esta primera parte del trabajo, presentaré una breve reseña del proceso de inculturación del cristianismo en Latinoamérica.

La presencia del cristianismo en el continente es inseparable del proceso de colonización y conquista por parte de Europa, especialmente España y Portugal y la consiguiente imposición, expropiación y saqueo. Antes del 12 de octubre de 1492 se habían desarrollado en todo el continente latinoamericano diferentes civilizaciones, algunas con un importante desarrollo político, económico, cultural, social y religioso.

Europa estaba transitando algunas transformaciones profundas con implicancias religiosas, por un lado, se acababa de reconquistar la península Ibérica luego de siglos de ocupación islámica; por otro lado, se enfrentaba al nacimiento y desarrollo del protestantismo que se propagaba por toda Europa. Esto significaría que si bien en España triunfaba el catolicismo sobre los musulmanes, en los países vecinos triunfaba el protestantismo sobre el catolicismo.

Esta realidad no fue ajena a los misioneros que llegaron al continente latinoamericano, y tuvo sus consecuencias al encontrarse con la religiosidad de los pueblos originarios, calificada de paganismo. Lejos de una apertura a descubrir la religiosidad de los pueblos originarios, la actitud fue de choque e imposición. Contraria fue la actitud de la población autóctona, especialmente de la región andina, que sobre la base de antiguos mitos y leyendas esperaba la llegada de Wiraqucha, el dios blanco y rubio que arribaría por el mar para conducir a los pueblos a un importante desarrollo civilizatorio, colocándose en una situación de predisposición a la fe cristiana, traída por los españoles blancos y rubios.

Al poco tiempo, los pueblos originarios pudieron constatar que no se iniciaba un período de crecimiento y desarrollo civilizatorio, sino todo lo contrario, con la llegada de los europeos inició un período de opresión y dominación. La dominación fue política, económica, militar y religiosa.

A partir de la llegada de los europeos en 1492 hasta nuestros días, se generan, según el profesor Dr. Josef Estermann, el siguiente relacionamiento entre la religión de los pueblos originarios y la de los conquistadores:

·         Negación total de la religión y espiritualidad autóctonas
·         Paralelismo o yuxtaposición religioso
·         Incorporación de la religión autóctona por aquella de los conquistadores
·         Intentos de acumulación: adaptación de la religión autóctona a la foránea
·         Intentos de inculturación: contextualización del Evangelio en los universos religiosos autóctonos
·         Diálogo interreligioso[1]

En este proceso de inculturación se desarrollaron dos modelos; por un lado, el “modelo durazno” que responde al dualismo ontológico y metafísico dominante en la cultura occidental europea, donde el núcleo queda, intocado e inamovible, protegido contra toda transformación histórica e intercultural, mientras que la envoltura del núcleo podría adaptarse a los contextos; este modelo corresponde al de los europeos cristianos; por otro lado, “el modelo cebolla” responde a una tradición no fundamentalista y dogmática, sino sapiencial donde lo esencial se manifiesta en cada una de las capas o formas de apariencia y por lo tanto, inseparable de esta. Esto explicaría, entre otras cosas, el sincretismo religioso que se dio en las poblaciones originarias.

Sin lugar a dudas, estos más de quinientos años caminando juntas, la fe cristiana y la fe de los pueblos originarios, ha tenido claras etapas donde no podemos hablar de evangelización en cuanto a la etimología del concepto cristiano, anuncio de una buena noticia, sino de encuentros y desencuentros, de resistencias y sincretismos, de genocidio y etnocidio; claro está, desde la historia de los vencidos.

Parte 2:
Desarrollo de la Teología de la Liberación en el continente

En esta segunda parte del trabajo, presentaré una breve reseña del desarrollo de la Teología de la Liberación, ya que resulta imposible hablar de teologías indígenas, sin antes haber transitado el “puente” de la teología de la liberación.

            En la realidad teológica latinoamericana estaba desmoronándose el llamado paradigma de la cristiandad, ya que era incapaz de responder a la situación y contexto en que se encontraba la mayoría de la población del continente latinoamericano. Sin embargo, había un camino recorrido desde el inicio de la conquista a través de la crítica de algunos cristianos, que se alzó como voz profética ante la injusticia y la opresión de los conquistadores (siglo XV)[2]. Voz profética que continuó levantándose junto a las gestas emancipadoras y libertarias que surgieron en todo el continente, en los intentos de independización de los reinos de España y Portugal (siglo XIX)[3]. Acontecimientos históricos como la revolución cubana (1959), hito histórico para las revoluciones del continente en el siglo XX, pero también, un trabajo casi invisible a lo largo y ancho de toda América Latina, contribuyen a germinar la Teología de la Liberación que, con el Concilio Ecuménico Vaticano II (1962-1965) irrumpe en la vida del continente con el apoyo y garantías del Pacto de las Catacumbas, donde un grupo de casi cuarenta obispos liderados por Don Helder Cámara se comprometen, poco antes de finalizar el Concilio, a ser una Iglesia pobre y servidora.

Poco después, la segunda Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, reunida en Medellín en 1968 y la tercera reunida en Puebla en 1979 encarnan las enseñanzas del Concilio Vaticano II y del Pacto de las Catacumbas, consolidando la Teología de la Liberación en el continente Latinoamericano.

Desde sus inicios hasta nuestros días, la Teología de la Liberación ha pasado por diversos procesos: 

a) denuncia de la pobreza estructural en que se encontraba la mayoría del pueblo latinoamericano; de las dictaduras militares y la instalación de las doctrinas de seguridad nacional que violaban derechos humanos fundamentales; y de la brecha existente entre unos pocos cada vez más ricos frente a las mayorías empobrecidas; 
b) cuestionamientos por parte de la jerarquía de la Iglesia Católica Romana respecto de la ortodoxia de la Teología de la Liberación; 
c) “exportación” a Europa como “Teología del Tercer Mundo”; d) debates respecto al reduccionismo de la Teología de la Liberación.

A lo largo de este proceso, la Teología de la Liberación fue provocando en otros contextos, como Asia y África, un proceso de reflexión y producción teológica propios, ya que no se sentían contemplados en la realidad Latinoamericana. También fue asumida por otros colectivos que, al igual que los pobres, comenzaron a concientizar su situación de oprimidos. Es así que surgen la Teología Negra, la Teología Feminista, la Teología Queer, la Ecoteología, Teología India, etc.

En el caso de las Teologías Indias, que es lo que nos convoca, se ha manifestado un giro hermenéutico desde América Latina, en cuanto cultura mestiza dominante, a Amerindia, en cuanto civilización europea a pueblos indígenas. La consolidación de esta teología fue el año 1992[4], quinto centenario de la “Evangelización”.

La Teologías Indígenas se han ido desarrollando como un proceso de desoccidentalización  de la Teología de la Liberación y ha tenido algunas derivaciones importantes, como el desarrollo de la Teología Andina. Sin embargo, para el caso que he elegido reflexionar, en el contexto rioplatense, no tenemos muchos referentes.


Parte 3:
Revisión del proceso de colonización en la Banda Oriental y su Impacto en las culturas y religiosidades originarias.

En esta tercera parte del trabajo, presentaré una breve reseña del proceso de colonización en la Banda Oriental y su impacto en las culturas y religiosidades de los pueblos originarios, tratando de identificar y rescatar aspectos que puedan servir de base para recuperar y reconstruir la religiosidad de la nación charrúa. Para ello me serviré de diversas publicaciones en internet que funcionan como fuentes secundarias, ya que no pude acceder a publicaciones al respecto, salvo algunos artículos que aportan información a este capítulo.

a)  Pueblos originarios en la Banda Oriental antes de la conquista[5]

Podemos reconocer presencia de pueblos indígenas en esta parte del continente latinoamericano, desde hace 13000 años[6]. En 1516 con la llegada de Juan Díaz de Solis comienza la conquista de la Banda Oriental. En ese entonces, se encontraba la macro etnia charrúa compuesta por:

·         Los Charrúas, vivían en la ribera norte del Río de la Plata. Fueron los primeros en encontrarse con los europeos debido a su ubicación. Progresivamente se fueron corriendo hacia el norte, abandonando las costas frente a la invasión y conquista europea. No eran antropófagos y tenían una lengua común.

·         Los Guenoas, vivían al norte del río Arapey, tenían parentesco con los Charrúas. Tenían su lugar sagrado en el Cerro Ibití, sobre el río Arapey y uno de sus cementerios se encuentra en cerro yauguá sobre el río Negro. Al igual que otros pueblos, se fusionaron con los charrúas para hacer frente a la invasión y conquista y como ellos se extinguieron por aniquilación.

·         Los Minuanes, vivían en la actual provincia de Entre Ríos (Argentina), el norte uruguayo y el estado de Río Grande del Sur (Brasil), formaban parte de la macro etnia charrúa. Al igual que otros pueblos, se fusionaron con los charrúas para hacer frente a la invasión y conquista y como ellos se extinguieron por aniquilación.

·         Los Bohanes, vivían en la ribera del río Uruguay , algunos estudiosos los ubican como parte de la macro etnia charrúa pero otros los ubican como integrantes de los yaros. Al igual que otros pueblos, se fusionaron con los charrúas para hacer frente a la invasión y conquista y como ellos se extinguieron por aniquilación.

·         Los Arachanes, integraban la macro etnia charrúa y llevaron el mismo destino.

·         Los Chaná-timbúes, vivían en las riberas del río Paraná y del Río de la Plata, algo más avanzados que los charrúas si bien formaban parte de la macro etnia charrúa. Al igual que otros pueblos, se fusionaron con los charrúas para hacer frente a la invasión y conquista y como ellos se extinguieron por aniquilación.

·         Los Yaros, vivían en la ribera del río Uruguay. En tiempos de la conquista, fueron mestizados, aculturados y posteriormente absorbidos por los charrúas a quienes acompañaron en los enfrentamientos con los europeos.

·         Los Guayanás, vivían en la costa atlántica del este Uruguayo. Integraban la macro etnia charrúa. Al igual que otros pueblos, se fusionaron con los charrúas para hacer frente a la invasión y conquista y como ellos se extinguieron por aniquilación.

·         Los Guaraníes, provenientes de las zonas selváticas de Paraguay, se fueron desplazando hacia el sur hasta asentarse en lo que hoy es la provincia de Buenos Aires en Argentina y el norte de Uruguay. No integraban la etnia charrúa y eran eran antropófagos.

b)  Relación entre pueblos originarios y conquistadores

Los primeros asentamientos españoles se produjeron en 1527 y los portugueses en 1680. La visión de los europeos en relación a las poblaciones originarias eran malas. Se los consideraba violentos, ladrones, vagos y de escaza inteligencia y un problema para el desarrollo de las colonias. A las tribus más irreductibles se las combatió hasta el exterminio; pero a las tribus que aceptaban el sometimiento y la explotación, se las evangelizaba a través los misioneros.

            El primer enfrentamiento armado ocurrió en San Gabriel en 1573. A partir de ese momento las campañas de exterminio se hicieron más frecuentes a pedido de los hacendados españoles que se quejaban del robo de ganado. En 1702 se produce la batalla del Yí, donde el ejército integrado por españoles y guaraníes capturaron unos 500 charrúas entre hombres, mujeres y niños a los que degollaron. En 1751 se produce la llamada “limpieza de los campos” donde los charrúas mayores de 12 años que no aceptaran ser bautizados se los degollaba; las mujeres y niños eran trasladados a las ciudades a servir en empleos domésticos. En 1757 se crea en el ejército, el cuerpo de Blandengues con el objetivo de llevar la guerra hasta las últimas consecuencias contra los indios infieles.

            José Gervasio Artigas integra el cuerpo de Blandengues, quien luchó en defensa de los derechos de los indígenas, combatió junto a ellos contra los europeos, pero derrotado es exiliado en Paraguay y al poco tiempo se desvanecen sus ideas de respeto hacia los charrúas.

            Hasta el 2 de abril de 1831 la nación charrúa contaba con unos 500 sobrevivientes, pero habiéndose definido por el gobierno de Fructuoso Rivera, que los indios eran “la barbarie que impedía el progreso”, a orilla del arroyo Salsipuedes, tendió una trampa a los principales líderes charrúas. Mataron a 40 indígenas y capturaron 300, persiguieron y aniquilaron al resto. Los capturados, mayormente mujeres, niños y ancianos fueron llevados 300 kilómetos caminando, hasta la capital donde fueron vendidos como esclavos o encarcelados.

            Cuatro de los charrúas capturados en Salsipuedes, fueron enviados a París para ser estudiados y exhibidos, ellos eran: Vaimaca Pirú, cacique charrúa que había participado en la guerra de independencia contra los españoles junto a José Gervasio Artigas, el chamán Senaqué, un joven guerrero llamado Tacuabé y Guyunusa que viajó embarazada y tuvo su hija en Francia.

            El final de estos cuatro testigos de la crueldad y barbarie europea, occidental y cristiana fue lamentable. Senaqué y Vaimaca Pirú fallercieron de melancolía. Tacuabé, Guyunusa y su hija fueron vendidos a un circo. Poco después ella muere de tisis pulmonar y Tacuabé huye con la niña y nunca más se supo de ellos.

c)  Religiosidad de los pueblos originarios de la Banda Oriental.

Los charrúas no nos han dejando escritos. Por lo tanto tenemos que recurrir a los que los europeos escribieron de ellos.

            El “Requerimiento” redactado en 1513 debía leerse a los indígenas donde se les notificaba que debían acatar la fe cristiana, reconocer a la Iglesia por señora y superiora del universo, y al Sumo Pontífice y en su nombre al Rey y Reina Doña Juana como señores y superiores de estas tierras. De no hacerlo continuaban:

...." certificamos que con la ayuda de Dios nosotros entraremos poderosamente contra vosotros y os haremos guerra por todas las partes y maneras que pudiéramos, y os sujetaremos al yugo y obediencia de la Iglesia y de sus Altezas y tomaremos vuestras personas y las de vuestras mujeres e hijos y los haremos esclavos y como a tales venderemos y dispondremos de ellos como Sus Altezas mandaren, y os tomaremos vuestros bienes y os haremos todos los daños y males que pudiéremos, como a vasallos que no obedecen ni quieren recibir a su Señor y le resisten y contradicen; y protestamos que las muertes y daños que de ello se recrecieren sea vuestra culpa, y no de Sus Altezas, ni nuestra, ni de estos caballeros que con nosotros vienen; "... [7]

Es importante en este punto, tener en cuenta que en esta época se considera a los indígenas animales con forma humana. Recién en 1531 el Papa Paulo III declara que los indígenas son hombres verdaderos con almas y capaces de comprender el credo cristiano.

Entre las historias que nos han llegado, relatan que algunos indígenas que comprendieron lo leído en el Requerimiento respondieron que el Papa debía estar borracho y que el Rey que pedía, debía ser algún loco al pedir lo que sabía que no era de él; y que cuándo los misioneros les decían que Dios conocía todo lo que hacían y pensaban, ellos respondían "no nos gusta ese Dios que sabe todo lo que hacemos, mejor nos vamos a los montes para vivir tranquilos sin que nadie sepa lo que pensamos y hacemos"[8]; y cuando otros misioneros intentaban hablarles de religión, ellos respondían que ya tenían padres y no podían abandonarles.

La religiosidad de los charrúas consistía en la creencia de un ser supremo ligado a un espíritu guardián de cada hombre. Podría decirse que su religiosidad consistía en la presencia de entidades espirituales que convergen o interactúan. Los espíritus se comunicaban con las personas aconsejando y acompañando su crecimiento. Practicaban largos ayunos. Los espíritus guardianes custodiaban los lugares sagrados.

Para los charrúas, la muerte de un pariente iba acompañada de mutilaciones y llanto. Estos gestos, junto a los ceremoniales fúnebres ponen de manifiesto la creencia en el más allá. Tanto ellos como sus perros cimarrones eran puestos en tumbas en las cimas de los cerros, denominados “bichadero”, eran de poca profundidad, cubiertas con tierra, ramas o piedras, colocando las boleadoras encima y clavaban la lanza de la persona fallecida a un lado de la tumba y al otro el caballo atado a una estaca, pues estaba la creencia de que emprendería un viaje, aunque no estaba definido hacia donde.

Las mujeres, esposas o hijas, se cortaban algunas falanges de los dedos comenzando por el meñique, pasaban varios días encerradas llorando y comiendo poco. En cambio, los hombres no hacían ese tipo de duelo por sus esposas o hijas, pero si por su padre “ocasión en que se ocultan dos días completamente desnudos sin alimentarse, más que con carne o huevos de perdiz. Después por la noche le piden a otro indio que le atraviesen el brazo con un pedazo de caña, de modo que los extremos salen por los dos lados, a veces en varias partes desde el puño hasta el hombro. Con este aspecto salía el que estaba de duelo yéndose solo y desnudo a cualquier parte sin temer a ningún animal feroz. Lleva en su mano un palo con punta de hierro , con el que hace un hoyo donde se mete hasta la altura del pecho, pasando una noche dentro del mismo. Al otro día se quita las cañas y vuelve a una especie de cabaña para esos ritos, donde por diez o doce días apenas bebe y come (agua y algunos huevos de perdices). Estos alimentos los dejan a su alcance los niños y se retiran corriendo sin decir una palabra. Al cabo, el deudo se va a reunir con los demás de la tribu. Si bien nadie está obligado a realizar estas ceremonias dolorosas, la mayoría las lleva a cabo, porque piensa que podría ser considerado como débil si no lo hiciera, en el concepto de los demás, aunque nadie le recrimina si no lo hace”[9]. 

La pareja charrúa presentaba al recién nacido desnudo a la primera luna llena y el cordón umbilical era enterrado en el lugar donde descansaban los antepasados.

Creían en tres entidades espirituales, el Espíritu del Bien, el Maligno y el “Gualiche”[10].

Conclusiones

Sin lugar a dudas, el proceso de colonización de la Banda Oriental y la consecuente “evangelización” de la macro etnia charrúa, no fue diferente al del resto del continente latinoamericano; la imposición europea fue seguida del genocidio y la sumisión indígena y del sometimiento a la opresión.

          Podemos concluir que en la Banda Oriental no hubo inculturación de la fe cristiana.

Estamos lejos de plantearnos un encuentro entre dos culturas y la yuxtaposición o sincretismo religioso. En el caso de la Banda Oriental fue, sin lugar a dudas, una extirpación de la idolatría, donde en los conquistadores estaba el interés de quedarse con los campos, cercando lo que para los charrúas era tierra de todos, las mujeres y el ganado; y para los misioneros estaba el interés de convertirlos a la fe católica; con un grado de crueldad casi sin límites, donde nada tuvo que ver el Evangelio liberador de Jesucristo.

            Enfrentamos los desafíos de recuperar y ordenar la religiosidad charrúa como base para la construcción de una teología indígena de la Banda Oriental ya que, el Uruguay cuenta con un 4% de su población con descendencia charrúa. Más allá de nuestra mirada hacia Europa y de nuestra subestimación a los pueblos originarios de América Latina, los estudios científicos nos están demostrando que una porción importante de nuestro territorio mantiene viva la memoria charrúa, no sólo en los cerritos, en las tradiciones orales que circulan en nuestra campaña, en "la garra charrúa del fútbol", sino fundamentalmente en sus descendientes que sobrevivieron al genocidio.

            Sin recuperar todos los aspectos de la cultura charrúa, y como parte de ella la religiosidad, es imposible desarrollar una identidad nacional inclusiva, que contemple a esta porción de la población. Sin lugar a dudas, antes urge pedir perdón por la barbarie occidental y cristiana desplegada contra esta nación, y con humildad aceptar, en una ronda y mate por medio[11], iniciar un diálogo intercultural y un diálogo interreligioso.

            Ninguna Iglesia en Uruguay, se plantea en la actualidad una pastoral indígena y con eso desconoce que 120.000 personas ciudadanos y ciudadanas descienden de la nación charrúa, otro desafío para superar.

Bibliografía






[1] Prof. Dr Josef Estermann, materiales del curso, Teología Indígena.
[2] Bartolomé de las Casas (1484 – 1556), teólogo y principal apologista de los indios en el continente americano.
[3] Prof. Dr Josef Estermann, ib.
[4] Prof. Dr Josef Estermann, ib.
[5] La Banda Oriental fue el territorio ubicado sobre la costa atlántica de América del Sur, al norte del Río de la Plata y al este del Río Uruguay, actualmente se ubican la República Oriental del Uruguay y el estado brasileño de Río Grande del Sur.
[6] El período comprendido entre los 13000 y 9500 años es denominado “paleoindio” poblado por el hombre del Catalanenese, cazadores – recolectores (hallazgos en el departamento de Artigas) que arriban al territorio en el último período glacial. El comprendido entre 9500 y 4000 es denominado “arcaico” poblado por el hombre Cuareimense, que basaba su economía en una paleo – agricultura (hallazgos en la cuenca del río Cuareim en el departamento de Artigas).
[7] Fuente: http://www.internet.com.uy/charruas/html/charruas_y_sus_costumbres.html
[8] ib
[9] ib
[10] vocablo araucano utilizada por los Pampas y que significa espíritu maligno, al que le atribuían todas sus desgracias y sus males, esto ha sido confirmado por J.H.Figueiras. 
[11] Cuenta la leyenda que los charrúas cuando tenían que tomar decisiones importantes o debatir algún tema importante, se juntaban en ronda y tomando mate discutían la situación y buscaban salidas integradoras de todas las posiciones.

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