Domingo de la vigésima semana del Tiempo de Misión en la Diversidad: Jesús, machista y fundamentalista?




Mc 10,2-12
6 de octubre.

1.     El texto en su contexto:

El relato evangélico de este domingo nos propone el tema del divorcio. Los fariseos, que eran estrictos cumplidores de las normas religiosas preguntan a Jesús sobre la licitud del divorcio (vv2).

La Ley de Moisés, si bien parece dar ciertas ventajas a los hombres permitiendo que emitan el acta de divorcio (vv 3-4), pareciera que intenta proteger a las mujeres permitiendo que éstas puedan volver a casarse (Dt 24,1-3). Al parecer, la práctica de divorciarse  de sus mujeres se estableció con mucho arraigo en la sociedad judía, al punto que el profeta Malaquías llama la atención sobre el abuso de este recurso (2,14-16). Una interpretación ligera de Dt 24 que intentaba proteger a las mujeres las colocó en una situación de vulnerabilidad ya que cualquier cosa desagradable pasó a ser la causal de divorcio. Bien sabemos que la situación de la mujer en Israel era de dependencia del varón, primero de los padres, luego de los esposos, en caso de faltar alguno de ellos, del varón más próximo, para ilustrar esto nos referiremos al Libro de Rut. 

En esta escena, Jesús compara la Ley de Moisés con lo que sería el proyecto original de Dios (vv 5-7): un proyecto en el que no hay diferencia entre el hombre y la mujer (Gn 1,27), es decir, son iguales en derechos y en deberes; ambos se tornan constructores de un proyecto común (Gn 2,24). Esta igualdad progresivamente fue menoscabada por el sistema patriarcal que se fue imponiendo al punto de colocar a las mujeres en una situación de desprotección y dependencia del varón.


2.     El texto en nuestro contexto:

Los fundamentalistas cristianas se aferran a esta enseñanza de Jesús para prohibir el divorcio y excluir de las iglesias a quienes se encuentran en esa situación.

El proyecto original de Dios, necesariamente tiene que ser interpretado en los contextos humanos. Cuando se constituye una pareja se hace sobre un conjunto de supuestos que luego se van corroborando en la convivencia. Y así como Esdras autorizó el divorcio de los israelitas por considerar que se habían alejado del proyecto original de Dios (10,11), tendríamos que preguntarnos si es parte del proyecto original de Dios que un hombre ejerza violencia emocional, psicológica, física, sexual o patrimonial contra su esposa? O, si es parte del proyecto original de Dios que dos personas vivan en la infelicidad porque tomaron la decisión incorrecta de formar matrimonio?

Jesús jamás querría el sometimiento de la mujer; jamás querría la infelicidad del ser humano; sus palabras y sus acciones son clarísimas al respecto; la vida abundante que promete en Jn 10,10 es para todas las personas ¿Cómo vivir una vida digna, plena y abundante en una situación de sometimiento, de control, de vulneración, de humillación, de infelicidad? Tales situaciones son contrarias al Evangelio.

La Iglesia Antigua – Diversidad Cristiana interpreta el sentido de las Escrituras y no su literalidad. Jesús enseña sobre la dignidad de toda persona y expone la igualdad de géneros al citar Gn 1,27; aspira a que el amor de la pareja sea sólido y se prolongue en el tiempo, pero también protege a las mujeres haciendo una fuerte crítica a la Ley de Moisés, que permitía que los hombres se divorciaran por motivos superfluos, sin tener en cuenta la voluntad de las mujeres ni la situación de desprotección social en que eran colocadas.

La Iglesia Antigua – Diversidad Cristiana acepta que las personas que contrajeron matrimonio pudieron equivocarse y por lo tanto reconoce la posibilidad del divorcio como una solución; también acepta que las personas intenten reconstruir su vida sentimental estableciendo nuevas relaciones amorosas y no por ello, tengan que alejarse de la vida eclesial y sacramental, por lo tanto, administra el sacramento del matrimonio a personas divorciadas que quieren volver a casarse y estimula a que, tanto las personas divorciadas como las divorciadas vueltas a casar, se acerquen a la Eucaristía como fuente de gracia y centro de la vida eclesial.

Tengan todos y todas una bendecida semana.
+Julio, Obispo de la IADC.

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