2º Domingo de Pascua - El evangelio de los reproches





Juan 20,19-31

El evangelio de los reproches.



1.    El texto en su contexto:

El relato del evangelio de Juan tiene aspectos comunes a los evangelios sinópticos (Marcos 16,14-18; Mateo 28,16-20; Lucas 24,36-49), pero tiene otros, que son escandalosos para la tradición de la Iglesia.

Este relato del evangelio sitúa a los discípulos varones encerrados porque tenían miedo (Juan 20,19). En el que leíamos la semana pasada, cuando se anunciaba la resurrección, ellos estaban ausentes, eran las mujeres las que fueron al sepulcro y recibieron el anuncio del mensajero de Dios y gozaron de la presencia del Resucitado.

En este primer encuentro de Jesús resucitado con los discípulos varones se produce el primer reproche, fue necesario mostrarles las heridas producidas en su ejecución (versículo 20) para que creyeran y lo reconocieran, mientras que el domingo pasado las mujeres lo identifican apenas les sale al encuentro, sin tener que mostrar o demostrar nada.

En el segundo encuentro de Jesús resucitado con los discípulos varones, ocho días después (versículo 26) otro reproche, esta vez a Tomás. Al igual que el resto de los varones, necesitó ver las huellas de los clavos y la lanza.

Cuatro aspectos que nos revela este texto evangélico:

-       Jesús resucitado se manifiesta en la comunidad reunida (versículos 19 y 26)

-       Jesús es el shalom de Dios que se comunica a la humanidad (versículos 19 y 26)

-       Jesús envía (versículo 21)

-       Jesús resucitado comunica el Espíritu Santo. Pascua y Pentecostés se producen el mismo día.


2. El texto en nuestro contexto:

 ¿Cuáles son los reproches de Jesús Resucitado a nuestro tiempo, a nuestra Iglesia, a nuestras prácticas pastorales?

¿Reconocemos a Jesús Resucitado en la asamblea cristiana? ¿Nuestras reuniones, nuestras celebraciones, nuestra vida eclesial da testimonio de su presencia Liberadora y Sanadora?

¿Damos testimonio de la paz con justicia que Dios comunica a la humanidad a través de Jesucristo o de una paz alienante y vacía de contenido liberador, sanador e inclusivo?

¿Nos comportamos como enviados y enviadas? ¿Identificamos claramente a quienes se nos envía? ¿Nos desinstalamos ante el envío de Jesús Resucitado a predicar en "Galilea" tierra de excluidos y discriminados?

Celebrar Pascua, no es encender el cirio pascual y renovar las promesas bautismales. Esos son ritos de la Iglesia. Celebrar Pascua es resucitar - liberar - sanar - incluir - transformar situaciones de injusticia e insolidaridad, dignificando a los seres humanos.

Esta es la invitación del Maestro para esta semana, para esta Pascua.

Buena semana a todos y todas +Julio.


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