Comentarios Queer a la Biblia - Séptima entrega - Parábola del trigo y la cizaña
EVANGELIO DE MATEO / Thomas
Bohache
Traducción MCRP / Diversidad Cristiana
MATEO 13. 24-30
Parábola de la mala hierba entre el trigo
Jesús les contó esta otra parábola: “El reino de Dios
es como un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero todos estaban
durmiendo, llegó un enemigo que sembró mala hierba entre el trigo, y se fue.
Cuando el trigo creció y se formó la espiga, apareció también la mala hierba.
Entonces, los trabajadores fueron a decirle al dueño: “Señor, si la semilla que
sembró usted en el campo era buena, ¿de dónde ha salido la mala hierba?” El
dueño les dijo. “Algún enemigo ha hecho esto. Los trabajadores le preguntaron:
“¿Quiere usted que vayamos a arrancar la mala hierba?” Pero él les dijo: “No,
porque al arrancar la mala hierba pueden arrancar también el trigo. Lo mejor es
dejarlos crecer juntos hasta la cosecha; entonces mandará a los que han de recogerla que aparten
primero la mala hierba y la aten en manojos, para quemarla y que después
guarden el trigo en mi granero”.
Esto
está de acuerdo con las afirmaciones de Jesús en otro lugar, sobre el juicio a
los otros. (Mateo 7.1-5), y es esencial para una teología “queer”, que reconoce
la presencia de Dios en nuestras vidas, como dinámica, progresiva y
no-estática, confirmando así las visiones contemporáneas de la fluidez de toda
la sexualidad (Mollenkott: 2001)
Mateo
sigue inmediatamente esta parábola con las parábolas de la Semilla de Mostaza y
la Levadura en la Harina (13. 31-32 y 13.33)
Mateo 7. 1-5
“No juzguen a otros, para que Dios no los juzgue a
ustedes. Pues Dios los juzgará a ustedes de la misma manera que ustedes juzguen
a otros; y con la misma medida con que ustedes midan, Dios los medirá a
ustedes. ¿Por qué te pones a mirar la paja que tiene tu hermano en el ojo, y no
te fijas en el tronco que tú tienes en el tuyo? Y si tú tienes un tronco en tu
propio ojo, ¿cómo puedes decirle a tu hermano: - Déjame sacarte la paja que
tienes en el ojo? ¡Hipócrita!, saca primero el tronco de tu propio ojo, y así
podrás ver bien para sacar la paja que tiene tu hermano en el ojo.”
Mateo 13.31-32-33
Jesús también les contó esta parábola: “El reino de
Dios es como una semilla de mostaza que un hombre siembra en su campo. Es, por
cierto, la más pequeña de todas las semillas; pero cuando crece, se hace más
grande que las otras plantas del huerto, y llega a ser como un árbol, tan
grande que las aves van y hacen nidos en sus ramas.”
También les contó esta parábola: “El reino de Dios es
como la levadura que una mujer mezcla con tres medidas de harina para hacer
fermentar toda la masa.”
Ambas
parábolas confirman la desestabilizadora, impredecible naturaleza del Reino de
Dios. La semilla de mostaza es “la más pequeña” de las semillas, y sin embargo,
crece hasta proporciones gigantescas y puede transformarse en el hogar de
varias aves. Esto está de acuerdo con la descripción que Jesús hace de la basileia, como una oferta generosa por
parte de Dios, abierta a todos y todas, y dando la bienvenida a grupos
diferentes. (Véase más abajo las acciones de Jesús en esta inclusividad, en sus
sanaciones, exorcismos y alimentación) Más aún, John DominicCrossan ha afirmado
que la semilla de mostaza fue incluso considerada peligrosa, pues es
incontenible y podía arruinar un campo – “un arbusto espinoso, con propiedades
peligrosas” (Crossan 1995: 65) De la misma manera, la levadura, mientras que es
necesaria para la masa, también es potencialmente subversiva y peligrosa por
sus resultados finales, ya que demasiada cantidad arruina el pan. La levadura
es un agente de corrupción, que transforma la masa incluso mientras se corrompe
(Carter 2000: 291) Esta calidad peligrosa, indetenible, subversiva es lo que Jesús compara con el Reino de Dios.
Este reino se comportará “como un enajenado”, arruinando el poder de Roma y los
privilegios de la aristocracia judía, mientras comparte la abundancia de Dios,
con cada uno/una en su huella. Entonces y ahora, hace “queer” el estatus quo
(¿corrompiendo su corrupción?), mientras sacude y remueve lo que ha sido
engrandecido por la ambición y codicia humanas y la deslealtad con Dios.
Las parábolas judías (Mateo 20. 21,25)¿?,
por otra parte, mientras sin duda están dirigidas hacia los elementos más
pobres de la sociedad, son sin embargo, diseñadas para ser oídas por los
poderosos, que están viviendo a expensas de los pobres.
Por lo
tanto, se detecta en estas parábolas un elemento de cruel y juicio que no se
hallaa en las historias galileas. Más aún, a medida que las imágenes de Jesús
se hacen más estridentes, se mueve – a sabiendas – cada vez más cerca de su
muerte en Jerusalén, como un insurgente político. Así, estas parábolas deben ser
examinadas en cuanto a cómo contribuyen al miedo de las autoridades romanas y
religiosas y a las sospechas sobre Jesús, con una visión hacia cómo pueden
informarnos más en una lectura “queer” del Evangelio de Mateo.
La
parábola de la Viña (Mateo 20. 1-16) demuestra que en el reino de Dios todos
han de ser tratados de igual manera. Jesús compara a Dios con un patrón que
trata igual a sus empleados, incluso aunque tengan diferentes niveles de
categoría y se hayan comportado en forma diferente. Esta igualdad complementa
el resto del ministerio de Jesús, tanto en palabras como en acciones, en su acusación
hacia la sociedad. En esa sociedad, dominaban las reglas imperiales y aquellas
elites locales que les servían para controlar la mayor parte de la riqueza y
las posesiones materiales, mientras quienes eran los más numerosos, tenían el
mínimo. “En lugar de usar los salarios para reforzar las distinciones, [el
dueño] los utiliza para expresar igualdad y solidaridad” (Carter 2000: 397)
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