Comentarios Queer a la Biblia: EXODO (quinta entrega)
LA ETAPA DEL SINAÍ
El libro del Éxodo cuenta la historia de la
etapa en el Sinaí, cuando se pidió al pueblo, incluso enfrentados a su rebelión
y sus luchas, que aceptara la alianza con Dios y las leyes que Moisés estaba
promulgando, como mensajero divino. En ese momento, el pueblo realizó una
afirmación peculiar de asentimiento. Dijeron, literalmente, “lo haremos y
escucharemos” (24.7)
Después tomó el libro del
pacto y se lo leyó al pueblo, y ellos dijeron:
- Pondremos toda nuestra atención en hacer lo que el
Señor ha ordenado…
Por supuesto, de acuerdo con el sentido común, el orden de las palabras
debería invertirse; deben oír antes de actuar. Los traductores han respondido a
menudo a este problema, sugiriendo que el pueblo estaba realizando alguna forma
de asentimiento enfático “efectivamente lo haremos”. Pero el estudioso bíblico
AvivahZornberg (2001: 308) interpreta la frase en forma diferente. Lo haremos y
luego escucharemos significa que estamos abiertos más allá de la simple
observación de las leyes, a nuevas dimensiones de comprensión y crecimiento
continuo. Esta interpretación deja espacio para interpretaciones siempre
cambiantes y formas de observar y hacer la Torá.
Esta es una dimensión importante para una comprensión gay de este texto.
Las personas translesbigay religiosas necesitan asumir que las tradiciones
antiguas y las leyes se están desarrollando continuamente, y que siempre
necesitamos estar abiertos/as a nuevas posibilidades. No estamos limitados/as
por la forma en que la ley está escrita en un momento particular, sino estemos
alertas porque las cosas están siempre desarrollándose y cambiando. El momento
en el Sinaí nos proporciona una impronta en cuanto a cómo tratar con
posibilidades futuras y nos mantiene atentos a que mientras no conozcamos por adelantado cuáles son, debemos estar
abiertos/as y listos/as para escuchar.
También hay una perspectiva translesbigay sobre el significado de la
alianza. Porque nuestras obligaciones mutuas no están sancionadas por ley,
debemos tomar la responsabilidad de comenzar conexiones sin la sanción social.
Aunque esto es difícil, también nos da una perspectiva sobre la realización de
alianzas con otras personas, que otros pueden dar por sentados, porque sus
alianzas tienen el peso de la ley. Para que las personas translesbigay, podamos
hacer alianzas, debemos permanecer más conscientes del poder que ellas tienen.
Además, el eco de la experiencia de la alianza en el Sinaí, que nos convertirá
en un pueblo santo, debe estar siempre presente ante nosotros/as.
DIOS Y MOISÉS
Estos temas constituyen dimensiones poderosas para un abordaje gay al
libro del Éxodo. Pero, ¿podemos también encontrar una sensibilidad gay en las
personalidades retratadas en el texto? Los principales personajes del Éxodo son
Moisés y Dios. Ellos tienen claramente una relación muy especial. Mientras ha
sido analizada como una relación padre-hijo, con dimensiones Edípicas – véase
IlonaRashkow (2000) – hay evidencia en el texto que apoye una lectura de la
relación como homoerótica.
AvivahZonberg hace referencia al “infértil matrimonio de Moisés con
Dios” (2001: 256, 357) y el matrimonio es sin duda una metáfora adecuada para
su relación.
El cortejo comienza cuando Dios se revela a Moisés en la sorprendente
escena en el desierto, de la zarza ardiendo (3.2)
[Aunque las interpretaciones feministas sugieren que Dios se comprende
mejor como más allá del género, no hay duda de que a través de la mayor parte
de la historia judía y cristiana, “el Padre” se ha visto en la imaginería
masculina. Mantengo esta imaginería aquí, porque el texto sugiere que la
relación entre Moisés y Dios es una relación entre dos personajes masculinos]
Moisés cuidaba las ovejas
de su suegro Jetro, que era sacerdote de Madián, y un día las llevó a través
del desierto y llegó hasta el monte de Dios, que se llama Horeb. Allí, el ángel
del Señor se le apareció en una llama de fuego, en medio de una zarza. Moisés
se fijó bien y se dio cuenta de que la zarza ardía con el fuego, pero no se
consumía. (Éxodo 3.1-2)
En este momento, podríamos también visualizar a Dios como “saliendo”,
revelándose como el mismo Dios de los ancestros del pueblo hebreo, el Dios del
patriarca del Génesis, Abraham, de Isaac y Jacob (y, como podríamos agregar
hoy, el Dios de sus compañeras, Sara, Rebeca, Raquel y Lea) Pero Moisés desea
más, desea que Dios no solo se identifique con el Dios de sus ancestros. Moisés
quiere que Dios realmente “salga” y le diga su nombre. En este momento, Dios
sugiere que es Ehyeh-Asher-Ehyeh (3.13),
“soy el que soy”, posiblemente “Seré
lo que seré”. Esta enigmática presentación aumenta la naturaleza misteriosa
y “juguetona” de Dios, y también permite a Moisés poder ver en Dios lo que él
desee ver.
Pero Moisés le respondió:
- El problema es que si yo voy y les digo a los
israelitas: “El Dios de sus antepasados me ha enviado a ustedes, ellos me van a
preguntar: ¿Cómo se llama? Y entonces, ¿qué les voy a decir?
Y Dios le contestó:
- YO SOY EL QUE SOY. Y dirás a los israelitas: YO SOY me
ha enviado a ustedes. (3.13-14)
La tradición judía da mucha importancia a la
voluntad divina para revelar, incluso este aspecto de su identidad, a Moisés.
Los judíos ni siquiera pronuncian el nombre de Dios, y solo Moisés tiene el
privilegio de esta conexión personal tan próxima. Hay una profunda intimidad entre Moisés y su
Dios, que comienza en este momento de intensidad en la Zarza Ardiendo.
La siguiente sección describe otro encuentro
entre Moisés y Dios.
[Aunque Moisés nunca se menciona por su nombre
en esta sección, la mayoría de los comentadores y eruditos concluyen que “él”,
que es mencionado varias veces en este texto, es muy probablemente Moisés]
Moisés deja el desierto, después de este
primer encuentro con Dios en la Zarza, y se nos dice que “él” es atacado por
Dios, que está buscando matarlo. Séfora, de acuerdo con la Midrash, reconoce
que algo le ocurre a Moisés en un sueño. La Midrash sugiere que Dios ha atacado
a Moisés, y ha tragado todo su cuerpo, excepto su pene.
[Esto es sugerido por el comentador bíblico
medieval conocido como Rashi]
Este hecho, Séfora lo toma como un signo de
que debe circuncidar a su hijo varón. Mientras ella actúa como el circuncidador
ritual, la relación que se consagra a través de la circuncisión se da entre
Dios y Moisés, no entre Moisés y Sédora. Después de la circuncisión, ella
coloca el fragmento de piel en “su, de él”, raglaim(esto
puede referirse a sus piernas o a su pene, pero también es confuso en el texto)
Éxodo 4.24-26:
Durante el camino, en el
lugar donde Moisés y su familia iban a pasar la noche, el Señor salió al
encuentro de Moisés y quiso matarlo. Entonces, Séfora tomó un cuchillo de
piedra y le cortó el prepucio a su hijo; luego, tocando con el prepucio del
niño los pies de Moisés, le dijo: - En verdad, tú eres para mí un esposo de
sangre –
Entonces, el Señor dejó
ir a Moisés. Y Séfora dijo que Moisés era un esposo de sangre, debido a la
circuncisión.
Séfora se refiere a Moisés entonces como “esposo de sangre”. Aunque hay
varias formas de interpretar este versículo,
lo examinaremos desde una perspectiva diferente más tarde, cuando
estudiemos el personaje de Séfora.
Es plausible leer este encuentro como una metáfora de matrimonio entre
Dios y Moisés. A este se le recuerda una vez más de su única relación con dios,
quien lo ata a sí a través del simbolismo de la circuncisión de su progenie la
colocación de la piel sobre la propia circuncisión de Moisés. Como afirma
Daniel Boyarin, la circuncisión coloca al varón israelita en la posición de la
hembra en relación con Dios. Boyarin sugiere luego que para la tradición
mística judía, “la revelación es un encuentra eróticamente cargado” (1992: 496)
Es a través de la circuncisión que el varón feminizado puede “abrirse” para
recibir el “discurso divino y la visión de Dios”. Boyarin apoya su argumento
con evidencia de la siguiente interpretación Rabínica de 12.23_
R. Yose dijo: Por qué está escrito “Y el Señor pasará sobre la puerta”
[literalmente abierta]…Eso es, la apertura del cuerpo. Y ¿qué es la apertura
del cuerpo? Es la circuncisión. (1992: 496)
La historia en el desierto entonces puede leerse como una continuación
de la experiencia de la Zarza Ardiendo, donde se realizó el contacto íntimo
entre Dios y Moisés y comenzó su relación especial y cargada de erotismo. El
episodio del matrimonio sangriento completa la revelación que se realiza en la
Zarza. Moisés está listo para recibir a Dios como a su amante.
La relación íntima entre Dios y Moisés continúa a través del libro del Éxodo. Moisés toma el
bastón de Dios, usándolo como arma
principal en su encuentro con el faraón, en la lucha contra Amalek y para
proporcionar agua a los israelitas (capítulo 17)
Éxodo, 4.20:
Moisés tomó entonces a su
esposa y a su hijo, los montó en un asno y regresó a Egipto. En la mano llevaba
el bastón de Dios.
Éxodo 7.8:
El Señor les dijo a
Moisés y Aarón:
- Si el faraón les pide que hagan un milagro, le dirás a
Aarón que tome su bastón y que lo arroje al suelo ante faraón, para que se
convierta en una serpiente.
Éxodo, 17.5:
- Llévate también el bastón con que golpeaste el río, y
ponte en marcha. Yo estaré esperándote allá en el monte Horeb, sobre la roca.
Cuando golpees la roca, saldrá agua de ella, para que beba la gente.
Éxodo 17.9:
Entonces Moisés le dijo a
Josué:
-Escoge algunos hombres y
sal a pelear contra los amalecitas. Yo estaré mañana en lo alto del monte, con
el bastón de Dios en la mano.
IlonaRashkow sugiere que la caña/serpiente,
“símbolo fálico”, representa la autoridad del Dios masculino. Luego, concluye
esta autora que “la atracción para Moisés es la afiliación con el Padre/Dios y
el poder inherente a su caña, la superioridad de la identidad y las
prerrogativas masculinas (2000: 72) Pero la “atracción” para Moisés podría ser
leída no como Edípica, sino como erótica; sostener la caña de Dios es un
símbolo de la relación sexual con esta poderosa deidad masculina.
Dios se preocupa por Moisés, y se muestra a él
en varias formas, espirituales y físicas. El punto de su mayor intimidad
aparece en el capítulo 33, cuando Moisés necesita la reafirmación de Dios, que
está perturbado por la rebelión del pueblo, al construirse un becerro de oro.
Aquí, se dice que Dios habla a Moisés cara a cara, “como un hombre habla a otro
hombre”. (33.11)
Dios hablaba con Moisés
cara a cara, como quien habla con un amigo, y después Moisés regresaba al
campamento. Pero su ayudante, el joven Josué, hijo de Nun, nunca se apartaba
del interior de la Tienda.
Moisés pide a Dios que le revele su presencia
otra vez, y mientras Dios rehúsa mostrarse para que Moisés vea su rostro, está
de acuerdo en permitirle pararse en la cima de una roca, de modo que cuando
Dios pase, pueda ver su espalda (33.18)
-¡Déjame ver tu gloria! –
suplicó Moisés.
Pero el Señor contestó:
- Voy a hacer pasar toda mi bondad delante de ti, y
delante de ti pronunciaré mi nombre…
Dijo también el Señor:
- Mira, aquí junto a mí hay un lugar…Ponte de pie sobre
la roca. Cuando pase mi gloria, te pondré en un hueco de la roca y te cubriré
con mi mano hasta que yo haya pasado. Después quitaré mi mano, y podrás ver mis
espaldas; pero mi rostro no debe ser visto. (Éxodo, 33.19-23)
El pueblo ve el “resplandor” de la conexión entre
Dios y Moisés, cuando este baja de la montaña con “la piel de su rostro
radiante” (34.29)
Después bajó Moisés del
monte Sinaí llevando las dos tablas de la ley; pero al bajar del monte no se
dio cuenta de que su cara resplandecía, por haber hablado con el Señor.
Ese “brillo” en el rostro de Moisés es tan
intenso, que usa un velo después de sus encuentros con Dios (34.33)
[La errónea traducción de esta frase, resultó
en la afirmación común de que los judíos tienen cuernos, inmortalizada para
siempre por Miguel Ángel, cuya estatua de Moisés tiene cuernos parecidos a un
falo, sobresaliendo de la cabeza; otra forma de leer el brillo de su rostro]
Luego que terminó de
hablar con ellos, se puso un velo sobre la cara.
Cuando Moisés entraba a
la presencia del Señor para hablar con él, se quitaba el velo y se quedaba así
hasta que salía. Entonces comunicaba a los israelitas las órdenes que había
recibido del Señor. Al ver los israelitas que la cara de Moisés resplandecía,
él volvía a ponerse el velo sobre la cara, y se lo dejaba puesto hasta que
entraba a hablar de nuevo con el Señor. (Éxodo34. 33-35)
En la tradición judía, Moisés es el único
individuo del que se dice haber sido besado por Dios, que conversó íntimamente
con Él, que fue llamado por Dios para tener esta relación especial.
Aunque Moisés está casado, y por tanto es
bisexual, sabemos poco de su esposa o de su relación personal con las mujeres,
y la ley Mosaica tiende a ignorar a las mujeres, o a ponerlas en un papel de
segunda clase. Por ejemplo, aunque Dios pide a Moisés simplemente que diga al
pueblo que se prepare para el evento en el Sinaí, es el propio Moisés quien
agrega el detalle: “No te acerques a una mujer” (19.15)
Y descendió Moisés del
monte al pueblo, y santificó al pueblo; y lavaron sus vestidos.
Y dijo al pueblo: - Estad
preparados para el tercer día; no toquéis mujer. (19. 14-15)
De acuerdo con la leyenda Rabínica, también
rechaza aceptar los espejos de las mujeres, que ellas donan para la
construcción del tabernáculo (Frankel 1996: 143) Y cuando su esposa, Séfora,
regresa a él, Moisés se vuelve para saludar a su suegro, Jetró, y no a Séfora
(18.6)
Moisés había acampado en
el desierto, junto al monte de Dios, y allá fue Jetro, acompañado por la esposa
y los hijos de Moisés. Y le dijo a Moisés:
- Yo, tu suegro Jetro, he venido a verte, con tu esposa
y sus dos hijos.-
Moisés salió a recibir a
su suegro. Se inclinó delante de él y lo besó; y después de saludarse, entraron
en la tienda de campaña. Allí, Moisés le contó a su suegro todo lo que el Señor
les había hecho al faraón y a los egipcios en favor de Israel… (18. 5-8)
Moisés envía a Séfora de regreso a Madian, en
lugar de que se quede con él, en el viaje a través del desierto. Todas las
relaciones humanas, pero particularmente las relaciones con mujeres, eran
secundarias con respecto al amor entre Moisés y Dios. El exclusivo “vínculo
masculino” en esta relación, el amor y la intimidad, son sin duda un modelo de
homoerotismo masculino, que tan a menudo entristecen a las mujeres, que desean
una intimidad similar con Dios.
Aunque Dios se ve como en el papel masculino y
Moisés en el femenino, en mi interpretación, el ensayo fantasioso de Ronald
Boer “Yaveh as top: a lost tárgum”, lee el amor entre Dios y Moisés en forma
diferente. En esta fantasía, Moisés no está en el papel femenino, sumiso, que
ruega a Dios por atención, abre su orificio, y se ata a la caña de Dios. Boer
imagina a Yavé como una típica reina que está elegantemente sirviendo el té,
mientras Moisés, su socio masculino, fumando, está “muriendo por una mirada
entre estas pieles que Yavé insiste en usar (seis capítulos en Éxodo), con los
detalles de fabricar un tabernáculo y las vestimentas sacerdotales que usará
Aarón (2001: 75-8)
[Irónicamente, Daniel Boyarin sugiere que los
esfuerzos de Freud para hacer a Moisés “masculino y agresivo” en Moisés y el Monoteísmo, es un intento
para rechazar las nociones europeas del “la pasividad femenina judía (de los
varones), codificada como homosexual y experimentada como vergonzosa” (1996:
185)]
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