El Evangelio de Juan - tercera entrega

Biblia Queer / Evangelio de Juan.
Por Robert E. Gross / Traducción de nuestra hermana MCRP

SALIR A LA LUZ.-

El Prólogo del Evangelio instala el tema de la salida a la luz. La luz se revela, pero es rechazada. No hay duda de que las conductas no convencionales de Jesús fueron ostentosas e incluso desafiaron las nociones judías fundamentalistas de la práctica religiosa. Él transgede la piedad fundamentalista y tira por la borda las prácticas religiosas rígidas. Se asocia con los marginados, los excluidos y los pecadores de la época. Jesús se encuentra en conflicto con los rígidos fariseos, los sacerdotes instalados por los ocupantes romanos y el gobierno administrativo de Roma.

Hay series de testigos y opositores a la luz. El primer testigo la venida de Dios en Cristo es Juan el Bautista. Para nuestra comunidad “queer”, Juan es un “oso peludo” en el sentido gay del término (Perry 1991: 247-8) No es apto para desatar sus sandalias, “hace brillar sus botas”, como un evento del cuero incluso podría traducir. El Bautista sale del armario del espacio cultural ordinario y se va al desierto, a un espacio límite:

“La llamada del Bautista es también una llamada a la conversión, y su signo es el agua de renovación y de comienzo de la vida. Hace guardia sobre nuestras salidas a la luz, el primero y todos los que subsecuentemente debemos enfrentar en el duro curso de nuestras vidas. Protege y reafirma nuestra diferencia, ya que su única verdad – él que vino a hablar para ella, y para hacer testigo de ella”. (Boisvert 2004: 64)

Con celo apasionado, el oso peludo Bautista es testigo de la venida de Dios en Cristo. Lo nombra “cordero de Dios”. Habla por aquellos hombres alternativos – que transgreden los códigos masculinos, tanto antiguos como contemporáneos y que buscan una nueva moral y un nuevo orden sexual que no domine a las mujeres y a los hombres no convencionales. Jesús reúne discípulos masculinos para su movimiento contra-cultural conducido por un oso peludo. Proclamará que Dios ha venido, a través de signos, de sus diálogos y encuentros particulares con el pueblo.

Nicodemo se acerca a Jesús durante la noche. Es el típico cristiano en el armario. Del uso evangélico de la oscuridad y la luz, acercarse de noche denota algo negativo, porque este hombre representa la oscuridad que no percibe la luz. Nicodemo no es un creyente, aunque está fascinado con los signos de Jesús y tiene miedo de ser visto con él durante la noche.  Está, por lo menos, tibio frente al mensaje de Jesús. Este lo censura por su secreto y su falta de fe. El encerrado Nicodemo está atrapado por elmiedo, y falla en escuchar las palabras de gracia de Jesús: “Porque Dios amó tanto almundo que le envió a su único hijo y aquel que cree en el hijo no perecerá, sino que tendrá vida eterna”. Nicodemo se vuelve a su encierro. Aparece dos veces más en el Evangelio (7.50-3; 19-39-42) y se mantiene en los márgenes, no desea declararse completamente ante el mundo.

Nicodemo permanece encerrado como creyente en el texto, acercándose a Jesús en medio de la noche. El autor gay James Alison escribe:

“Jesús no acepta esa venida de Nicodemo en la noche, que se permita ser atendido. Sabe que los deseos nocturnos  que están en contradicción con los diurnos, son signos de que ambos están distorsionados. Se lo deja claro a Nicodemo: no existe algo como el discípulo en el armario". (Alison 2001: 217)

Jesús habla a Nicodemo de nacer de nuevo. Este nacimiento espiritual es una confirmación de que los deseos nocturnos y los diurnos necesitan integrarse en un todo espiritual. La integración de la propia sexualidad con la espiritualiad, lo carnal y lo espiritual, requiere una salida, un renacimiento. El discípulo cristiano “queer” encarna la espiritualidad y no niega las dimensiones del deseo y el anhelo de la pasión.

Jesús no es simpático con este discípulo encerrado, que mantiene el estatus quo religiosa y cuyo miedo lo paraliza para tomar el paso próximo de mostrarse como un discípulo. Nicodemo es muy parecido al clero que no sale afuera y se muestra como “queer”. Pero Jesús tiene algún impacto sobre Nicodemo. Más adelante en el Evangelio, él se enfrenta a las autoridades que tratan de arrestar a Jesús, planteando una pregunta del debido proceso (7.51: “- Según nuestra ley, no podemos condenar a un hombre sin antes haberlo oído para saber qué es lo que ha hecho”. Al final del Evangelio, Nicodemo y José de Arimatea, otro encerrado, entierran secretamente a Jesús. ¿Sintió algún remordimiento mientras enterraba el cuerpo de Jesús? Nicodemo compra el equivalente de 75 libras de especias para enterrar. ¿Este hecho sugiere su descreimiento sobre la resurrección? ¿O revela su arrepentimiento por no haber seguido a Jesús más abiertamente? Claro, Nicodemo tuvo miedo de las consecuencias que tendría en la comunidad tomar la decisión de salir a la luz como un seguidor de Jesús.

¡Cuántas veces ha sido reencarnado este escenario en el clero encerrado, enterrando a hombres gay que murieran por el VIH! En lugar de representar a Cristo, han imitado a Nicodemo en el armario. Como Nicodemo, tuvieron miedo de ponerse del lado de la verdad y de aquellos que dan testimonio de la verdad. No han hablado contra los pronunciamientos homofóbicos de odio y violencia, que vienen de los líderes eclesiásticos. No han visto al Cristo encarnado en los rostros de hombres gay que han muerto. ¿Se apareció Cristo a Nicodemo? ¿Desarrolló Nicodemo por fin una fortaleza suficiente como para aparecer como discípulo? ¿Cómo enfrentarán los curas encerrados los rostros de sus hermanos caídos por el VIH en el momento de la resurrección de los muertos? ¿Con remordimiento? ¿Con profundo arrepentimiento?

Si leemos la historia de Nicodemo como un hombre gay encerrado, es fácil leer a la samaritana como una lesbiana que ha practicado monogamia en serie y está ahora viviendo con su sexta amante. A diferencia de Nicodemo, ella encuentra a Jesús durante el día. No hay pretensión de hipocrecías o aislamiento. Ella admite rápidamente sus relaciones, y a diferencia de Nicodemo, reconoce sus deseos carnales. La mujer samaritana comienza a dialogar con Jesús por curiosidad, su carnalidad no se transforma en un obstáculo, como la religiosidad de Nicodemo. Ella está dispuesta a dirigirse a Jesús por audacia, y este le habla sobre el agua de vida. Sin dudar o sufrir un momento de miedo, ella le pide de esa agua. Esa agua de vida burbujea en su vida, y ella regresa a su casa dejando su vasija de agua, pero no sin haber cambiado. Ahora, posee el agua de vida y se convierte en discípula de Jesús, predicando la Palabra. Lo nombra como profeta de Dios y ella misma como una discípula para los samaritanos.

El que está fuera de esto – como una mujer lesbiana – y un samaritano escucha la palabra y no rechaza la luz, pero las personas religiosas fallan en adoptar la palabra y no llegan a convertirse en discípulos. ¡Cuán a menudo han juzgado las iglesias a las mujeres como la samaritana, sin seguir el ejemplo de Jesús, que no la juzga cruelmente, sino que extiende su invitación de gracia para que se transforme en discípula.

La luz y la oscuridad han sido un tema constante en el texto del Evangelio. Juan 8.1 es un prólogo al capítulo 9 – cuya estructura dramática y cuyos diálogos parece intuir un drama clásico. Los primeros versículos (1-7) constituyen un diálogo teológico sobre el pecado y la ceguera. ¿Quién tiene la culpa de la ceguera? Jesús toma la iniciativa y cura al hombre ciego, lo libera de su opresión. No responde a la fe del ciego. El ciego comienza un diálogo inicial con los fariseos, en el que se revelan las semillas del conflicto. Es en los conflictos siguientes con las preguntas de los fariseos, los fundamentalistas religiosos del texto, que merodean alrededor y se encuentran con Jesús (35-8) que el ciego sanado llega a la fe, al oír la palabra reveladora de Jesús. Los fariseos – en la narración – echan de la sinagoga al hombre nacido ciego. No pueden tolerar que haya llegado a la fe a través de un camino diferente al de ellos. Han armado la experiencia religiosa y la han definido muy estrechamente, no registrando la verdad de que la gracia de Dios es gratuita: “El viento sopla donde quiere” (3.8) La gracia se abre camino y nos sorprende con su novedad y transformación. Esta historia es un recuerdo dramático de que las iglesias a menudo están cómodas con la experiencia vivida de su pueblo. Prácticas de exclusión como la expulsión de la sinagoga, eran una experiencia común para aislar a alguien cuya experiencia era diferente, en lugar de tomarse el tiempo de escuchar y apreciar el encuentro de la fe, como en el caso del hombre ciego. El capítulo 9 de Juan termina con el hombre nacido ciego con capacidad de visión y llegando a la fe, mientras los fariseos – que tienen vista – son incapaces de salirse de su fundamentalismo y están cegados por su violencia. Les falta la libertad para ver en nuevas formas la acción de Dios a través de Jesús.

Curiosamente, Jesús nunca se encuentra con los padres del ciego, que sigue un verdadero curso medio cuando es interrogado por los antagonistas. Debido al miedo, ellos se confunden entre su hijo ciego ahora curado y los fundamentalistas religiosos. Se dan cuenta de que responder es tomar partido por su hijo, y de que esto significa exclusión religiosa. Así, optan por testificar la ceguera de su hijo desde el nacimiento y su actual visión sana. ¡Cuán a menudo han sido forzados los padres a elegir entre sus hijos que salen del “armario” y su iglesia, con sus estrechas definiciones éticas y sus rituales de exclusión y coerción! Debido a presiones indebidas y el dogmatismo moral de las iglesias, los padres han enviado a sus hijos a lugares similares a campos de concentración, programas de ex gays para “curar” a sus hijos de su homosexualidad.

Este relato se ha repetido numerosas veces, en la exclusión de lesbianas, gays y trans de las comunidades eclesiales. Pero la tolerancia de esta historia se ha vuelto a escenificar en formas comunales de intolerancia hacia las comunidades de gracia gratuita. Por ejemplo, la arquidiócesis Católica expulsó a la Metropolitan Community Church (Iglesia de la Comunidad Metropolitana) de Nueva Orleans  de su propiedad alquilada “Proyecto Lázaro”, debido a que esta Iglesia apoya la “salida del armario” de la comunidad GLTTB  y la bendición de uniones del mismo sexo. Los nuevos fariseos fundamentalistas de la Cristiandad, mantienen sus códigos de pureza basados en la conformidad heterosexual y expulsa a quienes se desvían de sus reglas. De esta manera, han creado comunidades de gracia gratuita, donde el Espíritu vive y los desafía a que rompan y echen abajo sus cercos de exclusión.

La resurrección de Lázaro ha sido interpretada como una “salida del armario” (Glaser, 1998: 10-11; Perkins 2000; West 2003) Las personas “queer” puede fácilmente re-presentarse la narración de una historia de “salida del armario”. Lázaro, el díscipulo amado (véase más abajo) muere y es enterrado. Debido a su cariño por Lázaro, Jesús realiza un signo, trayéndolo a la vida. Lo llama, para que salga de la muerte de tumba. Desde un contexto gay de un afro-americano, Ben Perkins escribe:

“En Juan 11, Jesús llama a Lázaro, gritándole que salga de la tumba. Lázaro es llamado a salir a la vida. Para los individuos “queer”, el paralelo es inconfundible: somos llamados a salir, en un proceso que nos mueva hacia una mayor integración en nuestra relación con nosotros mismos y con los demás.” (Perkins 2000: 199)

Perkins utiiza una hermanéutica de reimaginar para reinterpretar: la narración de la salida de las personas “queer” donde el muerto Lázaro es llamado a la vida por Jesús y la comunidad debe sacarle las vendas. Lázaro no se las puede quitar solo, necesita una asistencia de la comunidad. El amor de Jesús se convierte en el milagro que saca a Lázaro de la tumba y lo releva de sus ataduras para la vida. Lázaro encuentra nueva vida y una renovación de la relación con sus hermanas y sus amigos.

Mona West leer la historia de Lázaro desde una perspectiva lesbiana. Su foco de atención está sobre Martha, no sobre Lázaro; la historia se relaciona con la salida de Martha, como una discípula de Jesús.

Ella es invitada a moverse más allá de una mera confesión de fe y a aceptar la completud radical de la gracia de Jesús. Su conversación con él, así, no solo forma el corazón teológico de la historia, es también el corazón teológico del proceso de “salida” para las lesbianas cristianas y los hombres gay (West 2003: 154)

Es la decisión de Martha confiar en Jesús y sacar la piedra de la tumba, y ella llega a un nuevo nivel de vivencia como discípula de Jesús. Así, la historia de la resurrección de Lázaro es el evento de la “salida”, que marca a Jesús por las autoridades religiosas para condenarlo a muerte. Esta historia se repite muy a menudo, en las vidas contemporáneas de muchas personas “queer”.

Estas narraciones de las “salidas” de Dios en Cristo, proveen el combustible para el antagonismo creciente entre las autoridades religiosas y Jesús. La religión institucional puede ser letal en las racionalizaciones para proteger la nación y la civilización; encierra la sexualidad y la espiritualidad humana a través de definiciones estrechas, regulaciones dogmáticas y exclusiones violentas. Los oponentes de Jesús, se quejan: “¿Qué debemos hacer nosotros?” Este hombre está realizando muchos signos. Si le permitimos seguir así, todos creerán en él, y los romanos vendrán para destruir nuestro santo lugar y nuestra nación. (12.47-48) Quejas similares hacen eco desde los púlpitos de muchas iglesias, cuando se habla de las personas “queer”.

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Próxima entrega: Género y Sexualidad

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