El Evangelio de Juan -sexta entrega


EVANGELIO DE JUAN /Robert E. Goss
Traducción MCRP
EL DISCURSO DE DESPEDIDA: LAS INSTRUCCIONES DE JESÚS A LOS CRISTIANOS “OUT”

Acerca de la quinta parte del Evangelio está dedicada al discurso de despedida de Jesús (13.31-17.26), en su última cena. Comienza con un fragmento litúrgico: “Ahora el Hijo del Hombre recibe honra, Dios también recibe honra a través de él, entonces le dará honra al Hijo del hombre a través de sí mismo, y lo hará muy pronto” (13.31-2) El discurso de despedida comienza con este fragmento litúrgico y termina con la oración sacerdotal de glorificación, en el capítulo 17.

Jesús anuncia el final de la existencia encarnada. La muerte traerá el fin de la encarnación, pero también inaugurará la venida del Espíritu Santo. El discurso de despedida es el corazón del Evangelio, el discurso más importante entregado para preparar a los discípulos para la partida de Jesús y su entrega del Espíritu Santo. Es una instrucción para los discípulos de la post-resurrección, sobre cómo vivir en el mundo lleno de conflicto y antagonismo. Es en esta importante sección del Evangelio que el discípulo amado es presentado por primera vez y se le da preeminencia. Yo interpreto el discurso de despedida de Jesús y la oración, como instrucciones a sus discípulos sobre cómo salir al mundo y vivir en él. La comunidad Juanina sufre similares antagonismos y hostilidades a nuestras personas “queer”.

El último discurso de Jesús es como un mensaje de despedida greco-romano o testamento, en que el hablante anuncia su partida inminente, recordando su vida, urgiendo a su audiencia para cumplir sus palabras y acciones, y consolándolos. Jesús está en el mundo, pero no es del mundo, y tiene una cualidad trascendente, sobre-mundana del Jesús resucitado, mientras habla y entrega su mensaje de despedida. Llevados por la llamada de Jesús hacia el discipulado, ellos descubren a Dios en Jesús y uno en el otro.

Comienza con un mandamiento (13.34) a sus discípulos, que se amen entre sí como él los amó. El nuevo mandamiento presupone un igualitarismo comunitario y es crítico de la jerarquía. Este mandamiento de amarse mutuamente luego se extiende en 14.15 y en 15.15, donde Jesús llama a sus discípulos, “amigos”. Habla de la unidad de Dios y Él mismo: “Yo estoy en el Padre, y el Padre en mí” (14.20) Dice a sus discípulos que no estén tristes, porque esta unidad vivirá en ellos (14.19-20) Dios enviará al Paráclito (alguien que está al lado, o defensor”), un abogado para defenderlos y consolarlos. El Paráclito vive en todos los discípulos que aman a Jesús y cumplen sus mandamientos. Sostendrá a los discípulos en un mundo hostil y les enseñará el significado de las palabras de Jesús. Los discípulos amarán a Dios y se amarán entre sí, se convertirán en agentes de la presencia del Dios encarnado, a través del Espíritu.

Los capítulos 15 y 16 se extienden en los temas del capítulo anterior. Jesús utiliza la metáfora de la viña y las ramas para describir la conexión vital que él mantendrá con sus discípulos, después de su partida. Los cristianos asumidos, darán frutos agradables a Dios. Proclama su mandamiento: “Ámense unos a otros como yo los he amado (15.12) Este amor mutuo incluye una disposición para dar la vida unos por los otros. El mundo será hostil a los cristianos. Que Jesús se haya mostrado y hablado abiertamente, hace que el rechazo a los cristianos sea un pecado (15.22: “Si yo no hubiera venido y hablado con ellos, no serían culpables de ningún pecado, pero ahora no tienen excusa”. En la oración sacerdotal (capítulo 17), Jesús ora para que ellos sean uno como él y Dios son uno, y los envía al afuera, a un mundo hostil, para dar testimonio de la verdad.

El discurso de despedida de Jesús deja claro que los discípulos no pueden amar a Dios, a Jesús, o unos a otros en forma separada. El poeta Thomas Traherne escribe: “¿Amarías tú a Dios solo? Dios no puede ser amado”. Bill Countryman comenta este verso:

“Y la capacidad humana para amar – la capacidad que avala la posibilidad de unión con Dios y la posibilidad de unión con otro ser humano- esta capacidad no es múltiple. No hay amor dirigido hacia Dios y otro hacia los seres queridos. De la misma manera, el amor dirigido hacia Dios y los seres humanos no significa que nuestra capacidad de amar esté dividida. Como escribe Traherne, Dios “debe ser amado de todas las formas, con un amor ilimitado, incluso en todas Sus acciones, en todos Sus amigos, en todas Sus criaturas”. (Countryman 2005: 40)

No podemos compartimentar el amor de Dios y del amor a los seres humanos. Amar a Dios no impide el amor a los hermanos y a la humanidad. Son inseparables.

El discurso de despedida de Jesús se dirige a los cristianos “queer”, que viven en un mundo hostil. Así como el hombre ciego fue echado de la sinagoga, la comunidad Juanina fue echada de la sinagoga por su Cristología. Los cristianos “queer” han sido expulsados de sus iglesias, por su amor hacia el mismo sexo.

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Próxima entrega: El discípulo Amado.

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