Testimonio de Vida - Obispo Ignacio Maloyan (Shoukrallah)
Ignacio Maloyan (Shoukrallah), nació el 8 de
abril de 1869, en Mardin, Turquía. Recibió la ordenación presbiteral en 1986 en
el convento de Bzommar y adoptó el nombre de Ignacio en memoria del mártir de
Antioquía. Fue párroco en Alejandría y El Cairo. Fue enviado por el Patriarca Sabbaghian a
restablecer el orden en la Diócesis de Mardin y en 1911 es elegido como Obispo
de esa diócesis.
Con el inicio de la Primera Guerra Mundial
comienza el conflicto que desembocará en el genocidio del pueblo armenio. En
abril de 1915 las tropas turcas rodearon
el obispado Católico Armenio y las iglesias en Mardin con la acusación de que
eran escondites de armas. El 3 de junio los soldados turcos detienen y conducen
a los tribunales, atado con cadenas al Obispo Ignacio, al poco rato detienen 27
personalidades católicas armenias, 25 presbíteros y 862 creyentes.
Iniciado el juicio, el jefe de la policía
pidió al Obispo Ignacio convertirse al Islam. Reusándose confesó que estaba
dispuesto a sufrir ataques y hasta la muerte. Mamdooh Bek, el jefe de la
policía le golpeó la cabeza con su pistola y ordenó que le encarcelaran.
Encadenado de pies y manos, los soldados lo tiraron al piso y golpeaban,
mientras el Obispo oraba diciendo:
Oh
Señor, ten piedad de mí, oh Señor, dame fuerza.
El 9 de junio, su madre lo visitó en la
cárcel. Ese día, pidió a otros presbíteros encarcelados con él la absolución.
Al día siguiente, los soldados reunieron 447 armenios y los subieron en
camiones para ser enviados a los trabajos forzados pero nunca llegaron. El comvoy
se dirigió al desierto y les hicieron bajar de los camiones; el Obispo Ignacio
animaba a los cristianos a mantenerse firmes en la fe. Se arrodillaron y él oró
por ellos. Los presbíteros que les acompañaban dieron la absolución a toda la
gente. El Obispo Ignacio con un trozo de pan lo bendijo y dijo las palabras de
la consagración de la Eucaristía y se lo dio a los presbíteros para que los
repartieran entre la gente. Un soldado que era parte de la guardia que les
escoltaba afirmó:
Había una
mirada de alegría y serenidad en sus rostros.
Al cabo de unas horas a pie, hambrientos y
sedientos, desnudos y encadenados fueron atacados por los soldados
asesinándolos ante el Obispo Ignacio. El jefe de la policía nuevamente se
dirigió al Obispo pidiéndole que se convirtiera al Islam a lo que el Obispo
Ignacio respondió:
Yo he dicho
que voy a vivir y morir por la causa de mi fe y la religión. Me enorgullezco en
la cruz de mi Dios y Señor.
El jefe de la policía muy enojado, le apuntó con
su pistola y disparó al Obispo Ignacio Maloyan quien antes de morir gritó en
voz alta:
Dios mío,
ten piedad de mí; en tus manos encomiendo mi espíritu.
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