9. Vida Religiosa y Opción por los pobres - Víctor CODINA
Compartimos una nueva entrega de la serie "Sobre la Opción por los Pobres" en el marco del Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, conmemorado el pasado 17 de octubre.
-¿Qué relación ves,
Víctor, entre la vida religiosa y la opción por los pobres?
-Vamos a situarnos en
una perspectiva histórica y eclesial, más que teórica.
Desde los comienzos
de la Iglesia ha habido cristianos que se han tomado muy en serio el evangelio.
En los primeros siglos fueron sobre todo los mártires. El evangelio les llevó a
un seguimiento radical de Jesús, hasta las últimas consecuencias.
Cuando desaparece el
martirio hay todo un grupo de hombres que van al desierto para poder vivir la
vida radical, la fraternidad cristiana y compartir los bienes... De alguna
forma, también, el colaborar con los pobres. Muchos de ellos también eran
pobres.
A partir de la Edad
Media, cuando ya aparecen claras las categorías sociales de una pequeña burguesía
incipiente, la Vida Religiosa marca un camino nuevo de ir a la periferia para
estar con los sectores más populares, como los franciscanos, los mendicantes,
etc...
Y en la época
moderna, también, podemos decir que todos los institutos, todos los grandes ciclos
de vida religiosa se han caracterizado por ir a estos lugares donde hay
sufrimiento, donde hay dolor, donde hay enfermos, donde hay jóvenes sin
educación, donde hay esclavos, donde hay situaciones de subdesarrollo -como se
le ha llamado-.
De manera que la vida
religiosa entendía la radicalidad de la consagración a Dios por una radicalidad
de entrega a los hermanos, sobre todo a los hermanos más necesitados y más pobres.
Entonces podemos
decir que hay como una identidad y una correlación íntima entre vida radical,
vida religiosa, evangelio vivido en radicalidad y entrega a los pobres, al
servicio de los más necesitados.
-La OP en la vida
religiosa en estos últimos tiempos adquiere el rostro de la «inserción». ¿Qué relación
hay entre OP e inserción?
-Me parece que el
tema de la OP es un tema bíblico en el fondo. Los religiosos, yéndose a los lugares
más pobres, dejando el centro de la ciudad en busca de la periferia, el campo,
las minas, las villas-miseria, las favelas, los suburbios... o bien trabajando
con sectores étnicos oprimidos, han realizado histórica y prácticamente lo que
a nivel oficial se ha formulado en la Iglesia como OP. Se podría decir que la
vida religiosa ha sido como la realización histórica y existencial de lo que se
ha formulado de forma teórica como OP. Podemos decir que en algunos casos, la
vida, la praxis, ha antecedido a la reflexión, mientras que en otros casos ha sido
la reflexión la que ha llevado a los religiosos a vivir con los pobres. De
hecho, hay documentos del magisterio en los que el mismo Papa exhorta a los
religiosos a que vayan, a que escuchen el clamor de los pobres. Por ejemplo, el
documento «Evangelica Testificatio» de Pablo VI. En otros documentos es al
revés: por ejemplo, en el documento de Puebla se constata que en los religiosos
ha habido un descentramiento, un éxodo hacia el lugar de los pobres y que esto
ha llevado a un concepto nuevo de comunidad, de inserción en la Iglesia local,
a una nueva espiritualidad. En el fondo la vida religiosa encuentra su lugar
eclesial y social cuando de nuevo se acerca al mundo de los pobres.
-La inserción se
entiende normalmente como inserción en los medios populares, inserción en la cultura,
etc. ¿Qué nuevas fronteras habría en América Latina para la OP? ¿Cuáles serían
los desafíos, las fronteras últimas todavía pendientes para la vida religiosa
en América Latina en cuanto a la OP se refiere? ¿En qué nuevos frentes?
¿Insertarse hasta dónde?
-A mí me da un poco
de vergüenza hablar de esto, porque en primer lugar, numéricamente, las personas
más insertas son las religiosas. Son ellas las que cuantitativamente -y yo creo
que cualitativamente también- se han tomado más en serio esta inserción.
Esta inserción
primero empezó con un cambio de lugar, un cambio geográfico. Luego se vio que esto
llevaba a una especie de solidaridad social, podemos decir «socio político
histórica» con los pobres. Poco a poco se vio que esto llevaba a un entrar en
el mundo cultural y antropológico de los pobres, que es un mundo muy difícil. Y
finalmente otro paso ha sido darse cuenta de que esto supone participar de la
misma dimensión religiosa de la religiosidad popular de los pobres.
Me parece a mí pues
que estamos en los comienzos, y que en los pocos años en que esto se está
realizando ya se comienza a ver cambios, cambios en la forma de entender la
vida religiosa, los votos, el trabajo apostólico, la misión, la comunidad...
Todo queda impactado por esta cercanía.
Un problema que
permanece es que, al fin y al cabo, estos religiosos siempre son extraños a este
mundo. Siempre son unos extranjeros que hacen un esfuerzo por acercarse a este
mundo de los pobres, porque muchos de ellos no han nacido, o por lo menos no se
han educado en este mundo.
Otro paso siguiente
sería que los mismos pobres de los lugares urbanos, campesinos, de las mismas
etnias, etc., no sólo entraran en la vida religiosa tradicional, sino que
fueran capaces de encontrar sus formas de vida religiosa radical dentro de su
misma cultura, en su mismo hábitat, sin necesidad de tener que entrar en otras
organizaciones que por ser muchas de ellas europeas o por
tener muchas de ellas
una estructura muy «occidental» no dejan de ser extrañas a este mundo. Por tanto,
estamos en un paso muy incipiente.
Yo diría que estamos
ante un nuevo ciclo de vida religiosa. Es una gran aventura. Está llena de riesgos.
Hay retrocesos, hay miedos, hay errores, hay marcha atrás... pero también hay
caminos que se van abriendo más cada día en su aspecto radical como una
cercanía con el pueblo, como un estar con el pueblo, y no solamente «estar»
sino -podemos decir- «acompañar» al pueblo en toda su lucha liberadora. Lo
ideal sería no solamente acompañar al pueblo sino que esta misma vida religiosa
fuera del pueblo. Que fuera el mismo pueblo el que engendrase estas formas de
vida radical, de vida religiosa.
-Has dicho que habría
que insertarse también en las luchas populares...
-Naturalmente. Es
decir, en la medida en que se está con el pueblo hay que acompañarle en este
largo proceso de su liberación económica, social, política, cultural, etc.
-En algún sentido
podemos decir que la vida religiosa ha estado siempre inserta, en un medio o en
otro. Porque ha habido una vida religiosa inserta en las clases dominantes, en
la cultura burguesa...
¿Es una contradicción
con la radicalidad evangélica insertarse en las cases dominantes, tal como se
ha hecho clásicamente?
-Para no jugar con
las palabras, cuando nosotros hablamos de «inserción» nos referimos a inserción
en lugares «populares». Entonces yo diría que la vida religiosa que nació
ordinariamente en estos sectores o para estos sectores o en función de estos
sectores populares, con el tiempo ha quedado como domesticada por los sectores
dominantes, que se la han apropiado, y se ha dado como un cambio de lugar
social, desde los lugares populares al lugar de la burguesía. De manera que
cuando la vida religiosa vuelve a los lugares populares, en el fondo está
haciendo más que volver a su centro teológico, al lugar espiritual y eclesial
que le corresponde, a su lugar profético. La vida religiosa siempre se sitúa en
el margen, en la periferia, en el desierto, en la frontera. Y cuando se ha
ubicado en el centro del poder, del prestigio, ha sido en el fondo infiel a su
carisma original y a su radicalidad.
Evidentemente esto no
quiere decir que se deban abandonar otros lugares. El problema es desde dónde
se deben evangelizar otros lugares, otras personas. Pero en todo caso, la
evangelización de los sectores no populares únicamente podrá ser evangélica
cuando se haga desde esta solidaridad, desde esta inserción incluso física con
estos sectores populares. De lo contrario se les hace daño a los sectores
burgueses, porque se les bautiza y se les legitima en su situación, que no es
evangélica, y en América Latina ordinariamente es injusta y pecaminosa. Y es
por eso precisamente por lo que no es posible evangelizar estos sectores sin
dar una gran sacudida profética que no se podrá hacer sin esta inserción en los
lugares populares.
-¿Se podría decir que
la vida religiosa o vive la OP o deja de ser radical?
-Detrás de toda esta
marcha hacia los pobres yo creo que hay que buscar cual es su fundamentación
auténtica. Muchos piensan que esto es una moda, o que esto es un influjo
marxista.
Otros creen que esto
es una coyuntura tercermundista y que sólo vale para estos países tan pobres...
Yo creo que estas
razones, aunque pueden influir y pueden afectar, no son las razones definitivas.
La razón definitiva es estrictamente teológica, y más fuertemente yo diría que
es espiritual, «teologal». Es decir, es Dios el que ha hecho la opción por los
pobres. Es Dios el que se ha dejado conmover ante el gemido del pobre. Es Dios
el que se ha dejado conocer ante el gemido del pobre. Es Dios que desde Abraham
hasta Jesús, desde Moisés hasta los profetas ha escuchado el clamor de los pobres
y quiere responder a este clamor.
Y el seguimiento de
Jesús, enfocado desde la perspectiva del Reino, lleva a estar con los marginados.
La radicalidad de la OP no es sociológica, política, económica, cultural...
sino estrictamente teológica, teologal, religiosa, mística... Seguir el camino
de Jesús, seguir el camino del Reino, la práctica de las bienaventuranzas pasa
por la cruz de descender a los infiernos podríamos decir, para resucitar, para
llevar esta vida nueva a estos lugares en los que realmente no se lleva una vida
humana. Pero esto siguiendo el camino de Jesús y siguiendo la trayectoria de
Dios en todo el Antiguo y Nuevo Testamento y la tradición de la Iglesia -no
sólo de la vida religiosa, sino de toda la Iglesia-. Siempre que la Iglesia se
ha acercado a los pobres ha sido una Iglesia evangélica. Cuando la Iglesia se
ha apartado de los pobres siempre ha perdido su carisma, su profecía, su
espíritu, su dimensión evangélica.
Comentarios
Publicar un comentario