Reflexión semanal. Sexto Domingo del Tiempo de la Iglesia.
El evangelio de Jesucristo pone a la persona sobre la ley, la doctrina y la tradición.
“Un hombre enfermo de lepra se acercó a Jesús, y poniéndose de rodillas le dijo: —Si quieres, puedes limpiarme de mi enfermedad.
Jesús tuvo compasión de él; lo tocó con la mano y dijo: —Quiero. ¡Queda limpio! Al momento se le quitó la lepra al enfermo, y quedó limpio. Jesús lo despidió en seguida, y le recomendó mucho: —Mira, no se lo digas a nadie; solamente ve y preséntate al sacerdote, y lleva, por tu purificación, la ofrenda que ordenó Moisés, para que conste ante los sacerdotes.
Pero el hombre se fue y comenzó a contar a todos lo que había pasado. Por eso Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo, sino que se quedaba fuera, en lugares donde no había gente; pero de todas partes acudían a verlo” (Marcos 1,40-46 versión Biblia de Estudio Dios Habla Hoy)
La liturgia nos propone hoy. una de las escenas más escandalosas de los relatos evangélicos, para nuestra reflexión semanal.
1- Contexto geográfico, político – religioso y socio – económico donde se desarrollan las escenas:
El versículo anterior al relato de hoy dice: “Jesús andaba por toda Galilea, anunciando el mensaje en las sinagogas de cada lugar y expulsando a los demonios” (Mc 1,39).
La semana pasada, nos detuvimos en fundamentar que Galilea, es en lo evangelios, el lugar teológico privilegiado de la exclusión, de la discriminación, de la opresión, de la vulneración de derechos y dignidades humanas. El episodio de hoy sucede en ese territorio.
Según la tradición judía, la enfermedad era considerada un castigo divino por los pecados personales o familiares, esto también lo hemos fundamentado en instancias anteriores. Especialmente la lepra, era una enfermedad que producía una ruptura total entre la persona y la comunidad. La ley excluía a la persona con lepra de la vida social, cultural, productiva, económica y religiosa, en el momento que el sacerdote le declaraba “impura” a consecuencia de la enfermedad.
La persona era puesta fuera de la comunidad, en lugares apartados, debía gritar “impuro, impuro”, para que nadie entrase en contacto con ella (Levítico 13,1-2, 44-46).
Algunas consideraciones en este contexto:
- cuando en ese sistema religioso se hablaba de lepra, en realidad abarcaba un amplio espectro de enfermedades de la piel y no necesariamente lo que consideramos estrictamente lepra (por ejemplo una persona que en la actualidad se le diagnostica soriasis en aquel momento el diagnóstico sería lepra).
- todo el sistema religioso judío, estaba organizado de tal forma que generaba la exclusión de las personas por motivos de sexo (los hombres eran superiores a las mujeres), situación económica (las personas ricas eran superiores a las persona pobres), edad (las personas adultas eran superiores a las personas jóvenes), sistema de creencias (los judíos eran superiores a los paganos), lugar de procedencia (la población de Judea era superior a la población de Samaría y Galilea). Es en este contexto, donde se desarrolla el episodio de Marcos sobre el que estamos reflexionando.
2- Contenidos de la escena del Evangelio:
Este hombre, discriminado por su familia y su pueblo; excluido de la vida social, política, productiva, económica, religiosa de su comunidad; vulnerado en sus derechos y su dignidad; cargando con una culpa simbólica que el sistema religioso depositaba sobre sus hombros, se acercó a Jesús (versículo 40).. Esta es la primer situación escandalosa. El hombre rompe la norma de exclusión y se acerca a Jesús.
Jesús, “se compadeció de él, lo tocó con la mano” (versículo 41). Esta es la segunda situación escandalosa. Jesús rompe la norma de exclusión y entra en contacto con el leproso; pero no permite únicamente que el hombre se acerca sino que lo toca y al entrar en contacto con él, inmediatamente se hace impuro. Jesús optó por la dignidad de la persona sobre la importancia de la doctrina y la tradición.
Lo verdaderamente importante del relato evangélico, no es lo anecdótico del milagro de la sanación, sino el milagro de la inclusión por la dignidad devuelta.
El original griego utiliza el término yagón que significa: aflicción, congoja, dolor, tristeza, lamentación, angustia, fastidio. Bien puede interpretarse como que el hombre estaba afligido, acongojado, dolorido, triste, angustiado, fastidiado por su exclusión y se dirigió a Jesús; o que Jesús sintió aflicción, congoja, dolor, tristeza, angustia por ese hombre; fastidio por un sistema religioso que imponía tales cargas sobre sus miembros; lo que ciertamente interesa rescatar son estos sentimientos que produce la exclusión, tanto en las víctimas (el hombre enfermo de lepra) como en las personas que son testigos de esa injusticia (Jesús).
Jesús le impone silencio, nuevamente aparece en Marcos el tema del secreto mesiánico (cf 1,34) del que ya comentamos en varias oportunidades, y le envía al sacerdote para que sea reintegrado a la comunidad; reincluido en el pueblo de Dios por medio de la ofrenda (Lv 14,1-32).
Dos actitudes se producen en el hombre a partir de que Jesús le libera de la exclusión y le reconoce su dignidad. Por un lado, este hombre no guarda el secreto sino que se transforma en testigo “comenzó a contar lo que había pasado” (versículo 45 a); por otro, prescinde del rol sacerdotal para su reinclusión, al parecer, se auto incluye en la vida comunitaria.
Resulta interesante destacar el cambio de roles que se produce. Al inicio de la escena evangélica, el hombre con lepra estaba excluido de la comunidad en un lugar solitario mientras que Jesús era parte de la vida comunitaria. Luego del encuentro entre ambos, los roles se invierten. El hombre sanado de la lepra se auto incluye en la comunidad mientras que Jesús queda en el lugar de la exclusión; dice el relato evangélico: “Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo, sino que se quedaba fuera, en lugares donde no había gente” (versículo 45 b).
Pero es en el lugar de la exclusión donde comienza a surgir la experiencia liberadora junto a Jesús “pero de todas partes acudían a verlo” (versículo 45 c)
3- El mensaje aquí y ahora:
El Evangelio de Jesucristo es ortopraxis y no ortodoxia.
El Evangelio de Jesucristo es Buena Noticia para las personas excluidas pero Mala Noticia para las personas y los sistemas que excluyen
El Evangelio de Jesucristo pone a la persona sobre la tradición, la doctrina, la norma, la ley, aunque nos digan que éstas provienen de Dios.
El Evangelio de Jesucristo restituye la dignidad y los derechos a las personas vulneradas.
El Evangelio de Jesucristo incluye a todas las personas sin importar sexo, edad, condición social, religión, etnia.
Una Iglesia que no explicita claramente estos cinco aspectos, con palabras y con acciones, no es la Iglesia de Jesucristo.
Ella recibió el mandato directo del Señor de seguir su ejemplo (Mateo 10,8)
Buena semana para todas y todos.
+ Julio.
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