PREVENCION DEL VIH una conversación teológica global.

PREVENCION DEL VIH;una conversación teológica global (continuación)

Editora Guillian Paterson - Alianza Ecuménica de Acción Mundial - Ginebra.
 
 
 
PARTE I

Queridas iglesias, estimadas agencias de la ONU, queridas redes de personas con VIH y otros socios

Les escribimos como teólogas, teólogos y profesionales de cinco continentes y muchas tradiciones religiosas. Algunas personas de este grupo vivimos con el VIH. En enero de 2008 nos reunimos con el fin de reflexionar en torno a los asuntos teológicos que han surgido, para nosotros/as y quienes nos rodean, en nuestro trabajo de prevención del VIH. Este libro describe la conversación que tuvo lugar durante esos días y les invita a ustedes, lectoras y lectores, a unirse a esa conversación y llevarla adelante.

‘¿Por qué sólo prevención?’, se preguntarán. Sabemos que la prevención del VIH está vinculada de manera inextricable a la disponibilidad de tratamiento, atención y apoyo; sabemos también que ambas se refuerzan mutuamente. En este momento, sin embargo, una verdad ineludible es que por cada dos personas que inician su tratamiento para el VIH, otras cinco están adquiriendo la infección[i]. Por lo tanto, a pesar de ser vital, el acceso al tratamiento no basta. Hoy es evidente que no se podrá detener la propagación de la epidemia sin reexaminar el énfasis en la prevención del VIH, sobre todo en lo concerniente a las personas marginadas.

No obstante, las conversaciones teológicas entre creyentes de distintas tradiciones religiosas no son fáciles. Teólogas y teólogos de la fe cristiana podemos diferir en cuestiones muy fundamentales.

No somos una excepción: disentimos con frecuencia. Aun así, en algo somos unánimes. Como teólogas, teólogos, especialistas en ética y profesionales de las iglesias, compartimos una profunda conciencia respecto al poder que tiene la fe para motivar a las organizaciones, los grupos y personas que conforman nuestras comunidades. Somos sumamente conscientes de la necesidad de que las personas de fe (es decir, la inmensa mayoría de habitantes de este planeta) encuentren significado en lo que les sucede y en la manera en que viven sus vidas. Creemos que nuestras iglesias cristianas y sus organizaciones conexas tienen la capacidad de imbuir en la respuesta al VIH una serie distintiva de valores, un compromiso hacia el cuidado y el apoyo, una tradición de compasión, una presencia sostenible en las comunidades y una larga historia de práctica informada.

Este libro es el resultado de una conversación teológica. No obstante, los debates en torno a cuestiones públicas deben, inevitablemente, involucrar aportes y comprensión desde una variedad de disciplinas. Es por ello que nuestras comprensiones acerca de la pandemia del VIH están (como debe ser) informadas por epidemiólogos/as y biólogas/os, sociólogos/as y médicas/os, antropólogos/as y psicólogas/os, políticos/as y economistas, personas con VIH o sida, así como líderes y lideresas de las comunidades. Casi no es necesario afirmar que todos estos marcos tienen una contribución que hacer a la capacidad de las comunidades de fe para movilizarse, participar más activamente en la prevención del VIH y cuestionar el estigma. Es en el contexto de estos marcos conceptuales empíricos que debe tener lugar la reflexión teológica y ética.

Es ese territorio específicamente teológico, ético y eclesiológico el que nuestras conversaciones han buscado afirmar, explorar y dibujar: un ejercicio que, esperamos, hará una contribución sustancial y centrada a la discusión más amplia e interdisciplinaria sobre la prevención del VIH que oriente las respuestas globales, locales e individuales a la epidemia.


A las agencias de la ONU, las redes de personas con VIH y otros socios les decimos...

La comunidad internacional, que en el pasado se mostró un tanto escéptica a la contribución de las comunidades religiosas, es cada vez más consciente del importante papel que juega la fe en el proceso de desarrollo y cambio. Los principios de ONUSIDA para los programas eficaces de prevención del VIH, que figuran en la página 10, fueron diseñados con el fin de proporcionar un marco de pertinencia global y adaptable a contextos para el trabajo de la gente[ii]. Queremos señalar que en estos principios no se hace una mención específica de la fe, pese al reconocido rol que juegan las creencias religiosas y las comunidades de fe en motivar comportamientos, y a pesar de la participación de personas religiosas en el desarrollo del documento.

Por otro lado, en nuestra reflexión teológica no hemos encontrado ningún conflicto con estos básicos e importantes principios. El énfasis en los derechos humanos y la igualdad de género tiene eco en el potente tema de la justicia que fluye en nuestras Escrituras y tradiciones. Hoy día, cada vez más teólogas y teólogos están explorando enfoques teológicos y éticos que se fundamentan en los derechos humanos y, en particular, en la igualdad entre los sexos. Los discursos teológicos acerca de la justicia plantean, además, que los derechos también conllevan responsabilidades.

Asimismo, queremos enfatizar la relevancia del contexto. En la actualidad, teólogas y teólogos tanto de la fe católica como protestantes subrayan la importancia de las teologías y las culturas eclesiales que se relacionan con los contextos locales: una creencia resumida en la noción teológica de la ‘enculturación’. Instamos a que en los principios de la ONU se nombre la ‘fe’ o la ‘religión’ como una dimensión importante de la cultura y la sociedad.

En todas nuestras tradiciones encontramos un apoyo ético al principio de que las respuestas al VIH deben basarse en evidencias y ser eficaces e integrales. A este respecto, somos responsables ante nuestro prójimo. Pero las personas de fe también reconocemos nuestra responsabilidad ante Dios y éste puede ser un factor importante que nos motive a contribuir a respuestas fundamentadas en pruebas.

Los principios de ONUSIDA encuentran eco especialmente en las comprensiones cristianas acerca del cuidado compasivo. El concepto de la ‘compasión’ tiene, para nuestro grupo, un particular significado teológico, el cual incluye énfasis en la importancia de un compromiso a largo plazo y sostenido, cuyo modelo es el compromiso fiel y compasivo de Dios hacia la gente de Dios. En Jesucristo, quien sufre junto a nosotras y nosotros, encontramos una dimensión no estigmatizadora del sufrimiento compartido, la cual libera a las interpretaciones cristianas sobre la ‘compasión’ de la carga del ‘nosotros/as y ellos/as’ que a menudo viene acompañada de la noción de ‘lástima’.

Las iglesias y las organizaciones cristianas tienen contribuciones particularmente importantes que hacer en lo relativo a la participación comunitaria. De todas las formas de organización, las comunidades de fe suelen ser las más fuertes, las más eficaces y que más claramente están arraigadas en la vida familiar y vecinal. La comunidad cristiana tiene sus raíces en el concepto teológico de koinonía, que puede resumirse como el ideal de una comunidad cuyos integrantes oran en unión, se brindan cuidados mutuos y ofrecen hospitalidad a personas forasteras. Aunque reconocemos que las iglesias no siempre están a la altura de este ideal, de todos modos afirmamos que la comunidad cristiana tiene una potente contribución que hacer a la respuesta general a la epidemia.


A nuestras iglesias, sus organizaciones conexas y otras personas cristianas les decimos...

Históricamente, en algunos lugares hemos estado a la vanguardia del cuidado y apoyo compasivos para personas enfermas. Hay quienes han participado desde los primeros días en la respuesta al VIH y al sida.

Algunas iglesias y sus organizaciones conexas han sido innovadoras en el cuidado basado en el hogar para familias afectadas por el VIH; en el cuidado de la niñez huérfana y de niñas y niños vulnerables en hogares y familias extendidas; en la educación en escuelas, hospitales, clínicas y grupos de jóvenes; en atención hospitalaria y clínica; también han alentado las pruebas y el asesoramiento voluntarios. Más recientemente, grupos religiosos se han involucrado en la provisión de tratamiento antirretroviral para el VIH. Varias personas de nuestro grupo también hemos participado en acciones de promoción y defensa a fin de influir en las prioridades de financiamiento y las políticas públicas, promover el acceso a medicamentos antirretrovirales y servicios, así como jugar un rol en la toma de decisiones políticas.

Aunque tenemos mucho de qué arrepentirnos, con el paso del tiempo nos hemos hecho más conscientes que en nuestras iglesias muchas personas vivimos y convivimos con VIH, por lo que hemos realizado esfuerzos arduos (si bien a menudo insuficientes) por afrontar el estigma asociado al VIH.

Sin embargo, muchas personas hemos sentido incomodidad respecto a hacerle frente al reto de la prevención. Porque es un hecho que no se puede tener una discusión honesta sobre la prevención del VIH sin abordar asuntos que podrían estar vinculados a creencias muy arraigadas acerca de cómo es Dios, cómo la gente debería comportarse y qué clase de comunidad debe ser la Iglesia. Estos asuntos pueden incluir cuestiones relacionadas con el género y las relaciones sexuales, la sexualidad y el pecado, el uso de drogas y los encuentros con personas y comunidades cuya existencia nos resulta más fácil ignorar. Para la gente de fe, estos retos teológicos, éticos y eclesiológicos pueden significar ir más allá de las zonas de comodidad establecidas hace mucho tiempo y aventurarse a horizontes nuevos y desconcertantes de reflexión y encuentro, de diálogo y discernimiento espiritual.

Este libro, por lo tanto, tiene que ver con la prevención del VIH, las razones por las cuales ésta es difícil y la contribución que la teología cristiana hace, podría hacer y en ocasiones no hace a la tarea de prevenir la infección. Nuestra esperanza es que el libro apoye, aliente y brinde recursos a las iglesias a medida que se ocupan de la prevención del VIH, como también que describa algunos puntos desde los cuales pueda partir la reflexión cristiana en torno a la prevención del VIH y sugiera futuros caminos para investigación y estudio.


Y sobre nuestro grupo...

A todas las personas cuyos nombres figuran en la lista más adelante nos complace dejar constancia de haber participado en las discusiones que condujeron a la publicación de este libro. No es sorprendente que haya habido muchas cuestiones en las cuales no estuvimos de acuerdo. De un grupo como éste no se podría esperar unanimidad y, de hecho, el consenso no es algo que el público encontrará en estas páginas. Por el contrario, lo que aquí hallará es la sincera determinación de ocuparnos de una serie de retos que a las personas de fe (no sólo a las cristianas) les resultan particularmente difíciles. El público lector encontrará en este libro también el compromiso de llegar a una mejor comprensión de por qué surgen las diferencias y establecer un terreno común sobre un tema (la prevención del VIH) que con frecuencia ha sido dolorosamente divisivo.

Nuestros nombres no aparecen aquí como representantes de iglesias u organizaciones particulares, sino en calidad de personas preocupadas que estamos trabajando muy activamente – ya sea a nivel profesional, personal o ambos – para afrontar los retos de la prevención. Nuestra inclusión no implica que cualquiera de este grupo esté de acuerdo con cada palabra del texto: ése nunca fue el objetivo del ejercicio. Lo que respaldamos es el compromiso de brindar una escucha honesta, fiel y respetuosa que nos conduzca a ser capaces de nombrar, comprender y vivir las diferencias y, como resultado de ello, reclamar ese terreno común que es base esencial para una conversación coherente e integral sobre la prevención del VIH. Nuestra invitación a ustedes, lectoras y lectores, es que acepten este desafío y continúen la conversación en su propio contexto y dentro de sus comunidades.


Suyos y suyas en Cristo Jesús:

Rev. Canónigo Gideon Byamugisha Baguma, Embajador de Buena Voluntad para el VIH y el Sida, Christian Aid, Uganda

*Rev. Rachel Carnegie, Coordinadora, Movilización de Iglesias en torno al VIH, Tearfund, Reino Unido (no presente en el taller)

*Dra. Maria Cimperman, Catedrática Asociada de Teología Moral, Escuela Oblata de Teología, San Antonio, Estados Unidos de América

Dra. Christina de Vries, Consultora Internacional en Salud, I/C Consult Países Bajos

*Rev. Nelis du Toit, Gerente, Oficina Cristiana para el Sida en el Sur de África (CABSA), Sudáfrica

Dra. Margaret Farley, Catedrática Emérita Gilbert L. Stark de Ética Cristiana, Escuela de Divinidad de la Universidad de Yale, Estados Unidos de América

Rev. Dr. Richard Fee, Secretario General, Iglesia Presbiteriana de Canadá

Rev. Dr. Benebo Fubara-Manuel, Secretario Principal, Asamblea General de la Iglesia Presbiteriana de Nigeria

Dra. Jenny Gill, Médica General, Centro Médico Conmemorativo, Sittingbourne, Reino Unido

*Dr. Robin Gill, Catedrático Ramsey de Teología Moderna, Universidad de Kent, Reino Unido

*Rev. Christo Greyling, Asesor en VIH/Sida y Asociaciones de Iglesias y Organizaciones de Fe, Visión Mundial Internacional, Sudáfrica (no presente en el taller)

Rev. Johannes Petrus Heath, Director Ejecutivo en funciones, INERELA+ (Red Internacional de Líderes Religiosos con VIH y Sida o personalmente afectados), Sudáfrica

Dr. Neville Hicks, Convocante, Unidad de Salud Social, Instituto Australiano de Investigación Social, Universidad de Adelaide, Australia

Dra. Beate Jakob, Consultora, Estudios Teológicos sobre Salud y Sanación, Instituto Alemán para las Misiones Médicas (DIFAEM), Alemania

Rev. Teboho Klaas, Director, Programa de Salud, Consejo Sudafricano de Iglesias (SACC), Sudáfrica

Rev. Charles Klagba, Consultor en Teología, Iniciativa Ecuménica sobre el VIH/Sida en África (EHAIA), Togo

Dr. Wati Longchar, Catedrático, Colegio Teológico Oriental, India

*Dr. Christoph Mann, Consultor, Alemania

Sr. Greg Manning, Facilitador del Foro sobre VIH, Red Micah, Australia

Dr. Bryan Massingale, Catedrático Asociado de Ética Teológica, Universidad de Marquette, Estados Unidos de América

Rev. Dr. Enda McDonagh, Catedrático Emérito de Teología Moral y Derecho Canónico, Universidad Pontificia de Maynooth, Irlanda

Sr. Emmanuel Modikwane, Programa de Prevención y Asistencia, Oficina para el Sida, Conferencia Episcopal del Sur de África (SACBC), Sudáfrica

*Dra. Esther Mombo, Decana Académica, Colegio Teológico Unido de San Pablo en Limuru

Dr. Peter Okaalet, Director Principal, Políticas sobre Salud, VIH y Sida, MAP Internacional, Kenia / Uganda

Rev. Lisandro Orlov, Coordinador Regional para América Latina y el Caribe, Plan de Acción en VIH y Sida de la Federación Luterana Mundial, Argentina

Dr. Petri Piiroinen, Catedrático de Teología Práctica, Departamento de Teología Ortodoxa, Universidad de Joensuu, Finlandia

*Sra. Gracia Violeta Ross Quiroga, Red Nacional de Personas que viven con VIH/sida (REDBOL) y delegada por América Latina y el Caribe ante la Junta Coordinadora del Programa de ONUSIDA, Bolivia

*Dra. Birgitta Rubenson, Conferencista Principal, Instituto Karolinska, Suecia

Sra. Elena Rydalevskaya, Directora Ejecutiva, Fundación Caritativa Diaconía, Rusia

Sr. Burchard Schloemer, Oficina para África, Sociedad Pontificia de Misiones, Missio, Alemania

*Sr. Thabo Sephuma, Oficial de la Campaña sobre VIH y Sida, Alianza Ecuménica de Acción Mundial, Suiza / Sudáfrica

*Sra. Sally Smith, Asesora para Asociaciones, ONUSIDA, Suiza / Reino Unido

Dr. Temjenmenla, Conferencista en Educación y Asesoramiento Cristianos, Colegio Episcopal, Kolkata, India

Dr. Adrian Thatcher, Catedrático de Investigación en Teología Aplicada, Universidad de Exeter, Reino Unido

Sra. Lyn van Rooyen, Directora de Proyectos, Servicio Cristiano de Recursos e Información sobre el Sida (CARIS), Sudáfrica

Dr. Ronaldo Zacharias, SBD, Catedrático de Teología Moral, Colegio Salesiano de Teología, Brasil

* Integrantes del Comité Directivo


ONUSIDA
Principios de los programas de prevención del VIH eficaces

■ Todo esfuerzo o programa de prevención del VIH debe sentar sus bases en la promoción, protección y respeto de los derechos humanos, incluida la igualdad entre sexos.

■ Los programas de prevención del VIH deben ser diferenciados y adaptarse a los entornos locales teniendo en cuenta el contexto epidemiológico, económico, social y cultural en que se ejecutan.

■ Las acciones de prevención del VIH deben estar al día de las pruebas y basarse en aquello cuya eficacia se conoce y ha sido demostrada; también debe fortalecerse la inversión destinada a ampliar la base de pruebas.

■ Los programas de prevención del VIH deben ser integrales en cuanto a alcance y aplicar todas y cada una de las intervenciones políticas y programáticas de reconocida eficacia.

■ La prevención del VIH es de por vida; por consiguiente, tanto la prestación de intervenciones existentes como la investigación y el desarrollo de nuevas tecnologías exigen un esfuerzo sostenido y a largo plazo; deberá tenerse en cuenta que los resultados sólo serán visibles a largo plazo y deberán mantenerse.

■ La escala, cobertura e intensidad de la programación de la prevención del VIH deben resultar suficientes para marcar una diferencia decisiva.

■ La participación comunitaria de aquellas personas a quienes van dirigidos los programas de prevención del VIH es fundamental para cosechar resultados positivos.


Intensificación de la prevención del VIH.
Documento de posición de política del ONUSIDA (ONUSIDA/05.18S), agosto de 2005; http://data.unaids.org/publications/irc-pub06/jc585-prevention%20paper_es.pdf

Nota: Estos ‘Principios de los programas de prevención del VIH eficaces’ de ONUSIDA, a los que se hace referencia en la página 3, son básicos para las respuestas globales a la epidemia, así como un punto de partida para nuestras propias reflexiones en torno a la prevención. Sin embargo, debemos señalar que en estos principios no se hace una mención específica de la fe, a pesar del reconocido rol que juegan las creencias religiosas y las comunidades de fe en alentar comportamientos.



[i] ONUSIDA, Informe sobre la epidemia mundial de sida. Ginebra: ONUSIDA, 2008; http://www.unaids.org/es/KnowledgeCentre/HIVData/GlobalReport/2008/2008_Global_report.asp.

[ii] ONUSIDA, Intensificación de la prevención del VIH. Documento de posición de política del ONUSIDA. Ginebra: ONUSIDA, agosto de 2005 (ONUSIDA/05.18S); http://data.unaids.org/publications/irc-pub06/jc585-prevention%20paper_es.pdf.

 

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