Institución de la Eucaristía - Jueves Santo.

Institución de la Eucaristía

Dibujo de Cerezo - Tomado de Koinonía

Ex. 12,1-8.11-14
1Co 11,23-26
Jn 13,1-15

Las tres lecturas de esta celebración contienen un mensaje alternativo, contracultural y por lo tanto, profundamente revolucionario.

1.    Un pueblo contracultural.

El libro del Éxodo nos relata la institución de la Pascua antigua. Un rito extraño para el contexto socio cultural de la época; tanto en que nos sitúa el relato: Egipto y la salida de las tribus hebreas; como de la época en que fue escrito: el pueblo hebreo en el destierro de Babilonia.

En cualquiera de los dos contextos, la vida cúltica era muy diferente, había diversidad de cultos con templos dedicados a las divinidades y personas especializadas para ello: sacerdotes y sacerdotisas.

En cualquiera de los dos contextos, la población era marginal; tanto las tribus a la salida de Egipto, porque estaban constituidas por personas sin tierra, eran inmigrantes, se habían empobrecido, sus derechos y su dignidad eran vulnerados por quienes ejercían el poder.

En ambos contextos, primero las tribus hebreas a la salida de Egipto y luego el pueblo hebreo ya constituido, en el destierro de Babilonia, el mensaje es contracultural: monoteísmo contrapuesto al politeísmo, celebración en las casas (un espacio profano) contrapuesto a los templos (un espacio sagrado), culto sin mediaciones contrapuesto a castas sacerdotales que intermediaban entre el pueblo y las divinidades.

2.    Una comunidad “alterativa” y no alternativa.

La Primara Carta de Pablo a las comunidades de Corinto nos relata la institución de la Pascua nueva. El antiguo rito pascual hebreo resignificado a la luz de los acontecimientos históricos. Las comunidades cristianas hicieron del espacio profano: la casa, la mesa, los alimentos el espacio sagrado: el rito de la Nueva Alianza.

Esto, altera radicalmente los ritos cúlticos, tanto del judeocristianismo como de quienes provenían del paganismo. De esta forma, el culto a Dios no queda ligado al templo, al sacrificio y a una persona medidora: sacerdote o sacerdotisa, sino a la comunidad compartiendo la cotidianidad de los alimentos en torno a una mesa.

Quienes protagonizan esta transformación, son comunidades marginales. Corinto era una ciudad portuaria con todo lo que eso significa: inmigrantes, explotación, comercio sexual, esclavitud.


3.    Un Maestro escandaloso para discípulas y discípulos marginales.

El Evangelio de Juan, nos relata el “lavatorio de los pies”, un gesto que interpretado fuera del contexto socio cultural ha servido para resaltar la actitud humilde de Jesús. Sin embargo, si leemos este relato, situándonos en su propio contexto, el mensaje es muy diferente.

En primer lugar, el evangelista Juan presenta a Jesús “alterando” el calendario litúrgico. “Antes de la fiesta de la Pascua” Jesús celebra la Pascua con sus discípulos y sus discípulas. Desde el comienzo hasta el final de su misión, Jesús se presenta como un Maestro con libertad y creatividad frente a las tradiciones de su religión.

En segundo lugar, el evangelista Juan presenta a Jesús cenando con sus discípulas y discípulos. Jesús, da a la comunidad reunida en torno a la mesa un nuevo significado. La mesa, es el lugar donde la diversidad de personas que siguen a Jesús, comparten los alimentos pero también las conversaciones, los recuerdos, las enseñanzas; donde se crea identidad y pertenencia comunitaria. Jesús transforma la Mesa, en el lugar del encuentro y de la inclusión por excelencia.

En tercer lugar, el evangelista Juan presenta a Jesús lavando los pies de sus discípulos. Este gesto, es particularmente interesante, si lo comparamos con el himno de Filipenses 2. En Juan, Jesús se despoja del manto y en Filipenses de su “condición divina”; en Juan, Jesús se ata la toalla a la cintura y en Filipenses asume la condición de siervo – esclavo – sirviente; en Juan, Jesús luego de lavar los pies de sus discípulos se coloca el manto y en Filipenses recupera la “condición divina”.

El lavatorio de los pies, es un gesto profundamente revolucionario, si lo interpretamos en su contexto. Jesús siendo el Maestro se colocó en el último lugar de servicio: el que correspondía a mujeres y esclavos. Para cualquier judío de la época era un verdadero escándalo, por eso es justificada la reacción de Pedro.

En una comunidad marginal, constituida por personas provenientes del entorno rural y de la pesca, cobradores de impuesto y trabajadoras sexuales, como dirá Pablo “miren quienes fueron llamados … lo que no vale nada a los ojos del mundo”, a esa gente, Jesús lavó los pies.

En cuarto lugar, el evangelista Juan presenta a Jesús dejando la gran enseñanza a sus discípulas y discípulos: la comunidad discipular, la Iglesia, es una comunidad de iguales. El rol o función que cumplan sus miembros dentro de la comunidad no debe de ser de prestigio sino de servicio.


4.    Una Iglesia marginal enviada a construir una sociedad inclusiva.

No podemos quedarnos con lecturas que adormecen la buena noticia de Dios para la humanidad. Las comunidades cristianas tenemos la obligación de desentrañar el mensaje quitándole todo el ropaje de la época y la cultura. Lo que relatan las tres lecturas que escuchamos es un cambio profundamente revolucionario capaz de escandalizar al entorno socio cultural y religioso de la época.

La Iglesia, tiene el enorme desafío de seguir el ejemplo de su Maestro y Señor, desinstalarse, dejando el lugar del privilegio y del poder para servir a las personas discriminadas y excluidas de la sociedad, las que están vulneradas en sus derechos y dignidad.

Cuando en torno a nuestra Mesa, estén sentadas en igualdad de condiciones, todas las personas marginadas por la sociedad, la cultura y la religión; y quienes nos llamamos cristianas y cristianos les estemos sirviendo, recién ahí seremos la Iglesia de Jesús: “les he dejado el ejemplo para que hagan lo mismo que hice con ustedes”.

Que así sea.
Julio, obispo.

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