Tentaciones de Jesús - Tentaciones de la Iglesia

Mensaje Semanal.

“Luego el Espíritu llevó a Jesús al desierto, para que el diablo lo pusiera a prueba. Estuvo cuarenta días y cuarenta noches sin comer, y después sintió hambre.

El diablo se acercó entonces a Jesús para ponerlo a prueba, y le dijo: —Si de veras eres Hijo de Dios, ordena que estas piedras se conviertan en panes. Pero Jesús le contestó: —La Escritura dice: ‘No solo de pan vivirá el hombre, sino también de toda palabra que salga de los labios de Dios.’

Luego el diablo lo llevó a la santa ciudad de Jerusalén, lo subió a la parte más alta del templo y le dijo: —Si de veras eres Hijo de Dios, tírate abajo; porque la Escritura dice: ‘Dios mandará que sus ángeles te cuiden. Te levantarán con sus manos, para que no tropieces con piedra alguna.’ Jesús le contestó: —También dice la Escritura: ‘No pongas a prueba al Señor tu Dios.’

Finalmente el diablo lo llevó a un cerro muy alto, y mostrándole todos los países del mundo y la grandeza de ellos, le dijo: —Yo te daré todo esto, si te arrodillas y me adoras. Jesús le contestó: —Vete, Satanás, porque la Escritura dice: ‘Adora al Señor tu Dios, y sírvele solo a él.’

Entonces el diablo se apartó de Jesús, y unos ángeles acudieron a servirle.” (Mt. 4,1-11 de la Biblia de Estudio Dios Habla Hoy).



La cuaresma es el tiempo de preparación al Acontecimiento Pascual, que es el triunfo total y definitivo del Amor incondicional y gratuito de Dios a la Humanidad. Es la Alianza nueva, plena y definitiva entre Dios y la Humanidad.

Así como Jesús, nos relata el texto evangélico de hoy, se tomó un tiempo para prepararse al ministerio mesiánico, la Iglesia necesita tomarse un tiempo para prepararse a la misión, de comunicar a la humanidad que la vida con dignidad, es dada por Dios, en plenitud y abundancia a todas las personas, de todos los tiempos, de todos los lugares, de todas las razas, de todas las condiciones, de todas las orientaciones y en todas las situaciones, porque “Dios no hace diferencia entre las personas” (Hch 10,34).

Así como Jesús, desde el momento de preparación a su ministerio, pero también durante el mismo y hasta el final, se vio tentado a hacer las cosas a su manera y a la manera de quienes lo rodearon, y no a la manera de Dios, la Iglesia también enfrenta tentaciones radicalmente opuestas a Dios. Las propias necesidades cotidianas muchas veces no le permiten ver las necesidades de quienes están a su lado (Mt. 4,2-4). La autosuficiencia, muchas veces la lleva a posiciones antievangélicas (Mt. 4,5-7). El poder, muchas veces hace que olvide, que es servidora (Mt. 4,8-10).

Esta cuaresma, debiera ser tiempo de dialogo con nuestro entorno, para poder entender la complejidad y diversidad del mundo que nos rodea; un diálogo inclusivo desde la única clave hermenéutica posible para el cristianismo: Jesús de Nazaret, nuestra Pascua, el rostro Humano del Indecible al que llamamos Dios; un tiempo de servicio a las personas discriminadas y excluidas siguiendo el ejemplo de Jesús que durante todo su ministerio, se puso al servicio de las personas que en el pueblo, estaban empobrecidas, eran discriminadas y excluidas, estaban sometidos y culpabilizadas; anunciando a todas que Dios cumple su promesa y hace justicia (cf Lc. 4,18-19),

Para llegar a ser la Iglesia de la Pascua, tenemos que vencer las tentaciones de autosuficiencia, dominación y poder, y convertirnos en la Iglesia del Servicio y de la Solidaridad, con aquellas personas que están vulneradas en sus derechos y su dignidad.

+ Julio.

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