Reflexiones del domingo 1 de agosto.-

"Uno de la gente le dijo: «Maestro, di a mi hermano que reparta la herencia conmigo.» El le respondió: «¡Hombre! ¿quién me ha constituido juez o repartidor entre vosotros?».  Y les dijo: «Mirad y guardaos de toda codicia, porque, aun en la abundancia, la vida de uno no está asegurada por sus bienes.»

Les dijo una parábola: «Los campos de cierto hombre rico dieron mucho fruto;  y pensaba entre sí, diciendo: “¿Qué haré, pues no tengo donde reunir mi cosecha?”  Y dijo: “Voy a hacer esto: Voy a demoler mis graneros, y edificaré otros más grandes y reuniré allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma: Alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años. Descansa, come, bebe, banquetea.” Pero Dios le dijo: “¡Necio! Esta misma noche te reclamarán el alma; las cosas que preparaste, ¿para quién serán?”

Así es el que atesora riquezas para sí, y no se enriquece en orden a Dios.» (Lc. 12,13-21. Versión Biblia de Jerusalén).

En la tarde de ayer, nuestra comunidad se reunió, como todas las semanas, para celebrar. Este texto bíblico nos interpeló. Llevamos casi un año reuniéndonos, leyendo las Escrituras, compartiendo la Mesa y por supuesto nuestras experiencias de vida. Descubrimos nuestros dones personales y comunitarios.

En este tiempo, si bien es cierto que no crecimos en número, sí lo hicimos personal y comunitariamente. Aprendimos a escucharnos y a respetarnos, a orar un@s por otr@s, a acompañarnos y contenernos. Experimentamos la presencia de Dios que nos cuida, en Iglesias hermanas: la Metodista y la Católica Antigua, que contribuyen con nuestro proceso comunitario, la Anglicana que contribuye en nuestro proceso de formación. Aprendimos a trabajar desde una perspectiva ecuménica en jornadas de diálogo, reflexión y oración. Contamos con un lugar de referencia. Celebramos semanalmente. Nos sostenemos económicamente y hasta contribuimos con obras sociales.

¡Este año nuestra cosecha es inmensa!. Pero no queremos amontonarla sino compartirla, por eso, comenzamos a discernir el Plan Pastoral 2010 - 2011. Pedimos a todos y a todas, que nos acompañen con su oración para que, escuchando en fidelidad al Espíritu, contribuyamos a la construcción del Reino.


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