Reflexiones del domingo 13 de junio.-

Jesús es buena noticia para todas las personas que practican relaciones sexuales fuera de la norma heterosexual.

Un fariseo invitó a Jesús a comer, y Jesús fue a su casa. Estaba sentado a la mesa, cuando una mujer de mala vida, que vivía en el mismo pueblo y que supo que Jesús había ido a comer a casa del fariseo, llegó con un frasco de alabastro lleno de perfume. Llorando, se puso junto a los pies de Jesús y comenzó a bañarlos con lágrimas. Luego los secó con sus cabellos, los besó y derramó sobre ellos el perfume. El fariseo que había invitado a Jesús, al ver esto, pensó: “Si este hombre fuera de veras un profeta, se daría cuenta de qué clase de persona es esta que lo está tocando: una mujer de mala vida.”

Entonces Jesús le dijo al fariseo: —Simón, tengo algo que decirte. El fariseo contestó: —Dímelo, Maestro. Jesús siguió: —Dos hombres le debían dinero a un prestamista. Uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta; y como no le podían pagar, el prestamista les perdonó la deuda a los dos. Ahora dime, ¿cuál de ellos le amará más?

Simón le contestó: —Me parece que el hombre a quien más le perdonó. Jesús le dijo: —Tienes razón. Entonces, mirando a la mujer, Jesús dijo a Simón: —¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, y no me diste agua para mis pies; en cambio, esta mujer me ha bañado los pies con sus lágrimas y los ha secado con sus cabellos. No me saludaste con un beso, pero ella, desde que entré, no ha dejado de besarme los pies. No me pusiste ungüento en la cabeza, pero ella ha derramado perfume sobre mis pies. Por esto te digo que sus muchos pecados son perdonados, porque amó mucho; pero la persona a quien poco se le perdona, poco amor muestra.

Luego dijo a la mujer: —Tus pecados te son perdonados. Los otros invitados que estaban allí, comenzaron a preguntarse: —¿Quién es este, que hasta perdona pecados? Pero Jesús añadió, dirigiéndose a la mujer: —Por tu fe has sido salvada; vete tranquila” (Lc. 7,36 – 50).



Jesús tiene una buena noticia para las personas que practican relaciones sexuales fuera de la norma heterosexual: A pesar de lo que diga el sistema religioso, Dios no las condena.

La mujer de mala vida, en otras versiones bíblicas se traduce por prostituta, cuyo nombre desconocemos, estaba excluida de la comunidad de fe – el pueblo de Dios:

- por ser mujer no podía entrar al templo y debía quedarse en el atrio construido para las mujeres y las personas extranjeras;

- por ejercer la prostitución se hacía impura y era discriminada por el sistema religioso, no podía participar del culto, todo lo que hacía era impuro, todo lo que tocaba quedaba impuro.

En esta mujer sin nombre, podemos reconocer a todas las personas que sufren discriminación o exclusión por parte del sistema religioso por sexo, orientación sexual o prácticas sexuales: mujeres y gays que por su condición no acceden a ministerios ordenados; personas trans cuyos nombres de bautismo no se ajustan a su realidad y no se les permite cambiarlo; parejas gays y lesbianas cuyas uniones no son bendecidas o se les niega el matrimonio; prostitutas y prostitutos objeto de discriminación y prejuicio por sus prácticas sexuales.

El fariseo Simón, estricto cumplidor de las tradiciones religiosas, estudioso y conocedor de las Sagradas Escrituras, líder en la comunidad es el modelo de aquellas personas que el prejuicio las convierte en fanáticas, fundamentalistas, y se atribuyen el derecho de juzgar, de discriminar, de excluir en nombre de Dios.

Si partimos del acontecimiento Jesús, como el Dios encarnado, el relato evangélico nos muestra un Dios que al ser tocado por la mujer de mala vida, de acuerdo a la ley y las tradiciones religiosas, quedó impuro, excluido del culto, de la vida comunitaria, de los espacios sagrados, de la comunidad de los estrictos cumplidores de las tradiciones religiosas.

El mensaje de este relato evangélico es realmente revolucionario:

- Dios dejó el lugar sagrado que le atribuyó el sistema religioso para ubicarse en lo verdaderamente sagrado: la dignidad humana en su diversidad de expresiones.

- Dios dejó el templo construido por el sistema religioso para ubicarse entre la humanidad portadora de su imagen y semejanza en su diversidad de expresiones.

- Dios dejó el culto con sus ritos y mediaciones, construido por el sistema social, cultural y religioso, para ubicarse junto a las víctimas producidas por ese sistema.

- Dios dejó a las personas que el sistema religioso consideraba santas y puras para ubicarse junto a las personas que, ese sistema, consideraba de mala vida.

Jesús, revela el mensaje liberador e inclusivo de Dios que sale al encuentro humano reivindicando la dignidad de cada persona, más allá de su sexo, su raza, su orientación sexual, su sistema de creencias, su práctica sexual.

Las comunidades cristianas estamos desafiadas a ubicarnos en el lugar de Simón, el fariseo estricto cumplidor la las tradiciones religiosas perpetuando un sistema opresor y excluyente, o en el lugar de Jesús, el profeta del Dios liberador e inclusivo, abiertas a la novedad del Espíritu para responder a los signos de los tiempos.

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