Pronunciamiento sobre el acceso al matrimonio de personas del mismo sexo
Ante el debate que se esta llevando adelante en estos días en la sociedad argentina sobre la reforma del Código Civil para permitir el acceso al matrimonio de personas del mismo sexo, desde el ESPACIO ECUMÉNICO, un ámbito integrado por organizaciones y personas de diferentes Instituciones e Iglesias cristianas, que trabajamos por la justicia y la plena vigencia de los derechos humanos, queremos aportar nuestro punto de vista.
1) Lamentamos la manipulación que se ejerce desde cierta jerarquía religiosa sobre el pueblo de Dios, citando pasajes bíblicos que no se corresponden con el verdadero significado y origen de los mismos. Vislumbramos en estas prácticas el intento de resguardar un modo de ser Iglesia y vivir el cristianismo, el afán de mantener un poder cultural y religioso sobre la sociedad toda, sin reconocer ni valorar su diversidad.
2) El Estado debe velar por el goce y cumplimiento de absolutamente todos los derechos humanos de las personas, más allá de sus creencias. En ese sentido, es insostenible que algunas confesiones religiosas pretendan imponer su doctrina y creencias al conjunto de la sociedad argentina. La reforma del Código Civil para permitir el acceso al matrimonio de personas del mismo sexo, bajo ningún punto de vista pone en "peligro o riesgo" a la familia heterosexual como se dice, y mucho menos interfiere en cuestiones internas de las Iglesias que hacen a la administración de sus sacramentos. Por otro lado, las ciencias naturales aceptan la homosexualidad como algo normal y no patológico. La discriminación no responde a ningún hecho científico. Lo que se pretende, entonces, es terminar con una injusta y discriminatoria situación para el matrimonio de personas del mismo sexo, basándose en la igualdad que todas las personas tienen ante la ley y los derechos que confiere la normativa internacional de Derechos Humanos. En relación con esto, no está de más advertir que una modificación legislativa no garantiza automáticamente el fin de la discriminación o la exclusión. Tenemos sobradas muestras de ello: la letra de la ley y la aplicación de la ley han sido muchas veces rectas paralelas, con nulas posibilidades de encontrarse… Habrá mucho más trabajo que hacer luego de la determinación del Congreso.
3) Nos unimos a los distintos pronunciamientos emitidos por grupos cristianos, pastores, sacerdotes y religiosos/as que plantean otras voces dentro del seno de las Iglesias, a favor de la inclusión, la no-discriminación y el respeto y valoración de la diversidad, convencidas/os de que el Dios en el que creemos, padre-madre nuestro, ama a todos sus hijos e hijas.
4) En fidelidad a nuestras opciones como colectivo ecuménico, no queremos dejar de mencionar que el derecho al matrimonio es parte de un conjunto de derechos que también son negados sistemáticamente a la comunidad homosexual, como a tantos hermanos/as más pobres. En este sentido, nuestra cercanía con las realidades de marginación y exclusión y nuestro compromiso con el pueblo empobrecido, nos exige seguir denunciando la persistente desigualdad y discriminación existente en relación a derechos humanos fundamentales, tales como la salud, la educación, la vivienda y el trabajo. Consideramos necesario y urgente abogar con la misma fuerza por el efectivo cumplimiento de estos derechos. La “agenda de la vida”, nos recuerda que existen urgencias ocultas, que acompañan aquellas que logran visibilidad.
5) Por último hacemos un llamado a las comunidades cristianas a discernir sobre estos temas según el Espíritu de Jesús y los Signos de los Tiempos. Y a pronunciarse y luchar a favor de la plena vigencia de los derechos humanos, dejando de lado oscurantismos y metodologías temerarias propias de estructuras de poder que respondieron y responden a esquemas de dominación, control y sometimiento de personas, comunidades y pueblos enteros. Situación que muchos, lamentablemente, se empeñan en sostener, atentando contra la misma democracia, los derechos y la dignidad de las personas. El tema no está agotado y tenemos la sensación que estamos en etapas preliminares del mismo. Es necesario dar impulso a un debate con coraje y audacia, combatiendo con perseverancia nuestros prejuicios.
Que el Espíritu, “que sopla donde quiere”, infunda en los cristianos y cristianas la humildad necesaria para escuchar y aprender de todas las ricas manifestaciones de la diversidad humana, expresión de la fecundidad de Dios. Creemos que será ése el camino para aportar una voz en sintonía con los sentimientos de Jesús.
ESPACIO ECUMÉNICO
Fuente: Red Bíblica Latinoamericana.
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