Mensaje Pastoral: Cuaresma 2012
Mensaje Pastoral Cuaresma 2012 
“¡Vuélvanse ustedes al Señor su Dios,
y desgárrense el corazón
en vez de desgarrarse la ropa!
Porque el Señor es tierno y compasivo,
paciente y todo amor …”
(Joel 2,13)
Presentación:
La  Cuaresma, es un tiempo privilegiado para preparar personal y  comunitariamente nuestro encuentro con Dios. Ella nos enfrenta a dos  realidades fundamentales de nuestra experiencia religiosa: el  Acontecimiento Pascual, centro de nuestra fe cristiana, donde  conmemoramos la muerte y resurrección de Jesús de Nazaret, el Elegido de  Dios; y el sacramento del Bautismo, la adopción por la cual pasamos a  ser hijas e hijos de Dios, nuestra iniciación en la fe cristiana y  nuestra participación en la vida eclesial.
Estas dos realidades, debieran marcar el destino de toda persona que confiesa la fe cristiana.
El  Acontecimiento Pascual, es la Buena Noticia que Dios comunica a la  humanidad a través de la Comunidad Eclesial: en Jesús de Nazaret Dios  triunfó sobre el mal en todas sus dimensiones: injusticia, opresión,  discriminación, exclusión, marginación, insolidaridad (Hch 2,1-36;  3,11-26; 4,1-22; 5,21b-33; 10,34-43).
El  Bautismo, es la iniciación en el discipulado de Jesús de Nazaret, el  Elegido de Dios. Un camino que nos transforma, personal y  comunitariamente en sal y luz para la sociedad y la cultura en la cual  estamos insertos e insertas (Mt 5,13-16)  a las que tenemos que comunicar la Buena Noticia con palabras y con acciones, siguiendo el ejemplo de Jesús.
A  través de este mensaje cuaresmal, pretendemos establecer criterios  doctrinales y criterios pastorales para la Comunidad Eclesial, de forma  de contribuir a forlacerles en la fe e impulsarles a dar testimonio de  nuestra esperanza.
1.  Breve historia de la Cuaresma.
Este  tiempo de cuarenta días, que van desde el miércoles de cenizas hasta la  Pascua, tiene su origen en una costumbre de la Iglesia de la  antigüedad, donde las personas que iban a ser bautizadas en la Pascua,  se preparaban durante un tiempo previo, tiempo que fue variando con el  paso de los siglos.
La  primera referencia histórica que tenemos, respecto de la Cuaresma, como  la conocemos hoy, aparece en un escrito de Eusebio de Cesarea, hacia el  año 332. Tal como la presenta Eusebio, permite suponer que hacia el  siglo IV, era una institución reconocida por varias Iglesias Locales. 
También  Atanasio de Alejandría, hacia el año 334, al igual que Eusebio la  presenta en relación a la Pascua. Ambos presentan la analogía entre el  tránsito por el desierto de las tribus hebreas y la vivencia cuaresmal  de la Iglesia.
Muchos  siglos después, entrado el siglo VII se universalizó los cuarenta días  de penitencia en honor de Jesús, que pasó cuarenta días en el desierto  (Mt. 4,2).
2.  Aspectos doctrinales:
Durante  muchos siglos, el énfasis estuvo puesto en la penitencia a través de  diversas manifestaciones: ayuno, abstinencia, sacrificios; como si por  nuestro sufrimiento pudiéramos llamar la atención de Dios; o por  nuestros méritos pudiéramos alcanzar su favor.
La doctrina bíblica, fundamentalmente la corriente profética y el mismo Jesús, nos marca un camino diferente. 
2.1.    La enseñanza sobre el ayuno en el profeta Isaías.
El  capítulo 58 del profeta Isaías, es la respuesta a los interrogantes del  pueblo “¿Para qué ayunar, si Dios no lo ve? ¿Para qué sacrificarnos, si  él no se da cuenta?” (Isaías 58,3).
El  profeta Isaías les enseña que los ritos y prácticas religiosas carecen  de sentido si no están ligadas estrechamente al amor a las demás  personas, expresado en justicia y solidaridad. El ayuno verdadero, no  consiste en prácticas exteriores sino en cambios profundos y radicales  en nuestro interior, que se expresan exteriormente en la renuncia a la  injusticia y en la práctica de la solidaridad.
Los  capítulos 40 al 55 del profeta Isaías, invitan a practicar la escucha  de la palabra profética que traerá la liberación (especialmente: 42,18;  44,1; 48.1: 51.1); los capítulos 56 al 66 insisten fundamentalmente en  la necesidad de practicar la justicia. La respuesta a estas dos  invitaciones, que se espera del pueblo, es la conducta expresada en  58,6-8:
“…  El ayuno que a mí me agrada consiste en esto: en que rompas las cadenas  de la injusticia y desates los nudos que aprietan el yugo; en que dejes  libres a los oprimidos y acabes, en fin, con toda tiranía; en que  compartas tu pan con el hambriento y recibas en tu casa al pobre sin  techo; en que vistas al que no tiene ropa y no dejes de socorrer a tus  semejantes. Entonces brillará tu luz como el amanecer…”
2.2.    La enseñanza sobre el ayuno en los Evangelios.
El  ayuno de Jesús en el desierto, único relato evangélico que presenta a  Jesús realizando esta práctica (Mc 1,12-13; Mt 4,1-11; Lc 4,1-13) es un  relato teológico, que como tal, no promueve la práctica del ayuno. El  río Jordán nos remite a importantes acontecimientos en la historia del  pueblo hebreo en que, bajo el liderazgo de Josué entra en posesión de la  tierra prometida (Jos 3-4). El desierto nos remite al período en que  las tribus hebreas transitaron de la esclavitud a la liberación, bajo el  liderazgo de Moisés; y los cuarenta días de Jesús en el desierto a los  cuarenta años de las tribus hebreas (Ex 24,18; 34,28; Dt 8,2-4; Nm  14,33-34; 1Re 19,8).
Este  relato evangélico, más que fundamentar la práctica del ayuno, nos ubica  en el preciso momento, en que Jesús se prepara para la misión. Un  tiempo de discernimiento y oración donde asume como propio, el proyecto  de Dios para la humanidad, y a partir de ese momento dedica toda su  existencia a él.
Jesús  cuestionó la práctica del ayuno ritual (Mt 6,16), una práctica que era  propia de la tradición religiosa (2Cro 20,3) y que con el paso del  tiempo fue legitimándose lo ritual por sobre lo actitudinal (Lc  18,9-14); y enseñó que lo externo, la apariencia no es importante (Mt  6,17-18). Es más, en el relato del Juicio Final, expresamente centró la  indagatoria, no en torno a las prácticas religiosas, sino a las  prácticas de justicia y solidaridad (Mt 25,34-40).
2.3.    La práctica del ayuno en la Iglesia de la antigüedad.
La  Iglesia de la antigüedad, mantuvo la práctica del ayuno como un medio  de discernir sobre la voluntad de Dios, respecto de la Iglesia Local  (Hch 13,2; 14,23); ayuno siempre ligado a la oración, pero también,  siempre ligados a la misión. Como Jesús que luego de orar y ayunar en el  desierto se dirigió a Galilea para anunciar la Buena Noticia (Mc  1,14-15; Mt 4,12-17; Lc 4,14-15), también la Iglesia de la antigüedad,  luego de orar y ayunar, eligió a Bernabé y a Pablo para la misión, y a  los ancianos para liderar las iglesias locales.
3.  Aspectos Pastorales:
La  doctrina bíblica y la tradición más antigua de la Iglesia, nos enseñan  que, la práctica de la oración y el ayuno, tienen entre sus principales  finalidades, experimentar de una forma más profunda, la presencia de  Dios y discernir su voluntad. Pero estas prácticas rituales siempre  deben de estar unidas a la búsqueda de la justicia y la práctica de la  solidaridad; sin ellas lo anterior no tiene validez ni sentido.
En  este tiempo de Cuaresma, la Comunidad Eclesial está llamada a  profundizar en el discernimiento de su misión, a través de su  solidaridad con todas las personas, pero especialmente, con quienes sus  derechos son vulnerados por los sistemas de poder político, económico,  social, cultural y religioso.
Pedimos  a la Comunidad Eclesial, que ore de forma especial pidiendo la  asistencia del Espíritu Santo, para mantenerse fiel a la misión recibida  de Jesús el Señor (Lc 9,1-6; 10,1-9; también: Mc 16,14-18; Mt 26,16-20;  Lc 24,36-49; Jn 20,19-23); si practica algún tipo de privación que  beneficie directamente a las personas vulneradas en su dignidad; pero  especialmente y fundamentalmente, que profundice su servicio (=  diaconía).
El objetivo fundamental de la Cuaresma, es renovar y radicalizar nuestro compromiso bautismal:
-      renunciando  al pecado como negación de Dios, al mal como signo del pecado en el  mundo, al error como negación de la verdad, a la violencia como  contraria al amor, al egoísmo como falta de testimonio de amor y  solidaridad;
-      a  las obras contrarias al Evangelio de Jesús, que son la envidia y el  odio, la pereza y la indiferencia, la cobardía y los acomplejamientos,  el materialismo y el sensualismo, la injusticia y el favoritismo, los  fundamentalismos religiosos que discriminan y excluyen;
-      a  los criterios y comportamientos que llevan a creerse mejores que otras  personas, verse siempre superiores, creerse ya convertidos y convertidas  del todo, buscar el dinero como máximo valor, buscar el placer como  única ilusión, buscar el propio interés por encima del bien común;
-      renovando nuestra fe, expresada en el Credo de los Apóstoles;
para  celebrar el Acontecimiento Pascual que nos capacita, como Comunidad  Eclesial, para la Misión abierta a todas las realidades, pero con una  preferencia hacia las personas que viven con VIH SIDA y hacia las  personas GLTTB, como colectivos sociales objeto de la discriminación y  la exclusión, cuyos derechos y dignidades se ven vulneradas,  especialmente, por algunos sectores del cristianismo.
Conclusiones
Confiamos  que esta reflexión pastoral, aporte elementos a tener en cuenta, para  una mejor vivencia de nuestra experiencia de fe, en este tiempo de  Cuaresma.
A todas y todos, las y los miembros, de nuestra comunidad presencial y de nuestra comunidad virtual, mucha paz y bendiciones.
Montevideo, 26 de febrero de 2012.
Primer Domingo de Cuaresma.
+ Julio Vallarino. 



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