4º Domingo del Tiempo de Dios para todos los pueblos - Mc 1,21-28
Esta semana oremos
menos pero de verdad y actuemos más
1. El texto en su contexto:
Este relato es
significativo en el Evangelio de Marcos. El propio evangelista le asigna un
valor particular, relevante. Es la primera intervención que presenta de Jesús
enseñando y realizando signos. En el lenguaje y mentalidad de su época, Marcos
expone la primera confrontación entre los poderes del mal y Jesús con la
consiguiente victoria del Maestro, sobre aquello que oprime y somete a las personas.
La gente, que comienza a admirarlo por sus enseñanzas y sus acciones comienza a
formar el segundo círculo de discípulos en torno a aquellos que serán los
apóstoles. Por otra parte, es la primera vez en que Marcos deja expuesto
también el secreto mesiánico (versículo 25).
El Maestro centra su
actividad misionera en Cafarnaún. Participa en la sinagoga y aprovecha ese
espacio para manifestar la proximidad del reinado de Dios, enseñando y sanando.
No enseña como lo hacían los maestros de la ley, repitiendo enseñanzas (7,3)
sino que lo hace con la novedad de la cercanía del reino y la paternidad
divina, sus dos ejes de predicación (versículos 21-22).
En el escenario sagrado
de la sinagoga, asamblea del pueblo, se enfrentan el espíritu inmundo, aquello
que oprime a las personas vulnerando sus derechos y su dignidad, con la
actuación liberadora, sanadora e inclusiva del Reino. Enfrentamiento que queda
resuelto a la orden de Jesús. El hombre poseído es liberado (versículos 23-26).
La gente que presenció
el acontecimiento se llenó de estupor. La autoridad de Jesús se establece en
las relaciones humanas, el bien triunfa sobre el mal, eso hace que su fama se
extienda rápidamente. Alguien enseña con autoridad y no repite lecciones o
tradiciones que otros elaboraron (versículos 27-28).
2. El texto en nuestro contexto:
Nosotros y nosotras,
quienes somos miembros de la Iglesia Antigua – Diversidad Cristiana, siguiendo
el ejemplo del Maestro participamos de la vida cúltica de la Iglesia sin perder
de vista el compromiso radical en la liberación integral de toda persona,
puesto que el mensaje liberador, sanador e inclusivo de Jesucristo es para
todas sin excepción (Hch 10,34).
Nuestra vida eclesial
no puede estar centrada o quedar limitada al culto, puesto que no es lo hizo
Jesús, que “pasó haciendo el bien y sanando” (Hch 10,38). La sociedad actual
tiene la imperiosa necesidad de transformar el individualismo, el consumismo y
la inmediatez en solidaridad y esperanza en un mundo mejor. No el mundo
quimérico de la perfección, sino un mundo que se construya con justicia para
todos y todas, con solidaridad de unas personas hacia otras, con redistribución
de la riqueza de unos pueblos hacia otros.
Como discípulos y
discípulas de Jesucristo sentimos el envío a luchar contra las estructuras
injustas, denunciar la opresión y el sometimiento de unos seres humanos bajo el
poder de otros. Toda disminución o recorte a los derechos y la dignidad de las
personas es un atentado contra el reinado de Dios y por lo tanto inaceptable,
puesto que los seres humanos hemos sido creados para gozar de la dignidad
conferida por Dios a cada mujer y a cada hombre, ese es nuestro destino.
Quienes tenemos consciencia de ello, necesariamente debemos transmitirlo y
trabajar radicalmente para que sea una realidad.
La liberación integral
de nuestros hermanos y nuestras hermanas es prioridad eclesial a toda otra
acción o ministerio que desarrolle la Iglesia. Con esto, no estamos
desvalorizando la oración, la reflexión, la vida sacramental, por el contrario,
sin la experiencia de fe no se sostiene ningún compromiso eclesial y
necesariamente toda acción comprometida lleva a un tiempo de reflexión y
oración. Pero, sin lugar a dudas ¿de qué sirve orar a Dios por las personas
oprimidas y excluidas si nada para revertir esa situación? La oración es para
pedirle a Dios que nos ayude a discernir, que nos de fuerzas para asumir
nuestro compromiso en el mundo, que nos de valor para liberar, sanar e incluir
a quienes lo necesitan.
Esta semana, oremos
menos, pero en serio, y actuemos más. Bendiciones a todos y todas +Julio.
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