Feminicidios en el Antiguo Israel: Una mujer con iniciativa e independencia, silenciada, invisibilizada y exterminada por el patriarcado vetero testamentario (Jueces 19,1-20,)
Autor: Julio Vallarino
El relato de la mujer del
levita (Jueces 19,1-20,1) nos permite, independientemente de la intención del
escritor, identificar las representaciones de lo femenino y lo masculino en el
contexto cultural exílico o post exílico (posterior al año 587 aC).
La mujer sin nombre y sin
pronunciar palabra en todo el texto (anónima y silenciada) es del sur
(Belén/Judá) y vive como forastera en el norte (Efraín/Israel) con su
concubino. Es presentada bajo dos imágenes que son contradictorias. Al comienzo
de la historia la mujer toma la iniciativa de abandonar a su concubino porque se enojó con él y regresar a la casa
paterna donde se queda varios meses. Es presentada como una mujer con
iniciativa, independiente. Sin embargo, esta presentación no condice con el
resto de la historia donde está casi ausente, en un rol pasivo, dependiente de
los hombres, padre y concubino (versículos 1-2).
El levita va en su busca,
transformándose en forastero en el sur. Es hospedado por su suegro y ambos
hombres, yerno y suegro, comparten una estadía de hospitalidad donde hay
comida, bebida, descanso y alegría, hasta que inicia el retorno a su tierra,
nada se describe a cerca de un posible diálogo de la pareja por lo que se
podría presumir que el retorno de la mujer fue negociado entre ambos hombres:
suegro y yerno (versículos 3-10). En el relato la mujer desaparece de la
escena, solo se la menciona en relación a los dos hombres: “su marido” y “el
padre de la joven”, hija y esposa.
En el camino de retorno
otros dos hombres son quienes deciden sobre ella: su concubino y el esclavo.
Ella está silenciada e invisibilizada, el texto no la menciona para nada. A
diferencia que en la etapa anterior aquí, entre los suyos, el levita no
encuentra hospitalidad (versículos 11-15). Otro adulto, antes el suegro y ahora
el viejo que volvía del campo lo reciben en su casa y le brindan hospedaje
demostrando excesiva hospitalidad (versículos 16-21). Nuevamente aparece la
hospitalidad entre varones, aquí tampoco aparece la mujer.
Entrada la noche, algunos
hombres exigieron que saliera el levita para tener relaciones sexuales. Algo
contrario a la hospitalidad considerada un gran valor en ese ambiente cultural;
pero por otra parte, era frecuente en las culturas vecinas como forma de
sometimiento entre varones, es la feminización del otro en cuanto diferente al
grupo que detenta el poder. El anciano trata de convencerles argumentando el
deber de hospitalidad con el levita (hospitalidad entre varones) ofreciendo a
cambio su hija virgen y la mujer del levita (otra vez otro hombre decide sobre
ella). Los hombres no aceptan y continúan insistiendo hasta que el levita les
entrega su mujer (literalmente “sacó fuera”, “echa a su mujer”) que esta vez es
aceptada por los hombres, a la que violan y maltratan hasta la muerte mientras
los dos hombres, el anciano y el levita dormían (“por la mañana se levantó su
marido”), al amanecer sin tener en cuenta la situación de ella continúa su
camino (“levántate, vámonos”). Llegado a su tierra con el cuerpo muerto de su
concubina la descuartiza y reparte por todo el territorio denunciando la
violencia de aquellos hombres pero ocultando que él la había entregado
(versículos 26-30).
Resulta interesante
identificar las dos veces en que la mujer es presentada en un rol activo:
cuando se marcha de la casa del levita (versículo 2) y cuando ella busca
protección en la casa del anciano de Efraín donde estaba hospedado su concubino
(versículo 26), en el resto de relato es colocada en un lugar de pasividad
donde quienes hablan, se mueven y actúan son los varones.
Algunas preguntas que se
desprenden del relato:
Ø ¿por
qué la mujer del levita está silenciada durante todo el desarrollo de la
historia?
Ø ¿por
qué los hombres aceptan a la mujer del levita y rechazan el primer ofrecimiento
de la hija del viejo y la mujer del levita?
Ø ¿lo
sucedido a la mujer del levita es a causa de su iniciativa y su protagonismo en
abandonarlo y retornar a su familia (=castigo)?
Ø La
hospitalidad entre varones ¿era más importante que la protección del padre a la
hija, del esposo a la esposa, por qué?
La mujer del levita tiene
una cierta similitud con Eva en los relatos creacionales de Génesis. Ambas son
mujeres con iniciativa y desafían las normas patriarcales, la mujer del levita
abandona a su esposo y regresa a su tierra, Eva desobedece el mandato de comer
del árbol prohibido. Ambas están subordinadas a los varones, la mujer del
levita a su padre y luego a su esposo, Eva a Adán y a Dios (figura
masculinizada). Ambas después de la escena de desafío al patriarcado son
silenciadas e invisibilizadas, la mujer del levita no habla y desaparece de
escena, Eva una vez que es acusada por Adán no vuelve a hablar y también
desaparece de escena. Ambas son violentadas, la mujer del levita por los
hombres de Guibeá, Eva por el juicio y la sentencia divina asumiendo ella sola
la culpa de ambos. Pareciera que el relato de la caída establece la
culpabilidad de todas las mujeres a lo largo de la historia.
Los escritores, varones
siempre, escriben a partir de su lugar en la sociedad y con su visión de las
situaciones. Ellos son la mirada, la voz y la escritura del patriarcado, por lo
tanto, lo que sabemos de las mujeres es a través de los hombres.
El relato de Jueces
19,1-20,1 presenta una relación asimétrica en los roles masculinos y femeninos.
Los hombres (levita – suegro – esclavo – viejo) son los protagonistas de la
historia, tienen voz, establecen relaciones de solidaridad recíproca,
desarrollan la hospitalidad recíproca, toman decisiones sobre ellos y sobre las
mujeres propias o ajenas. Las mujeres existen en relación a algún hombre,
primero son hijas, luego son esposas, finalmente son madres de varones (mujer
del levita – hija del viejo); protagonizan las historias en la medida que seden
el lugar de protagonismo a un varón, son consideradas objeto y como tales
cosificadas para el uso masculino. Aún en los casos en que el varón esté
obligado por ser padre o esposo, ante una situación que afecta a otro varón, la
solidaridad se establece con éste y no con ellas.
El texto presenta, aún
dentro del colectivo masculino distintos niveles. Están quienes son poderosos y
ejercen poder sobre otros hombres, tal es el caso de los hombres de Guibeá que pretenden someter al forastero. El
sometimiento sexual implica dominación, control y propiedad sobre el forastero,
de alguna manera esta situación feminiza tanto al levita como a los extranjeros
varones representados en él.
Entiendo que la mujer del
levita cumple la función de:
Ø habilitar
la trama, cuyos actores principales son “los protagonistas masculinos”: comen,
beben, se alegran, conversan, deciden …
Ø modelo
de mujer provocativa, ciertamente no sexual en este relato, sino al sistema
patriarcal que la somete a su esposo y que sufre el justo castigo por ello
Ø lección
para aquellas mujeres que pretendan subvertir la dependencia femenina escapando
al control y dominio de los varones.
A partir de la acción de
esta mujer se logra el encuentro – reunión de los varones de Israel (Jueces
20,1-2) para tomar la sangrienta decisión de venganza sobre las tribus de
Benjamín por lo sucedido en Guibeá (Jueces 20,8-48), pero vengar qué? El
feminicidio o el honor del levita? Sin lugar a dudas la solidaridad era entre
varones.
La masculinidad es definida
a partir de la diferenciación con las mujeres y de la identificación con los
varones, procesos comunes en la socialización de género que llega hasta
nuestros días; una socialización que de por medio del encuentro con el otro
como un igual:
Ø encuentro
del levita con su suegro (Jueces 19,4-9: comida, bebida, diálogo, hospitalidad)
Ø encuentro
del levita con el viejo (Jueces: 19,16-21: comida, bebida, diálogo,
hospitalidad)
Ø encuentro
del levita con los israelitas (Jueces 20,1: diálogo, manipulación de la
información ya que en ningún momento dice que él la echó fuera para protegerse
en Jueces 20,4-7).
La diferencia, lo diferente:
el forastero en relación a los otros hombres, lo femenino en relación a la
masculinidad se torna una amenaza; no se logra identificar, aún en nuestros
días, la diversidad como una fortaleza.
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