Familias normativas y Familias alternativas
Autor:
Julio Vallarino
Introducción
Desde 1995 a 2012
trabajé en diversos programas de abordaje a la violencia de género. La
experiencia de atención a personas en situaciones abusivas en el seno de sus
grupos de convivencia, me hizo sospechar que la convivencia normativa no
necesariamente asegura los derechos humanos y la dignidad de las personas en
sus hogares, el crecimiento y el desarrollo digno de sus integrantes. Por lo
tanto, comencé a trabajar con las personas participantes en los grupos de ayuda
mutua, un nuevo concepto de familia: Familia
es quien te quiere bien.
Estas vivencias y otras
de mi experiencia personal me impulsaron a elegir el texto de Juan 19,26-27
para una lectura queer, ya que desde una lectura tradicional y desde mi
experiencia dentro de una denominación católica, el texto me sugiere a María
como nueva Eva, que con su maternidad espiritual recibe a toda la humanidad
representada por Juan, el discípulo amado.
Partiendo del supuesto
que toda traducción es una interpretación del texto original y éste, una
lectura histórico teológica de los acontecimientos utilizo tres versiones
bíblicas para la lectura y el análisis del texto, ellas son: la Biblia de
Jerusalén (BJ), la Biblia Latinoamericana (BL) y la Biblia Reina Valera (BRV).
Cuando hacemos
referencia a una “lectura histórico teológica de los acontecimientos” no
estamos afirmando que el escritor sagrado esté mintiendo o inventando,
simplemente está haciendo uso de un recurso literario, propio de su época,
transmitiendo una verdad desde su experiencia de fe. Tengamos en cuenta que
Jesús murió aproximadamente el año 36 dC y el evangelio de Juan se escribió
aproximadamente entre los años 95 y 100 dC, habiendo transcurrido casi 60 años
entre un hecho y el otro, donde el texto pasó seguramente por tradiciones
orales durante varios años, antes de ser puesto por escrito y que también
probablemente, el evangelio tal como lo conocemos tuvo versiones anteriores y
fuentes a las que seguramente recurrió la comunidad juánica.
A continuación presento
las tres versiones de Jn 19,26-27:
Biblia de Jerusalén:
Jesús, viendo a su madre y junto a
ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: “Mujer, ahí tienes a tu
hijo”. Después dijo al discípulo: “Ahí tienes a tu madre”. Desde ese momento se
la llevó a su casa.
Biblia Latinoamericana:
Jesús al ver a la Madre y junto a
ella a su discípulo más querido dijo a su Madre: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”. Después dijo
al discípulo: “Ahí tienes a tu madre”. Desde ese momento se la llevó a su casa.
Biblia Reina Valera:
Cuando vio Jesús a su madre y al
discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: “Mujer, he
ahí tu hijo”. Después dijo al discípulo: “He ahí tu madre. Y desde aquella hora
el discípulo la recibió en su casa.
La relectura del texto
sugiere algunas preguntas: ¿Qué quiso decir el escritor a la comunidad juanina?
¿Qué quiso decir al resto de la iglesia primitiva? ¿Qué dice hoy a la iglesia
actual?
Crítica
al texto de Jn 19,26-27
El contexto de este
diálogo es el proceso y ejecución de Jesús narrado en los capítulos 18 y 19 del
evangelio de Juan.
El género literario del
contexto es narrativo. El texto es un diálogo entre Jesús, su madre y el
discípulo amado. Cabe destacar que el escritor juanino no es un historiador
sino que el carácter de sus escritos es teológico y evangélico por lo tanto,
adapta los relatos históricos a sus propósitos (Jn 20,30-31) la intención
teológica está priorizada sobre el dato histórico.
El contexto socio
cultural enfrentado al texto nos permite realizar algunas conclusiones:
Ø El
evangelio escrito por la comunidad juanica, aproximadamente 60 años después del
hecho histórico de la muerte de Jesús, pone explícitamente enfrentados a Jesús
con su familia y refuerza la tradición marquiana que años antes hacía lo mismo.
Probablemente Jesús era un conflicto para sus parientes y desde su propia
experiencia afirma: “he venido a
enfrentar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su
suegra …” (Mc 10,35).
Ø De
acuerdo a las normativas socio culturales y religiosas, María, viuda y muerto
el primogénito, debió ser recibida por los otros hijos o regresar a su familia
paterna, pero en cambio, Jesús rompe con la norma y la confía al discípulo
amado con quien no existían vínculos consanguíneos sino afectivos.
Ø El
conflicto familiar entre Jesús y sus parientes (Jn 7,5 cf Mc 3,21) resulta
evidente al punto que al final de su vida está acompañado por su madre (viuda y
fuera de la contención familiar, su tía (mujer de Cleofas y madre de Judas, el
sucesor de Santiago el menor, que a su vez fue el sucesor de Pedro en el
gobierno de la iglesia de Jerusalén), María Magadalena (aparentemente soltera
independiente) y el discípulo amado (también soltero). En el escenario de la
ejecución y muerte de Jesús faltaron familiares unidos por los vínculos consanguíneos
pero estuvieron presentes aquellos no familiares unidos por los vínculos
afectivos.
Desde el análisis
intertextual los sinópticos son aún más radicales en dejar en evidencia el
conflicto familiar, no señalando a María como madre de Jesús sino como Madre de
Santiago el menor y dejando ausente a sus parientes, sólo dan cuenta de las
mujeres y los conocidos que estaban
presente. A continuación veamos los textos de los sinópticos utilizando
la Biblia de Jerusalén:
Mt 27,55-56
Había allí muchas mujeres mirando
desde lejos, aquellas que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirle.
Entre ellas estaba María Magdalena, María la madre de Santiago y José
[también madre de Jesús; cf Mt 13,55] y
la madre de los hijos de Zebedeo.
Mc 15,40-41
Había también unas mujeres mirando
desde lejos, entre ellas, María Magdalena, María la madre de Santiago y Joset y
Salomé que le seguían y le servían cuando estaba en Galilea, y otras muchas que
habían subido con él a Jerusalén.
Lc 23,49
Estaban a distancia, viendo estas
cosas, todos sus conocidos y las mujeres que lo habían seguido desde Galilea.
¿Dónde estaban los
familiares de Jesús? ¿Qué sucedió con ellos? ¿Por qué no estuvieron presentes
junto a sus conocidos y las mujeres que le seguían?
Análisis
del texto
Jn 16,26-27 presenta en
la escena a tres personas: Jesús agonizando (el primogénito de María y de
José), María (su madre, probablemente viuda pero con otros hijos según consta
en los relatos evangélicos) y el discípulo amado.
Estos dos versículos leídos
a la luz de Jn 11,1-35 son clave para comprender por lo menos dos cosas
importantes. La primera ¿quién podría ser el discípulo amado?. La segunda ¿qué
pretendió Jesús al confiarle su madre al discípulo amado?
Respecto al primer
interrogante, el escritor juanino menciona cinco veces en su evangelio al
discípulo amado:
“Uno de sus discípulos, el que
Jesús amaba estaba a la mesa al lado de Jesús” (13,23)
“Jesús viendo a su madre y junto a
ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: Mujer, ahí tienes a tu hijo” (19,26)
“Echa a correr y llega donde Simón
Pedro y donde el otro discípulo a quien Jesús quería y les dice: Se han llevado
del sepulcro al Señor y no sabemos donde lo ha puesto”
(20,1)
“El discípulo a quien Jesús amaba
dice entonces a Pedro: Es el Señor. Cuando Pedro oyó es el Señor se puso el
vestido –pues estaba desnudo- y se lanzó al mar” (21,7)
“Pedro se vuelve y ve siguiéndoles
detrás, al discípulo a quien Jesús amaba, que además durante la cena se había
recostado en su pecho y le había dicho: Señor ¿quién es el que te va a
entregar? (21,20).
La tradición cristiana
ha identificado al discípulo amado con Juan. Él era probablemente discípulo
anteriormente de Juan Bautista, hermano de Santiago, hijo de Zebedeo y Salomé,
oriundo de Betsaida en Galilea, pueblo cercano al lago de Genesaret, de familia
acomodada pues eran propietarios de, por lo menos un barco de pesca, y su madre
apoyaba con sus bienes a Jesús durante su ministerio, su padre era hombre de
influencias y conocido del sumo sacerdote (Mt 4,21ss; 27,55-56; Jn 18,10-16).
Leídos los versículos anteriores sobre el discípulo amado a la luz de Jn
11,3-35 nos permitiría suponer que en realidad era otro el amado:
“Las hermanas enviaron a decir:
Señor aquel a quien tu amas está enfermo” (11,3)
“Jesús
amaba a Marta, a su hermana María y a Lázaro” (11,5)
“Jesús se echó a llorar” (11,35)
Jesús desarrolló un
amor especial por uno de sus discípulos. Era tan evidente y tan sabido en la
iglesia primitiva que no era necesario nombrarlo. Toda la comunidad lo
reconocía como tal aunque tuvieran resistencia a aceptarlo como parece
demostrarlo la historia ya que los sinópticos excluyen el término “discípulo
amado” de sus relatos y el único que hace referencia explícita es el escritor
juánico, que a su vez, entre otras cosas, fue el más resistido para ingresar al
canon de los libros sagrados.
Los relatos del
discípulo amado leídos a la luz de Jn 11 nos permiten suponer que en realidad
no era Juan sino Lázaro quien gozaba de ese status en la comunidad discipular
de Jesús y después del acontecimiento de su muerte y resurrección.
Los cuatro evangelios
muestran una sensibilidad especial, sin igual, en Jesús hacia las situaciones
dolorosas, pero el autor juánico presenta a Jesús llorando la muerte de su amigo
(11,35) aquel a quien amaba (11,3). Si bien podría entenderse en el contexto
teológico del escritor juánico que al decir “Jesús lloró” hace referencia a que
la Palabra (Jn 1,14) lloró, prefiero pensar que es ese instante presenta a
Jesús histórico llorando la muerte del amigo amado, expresando el mismo
sentimiento que experimentamos nosotros y nosotras frente a la muerte de una
persona querida: dolor, impotencia, pérdida, frustración, separación, debilidad
…
La resurrección de
Lázaro es el séptimo signo de Jesús en el evangelio juánico, el signo se afecta
resucitando a quien tanto ama, con quien tenía lazos afectivos muy fuertes al
punto de poder confiarle el cuidado de su madre luego que él no estuviera. Este
Lázaro integra una familia a quien Jesús amaba (11,5), a quienes el escritor
juánico nos da a entender que frecuentaba, una familia fuera de la norma: un
hombre soltero conviviendo con dos hermanas solteras. ¿Qué otro discípulo
podría estar tan fascinado – enamorado de Jesús como para seguirlo hasta el
lugar donde era ejecutado, exponiendo su vida?
Respecto al segundo
interrogante, teniendo en cuenta que la familia consanguínea de Jesús estaba
enfrentada con él y que sus vínculos afectivos estaban más consolidados con la
familia de Betania (Marta, María y Lázaro) y si mantenemos la hipótesis de que
el discípulo amado no era Juan sino Lázaro, resulta aceptable el hecho de que
Jesús le confiara su madre a su amigo amado. En esta doble entrega: “ahí tienes a tu hijo” – “ahí tienes a tu
madre” Jesús establece una relación no normativa entre su madre que no
vuelve a la familia consanguínea sino que pasa a vivir a la casa del discípulo
amado (Jn 19,17b), que si bien lo separaba el vínculo consanguíneo, lo unía el
vínculo del amor recíproco. Esta validación que hace Jesús de construir lazos
familiares fuera de la norma es ante testigos (Jn 19,25).
Algunas
reflexiones a manera de conclusión
Ø Jesús
ignora la familia patriarcal validada y sostenida por las pautas culturales y
el sistema religioso, cuestionando ese concepto sostenido hasta el momento como
normativo. Entonces ¿por qué no cuestionar el modelo propuesto por las iglesias
fundamentalistas?
Ø Jesús
valida relaciones construidas con base en el amor. Esto no significa que la
familia que es superior o inferior la relación doméstica – familiar normativa,
construida sobre la consanguinidad o la norma del contexto. Simplemente es otra
forma de relación doméstica – familiar promovida por Jesús para sus dos seres
más queridos: su madre y su discípulo amado. Entonces, la iglesia debiera
continuar el ejemplo de su Maestro, abriendo las puertas a otras relaciones
domésticas no normativas.
Ø A
la luz del mensaje de Jesús podríamos cuestionar, poniendo bajo sospecha,
nuestro modelo familiar aceptado cultural, social y religiosamente: familia
patriarcal, heterosexista y nuclear o ampliada, constituida sobre el matrimonio
generando una revisión crítica en cada época. ¿Por qué no aceptar
inclusivamente familias monoparentales como opción de la persona adulta,
familias ensambladas, familias homosexuales …?
Ø En
base a una lectura queer del texto, entendemos que queda validada toda relación
doméstica basada en el amor sean las llamadas familias normativas, es decir:
nuclear, heterosexual y constituida sobre la base del matrimonio, o las
llamadas familias alternativas, es decir monoparentales (una persona adulta,
hombre o mujer, heterosexual o GLTB) con hijos e hijas a cargo (naturales o
adoptados), ensambladas (parejas heterosexuales u homosexuales, constituidas
con hijos e hijas a cargo producto de convivencias anteriores), extendidas
(familia nuclear, heterosexual u homosexual, monoparental o ensamblada con
convivencia de otros familiares o amistades), uniones libres de hecho (parejas
heterosexuales u homosexuales constituidas sin base matrimonial (estables o
temporales), convivencias alternativas (parejas que comparten la vida en común
de forma alternativa, ejemplo: comparten un proyecto familiar pero no el
techo), nuevas modalidades (amigos – amigas o estudiantes o profesionales que
comparten el techo, residencias para personas ancianas que comparten relaciones
domésticas), dando sentido a aquello de que familia
es quien te quiere bien.
Jesús
nos transmite la certeza de que sólo el amor valida nuestras experiencias
vitales.
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