Quinto domingo de Cuaresma: Dios sale a ofrecerles su amistad y restaurar sus vidas, justificándoles e invitándoles a formar parte del pueblo elegido, sin pedirle permiso a los líderes religiosos




Quinto domingo de Cuaresma
Ciclo C
Is 43,16-21
Fi 3,8-11
Jn 8,1-11


1.    Los textos en sus contextos:


En el capítulo 43, Isaías afirma que el Señor es el único Salvador. Los versículos 16-17 dan cuenta de la travesía por el Mar Rojo, cuando el pueblo pasó en medio de las aguas, perseguido por el ejército egipcio y cómo Dios les liberó (Ex 14,13-31). Los versículos 18 al 21 presentan el contraste entre el pasado, es decir, la liberación de Egipto y el futuro, es decir, la liberación de Babilonia. Dios promete un nuevo éxodo, más grandioso que el anterior (Is 52,11-12), donde el pueblo elegido atravesará el desierto asistido por el poder divino (cf Ex 17,1.7; Is 35,6-8; 41,18; 44,3-4); un pueblo renovado y recreado para proclamar las alabanzas de Dios (cf Jr 16,14-15; 23,7-8).

El capítulo 3 de Filipenses presenta el tema de la circuncisión y la ley. En el versículo 8, Pablo plantea la riqueza de haber conocido a Jesucristo y haberse transformado en el supremo bien, por lo cual se puede perderlo todo, porque Él es la única riqueza. En el versículo 9 plantea la riqueza del estar unido, en comunión con Jesucristo, contraponiendo la justicia propia a la justicia de Jesucristo (Rom 1,17 cf 3,20-24; Gal 2,21; 3,21), de esta forma, Pablo manifiesta la acción divina por la cual hace justa a personas pecadoras, librándolas del mal y ubicándolas en una relación de amistad y de renovación de la vida, ya aquí y ahora (Rom 3,21-27; 5,1-2; 8,1-4). En los versículos 10-11, Pablo plantea su deseo de experimentar a Jesucristo resucitado como de participar en sus sufrimientos (Fil 1,29 cf Rom 6,3-14; 2Cor 4,1014; Col 1,24; 1Pe 4,13).

El relato de la mujer adúltera (Jn 8,1-11) interrumpe la narración de 7,52 que continúa en 8,12, lo que permite suponer, que este relato se conservó en forma independiente y luego, por alguna razón fue ubicado en esta sección. Prueba de ello es que en muchos manuscritos falta y en otros está ubicado en otra parte. La historia, presenta a Jesús enseñando a la gente en el Templo de Jerusalén (versículos 1-2), entonces, aquellos que tenían el poder religioso, maestros de la ley y fariseos, trajeron una mujer que habían sorprendido en adulterio (versículo 3) y preguntan a Jesús su opinión respecto a la ejecución tal como manda le ley mosaica (versículos 4-5); pero nótese que ellos dicen: “en la ley, Moisés nos ordenó que se matara a pedradas a esta clase de mujeres”, sin embargo la ley dice: “Si alguien comete adulterio con la mujer de su prójimo, se condenará a muerte tanto al adúltero como a la adúltera” (Lv 20,10 cf 20,14; Lv 18,20; Dt 5,18; 22,22-24); es decir que según la ley, ambos debían ser ejecutados.

La situación en que estos hombres representantes del sistema religioso, ponen a Jesús, no es fácil. Si defendía a la mujer estaría violando la ley mosaica. Si la condenaba entraría en conflicto con el poder político, ya que las autoridades romanas se reservaban el derecho a la pena de muerte (Jn 18,31). Cualquiera de las dos respuestas daría elementos para acusar a Jesús (versículo 6 cf Mt 22,15-22). Frente a la insistencia de la dirigencia religiosa, Jesús les responde con la misma ley (versículo 7 cf Dt 17,7), los testigos, según Deuteronomio eran quienes debían lanzar las primeras piedras y luego el resto del pueblo. La actitud de Jesús, desenmascara la maldad del corazón humano (versículos 8-9 cf Sal 90,8).

En el plano simbólico, varios textos de los profetas presentaban a Dios, que como esposo traicionado, perdonaba y se reconciliaba con la esposa infiel (Os 2; Is 1,21-26; 49; 54; Ez 16). Jesús no vino para juzgar sino para salvar (Jn 12,47) y la salvación de aquella mujer condenada estaba en el perdón (versículos 10-11). Jesucristo, deja en evidencia un adulterio mucho más grave, la infidelidad de los líderes del sistema religioso a su Dios (cf Ez 16; Os 2).


2.    Los textos en nuestro contexto:


Líderes cristianos de la actualidad, empecinados al igual que la dirigencia religiosa de Israel, aferrándose al pasado (Is 43,18) y desconociendo a Jesucristo como supremo bien (Fi 3,8), no logran ver la acción salvadora de Dios en la historia humana (Is 43,16-21), donde sale al encuentro de las personas que el sistema religioso descalifica, rechaza, condena, excluye, ofreciéndoles su amistad y restaurando sus vidas (Fi 3,8-11).

En el Evangelio, Juan contrapone el pecado de la mujer al de la clase dirigente del sistema religioso; si bien aquella mujer fue sorprendida en el acto mismo de adulterio (Jn 8,3), su pecado no era tan grande como el de los líderes religiosos que habían abandonado por completo a Dios (Jn 8,7 cf Os 2; Ez 16). Este Evangelio, hoy es buena noticia para todas las personas que las denominaciones cristianas demonizan, juzgándolas y condenándolas. Este Evangelio, hoy es buena noticia para las personas divorciadas y vueltas a casar, para las divorciadas que han formado parejas de hecho, para quienes se unen por medio del matrimonio igualitario; para las personas gays, lesbianas, bisexuales y trans; para las que viven con vih sida, para las trabajadoras sexuales, para quienes abortaron; porque Dios sale a ofrecerles su amistad y restaurar sus vidas (Fi 3,9) justificándoles (Rom 1,17) e invitándoles a formar parte del pueblo elegido (Is 43,21) sin pedirle permiso a los líderes religiosos.

Nuestras iglesias están llenas de obispos, presbíteros, diáconos, pastores mojigatos, hipócritas, resentidos. Este Evangelio es la gracia de Dios que se derrama clamando justicia por todas las víctimas generadas por el cristianismo y anunciando que Dios ya tomó partido y nada ni nadie va a detenerlo. Dios está restaurando su Iglesia sin la participación de la dirigencia religiosa. Dios, Padre Bueno, está restituyendo derechos y restableciendo la dignidad de quienes fueron vulnerados por la manipulación de textos sagrados y culpabilizados por quienes se sintieron con el derecho de juzgar y condenar en su nombre.

Como profetas, fieles a nuestro compromiso bautismal, denunciamos que algunas denominaciones cristianas no están siendo fieles a su misión de proclamar el evangelio liberador de Jesucristo, por el contrario, pusieron y continúan poniendo cargas insoportables  sobre sus hermanos y hermanas (Mt 23,4), se oponen a su dignificación mediante la inclusión y la equidad social que ofrecen los derechos civiles, aferrándose a leyes religiosas anticuadas y descontextualizadas, en un país que es laico desde hace décadas. Sistemáticamente se oponen al matrimonio igualitario, a la adopción por parte de parejas del mismo sexo, al uso del preservativo, a la salud sexual y reproductiva, a la regulación del cannabis, a la equidad de género. Y como no han logrado imponer sus puntos de vista desde los púlpitos, ahora forman alianzas políticas y desde el Parlamento intentan imponerse.

La Iglesia Antigua – Diversidad Cristiana, proclama que Dios Padre Bueno sale al encuentro de la humanidad, aceptando a todas las personas por igual (Hch 10,34), ofreciendo su amistad e invitándolas a formar parte de un pueblo renovado, cuyo fundamento es Jesucristo. Esa es su voluntad manifestada en la buena noticia de liberación proclamada por Jesucristo (Lc 4,18-21).

Buena semana para todos y todas +Julio.



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