Les anunciamos que otro mundo es posible, que otra sociedad es posible y que otra iglesia es posible, donde la justicia sea el cimiento de la paz.
2º Domingo del Tiempo de
Esperanza
Ciclo C – Baruc 5,1-9
1. El texto en su contexto:
Baruc había sido discípulo
del profeta Jeremías (Jer 32,12-14; 36,1-19) y compartió el mismo destino que
el profeta (Jr 43,4-7). Sin embargo, no es el autor del libro que lleva su
nombre. Un autor desconocido, utilizando un recurso muy común en esa época,
recogió varios textos religiosos de su época y los colocó bajo la autoría de
Baruc.
El autor llama al retorno a
Dios, encontrando en la Ley el sentido de la vida piadosa y alimenta la
esperanza en las promesas de salvación futuras. Fue escrito probablemente en
una época tardía, segunda mitad del siglo II o primera mitad del siglo I aC.
El texto que leemos hoy es
un mensaje de consuelo para Jerusalén.
La ciudad santa en invitada
a cambiar su ropa de luto por una de fiesta (versículo 1) y una corona de
gloria (versículo 2 cf Is 52,1; 61,10; Ap 21,2).Dios manifestará su grandeza en
Jerusalén (versículo 3) que será llamada en adelante “Paz en la Justicia” y
“Gloria en el servicio de Dios” (versículo 4), reflejando la nueva realidad que
Dios creará: la paz será fruto de la justicia y la gloria verdadera será el
cumplimiento de la Ley y la práctica piadosa de la religión.
La ciudad santa es invitada
a levantarse, a trasladarse a un lugar alto para poder contemplar a los
israelitas que han sido reunidos por Dios y se preparan para el retorno a la
tierra de la promesa (versículo 5 cf Is 43,5; 60,4; Baruc 4,37). Estos son los
que retornan del exilio, de la catastrófica invasión babilónica, que habían
sido deportados por orden de Nabucodonosor en el siglo VI aC. Aquellos que
fueron llevados como esclavos, de a pie desde la tierra de la promesa hasta
Babilonia, ahora serán devueltos por Dios con gloria (versículo 6 cf Is 49,22;
60,4; 66,20).
Así como cuando partieron
fueron guiados por los invasores, ahora en el retorno serán guiados por la
Gloria de Dios que actuará sobre la naturaleza facilitando el acceso y
manifestando el amor y la justicia divina (versículos 7-9 cf Is 40,4-5). Juan
el Bautista en su predicación retoma este mensaje (Lc 3,4-6).
2. El texto en nuestro contexto:
Este texto de Baruc que
tiene más de 2100 años contiene la misma vigencia que el momento en que fue
producido. El mensaje de esperanza en un mundo de paz con justicia sigue siendo
la promesa de Dios a la humanidad.
La Iglesia con voz profética
tiene que anunciar la esperanza a todas las personas que han sido excluidas,
discriminadas, oprimidas, invisibilizadas por los poderosos; esperanza en un
mundo nuevo, cuya figura es Jerusalén que se llamará “Pan en la Justicia”. En los
siglo XIX y XX se han logrado importantes avances en materia de Derechos
Humanos, pero es el siglo XXI el que pone los cimientos a la equidad entre las
personas, poniendo énfasis en su dignidad, abriendo nuevos horizontes de
justicia y de inclusión, impensados hasta ahora.
Los paradigmas religiosos se
están transformando. Estamos transitando de una imagen de dios, cruel,
justiciero y vengativo al Dios revelado por Jesucristo, misericordioso,
equitativo y solidario con la humanidad, especialmente con las personas
vulneradas en sus derechos y su dignidad. Y estas transformaciones son
grandemente resistidas por los poderosos y los fundamentalistas, aun
cristianos.
Algunas iglesias estamos
abandonando más de XVII siglos de dogmatismos, fundamentalismos, persecuciones
y exclusiones para retornar a nuestra identidad, a nuestras raíces, al
movimiento de Jesús, diverso y radicalmente comprometido con los hombres y las
mujeres de su época. Es desde esta experiencia de retorno, que la Iglesia
Antigua – Diversidad Cristiana anunciamos la esperanza en otro mundo posible,
con dignidad y justicia para todas las personas.
Nos comprometemos
especialmente, con aquellos grupos que el cristianismo dogmático ha satanizado,
ha perseguido, ha condenado en nombre de un dios cruel, creado a imagen y
semejanza de los poderosos de la sociedad, la cultura y la religión. Queremos
anunciar a las mujeres, a las personas divorciadas, a las lesbianas, a los
gays, a las personas bisexuales y trans, a quienes viven con vih, a quienes el
cristianismo fundamentalista ha rechazado, que el Dios revelado por Jesucristo
les ama, se compromete en su liberación y en su dignificación. El mismo Dios de
Jesucristo les sale al encuentro, les sana, les libera y les incluye.
No tienen por qué seguir
viviendo sin Dios. No tienen por qué seguir viviendo como si no fueran o no
existieran. No tienen por qué seguir viviendo a escondidas. Ustedes son imagen
y semejanza de Dios. Ustedes son destinatarias y destinatarios de su promesa.
El mismo Dios está aquí para consolarlas, sanarlas y dignificarlas. Ustedes
tienen un lugar en este mundo y un lugar en la Iglesia de Jesucristo. Quien no
les reciba, no ha conocido el Evangelio de Jesucristo ni ha experimentado a
Dios, que no hace diferencia entre las personas (Hch 10,34).
Al igual que Jerusalén que
contempla el retorno de los israelitas, nosotros y nosotras, la Iglesia Antigua
– Diversidad Cristiana abrimos nuestras puertas y salimos al encuentro de todas
las personas que el sistema religioso y especialmente el cristianismo ha dejado
fuera y les anunciamos que otro mundo es posible, que otra sociedad es posible
y que otra iglesia es posible, donde la justicia es el cimiento de la paz.
Buena semana para todos y
todas +Julio
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