Domingo de la Sagrada Familia de Nazaret



Domingo de la Sagrada Familia
Ciclo C

Recordamos hoy a la Sagrada Familia y la proponemos como modelo en nuestra sociedad actual; justamente porque no representa el modelo tradicional y conservador de familia.


1.    La familia en el contexto bíblico

La familia, como organización social en los tiempos bíblicos no tenía la importancia actual, ya que la sociedad de aquella época se organizaba en torno al clan y no entorno a la familia como la entendemos hoy y como forzamos las Escrituras para fundamentarla. Era tan importante el clan y luego la tribu que el Evangelista Mateo inicia su narración con la genealogía de Jesucristo (1,1-17) conectándolo al pueblo judío y a la tribu de David (cf Rom 1,3-4); sin hacer mención alguna de los progenitores de José o de María.

En el Antiguo Testamento encontramos muy pocas referencias al vocablo familia (Prov 10,1; 12,4; Tob 4; 14,8-11). En cambio la referencia a clan o tribu son abundantísimas. Es en el Nuevo Testamento y especialmente en las cartas paulinas, ya que los Evangelios no dicen absolutamente nada, donde encontramos los fundamentos de las actuales doctrinas en torno a la familia (Ef 5,21-6,9; Col 3,18-4,1; Tit 5,16; 1Pe 2,18-3,7).

La función esencial de la familia era reproducir la especie, es decir la procreación para perpetuar el clan dentro de la tribu. Las funciones de protección, subsistencia, participación, educación eran atribuciones del clan y en un plano más amplio de la tribu.


2.    La familia en nuestro contexto

Desde los tiempos bíblicos hasta nuestros días han pasado varios milenios. Durante ese tiempo, la estructura familiar ha ido transformándose. El clan se fue reduciendo a lo que llamamos familia ampliada, es decir, el núcleo familiar más abuelos o tíos que compartían la cotidianidad. Pero las transformaciones sociales han hecho casi desaparecer a la familia ampliada dando paso a la familia nuclear, es decir el matrimonio heterosexual y los hijos e hijas. Éste es el supuesto “modelo bíblico” que defienden las iglesias fundamentalistas; ciertamente no tiene consistencia ninguna para fundarlo en la biblia.

La sociedad ha seguido transformándose y comenzaron a existir otras realidades que llamamos familia, por ejemplo, las monoparentales donde generalmente son mujeres con hijos a cargo; las ensambladas donde uno o los dos adultos tienen vínculos con familias anteriores pero que han vuelto a constituir una nueva pareja donde subsisten los vínculos antiguos y los actuales, siendo el caso de los concubinatos o matrimonio por segundas nupcias. Estos modelos han sido juzgados y condenados por las iglesias fundamentalistas, donde las madres solteras, los separados que constituyen nuevas parejas y las personas divorciadas vueltas a casar son consideradas personas “pecadoras”, cristianos de “segunda categoría”, familias “anormales o disfuncionales”.

Pero el siglo XXI se caracteriza por desafiar modelos designados “normales” o “naturales” productos de una sociedad y una cultura patriarcal. De esta forma se reconoce el matrimonio homosexual con los mismos derechos y obligaciones que el matrimonio heterosexual y se posibilita tanto la reproducción asistida como la adopción en caso de parejas del mismo sexo. Las iglesias fundamentalistas nuevamente vuelven a la escena pública juzgando, condenando y fundamentando en textos bíblicos fuera de contexto, lo que para esas iglesias y su dirigencia ignorante, son la “naturaleza” del matrimonio.

Nada más anti natural y a normal que la Sagrada Familia. Una mujer que siendo virgen es madre y permanece virgen, un hombre casto que jamás se relaciona sexualmente con su esposa, ambos conciben a Jesús. Ciertamente, esta familia no tiene fundamento ni tradición bíblica; desde la perspectiva legal y religiosa es un matrimonio nulo porque nunca llegó a consumarse. ¿Esto estamos proponiendo a las personas del siglo XXI? Por Dios! que mediocridad la de estas iglesias cristianas.

Mientras se esfuerzan por fundamentar el mito de la familia normal y natural, juzgan, condenan y excluyen a quienes no piensan y actúan como enseñan, olvidando el único mandamiento que nos dejó Jesús (Jn 13,34).

Nosotras y nosotros, la Iglesia Antigua – Diversidad Cristiana entendemos que la Biblia es un libro que narra la experiencia que un determinado pueblo tuvo, en determinado lapso de tiempo, de Dios; y que cada generación debe interpretarla y reinterpretarla a la luz de su historia y de los desafíos que le presenta su contexto. Así como hemos tenido la libertad de reinterpretar los textos que permiten la poligamia, la venta de los hijos e hijas, el usar a las esclavas para la reproducción, entre otras normas bíblicas, nos sentimos con la libertad de bendecir el amor entre dos personas sin importar su sexo biológico, nos sentimos con la libertad de defender el derecho a que niños y niñas institucionalizados y no adoptados por “familias naturales” o “familias normales” sean adoptados por parejas homosexuales para brindarles afecto, contención, educación.

Tenemos que tener claro, muy claro, que detrás de la oposición a los nuevos modelos familiares se oculta la ignorancia y que echan mano a cualquier tipo de fundamento descontextualizado para mantener sus posiciones, al punto de afirmar que “Dios así lo quiere”, como si por revelación directa esos dirigentes cristianos recibieron el mandato divino. Cuando uno no tiene fundamentos para discutir se lo atribuye a Dios y ¿quién va a discutir con Dios o a cuestionar a Dios? si únicamente estos líderes religiosos tienen línea directa con el cielo.

Nosotros y nosotras, la Iglesia Antigua – Diversidad Cristiana, encontramos en la Sagrada Familia de Nazaret el modelo que fundamenta la existencia de las “familias anti naturales” o “familias a normales”; en una madre virgen, en un padre casto, en un niño concebido por el Espíritu Santo reconocemos un modelo de familia anti bíblico al igual que los son las madres solteras con hijos a cargo, las familias ensambladas, las familias homosexuales; por eso, hoy 27 de diciembre de 2015, proclamamos a la Sagrada Familia de Nazareth patrona de las familias “disfuncionales”, “anormales” y “anti naturales”, con el convencimiento de que “Dios no hace diferencia entre las personas” (Hch 10,34); y nos comprometemos a trabajar en la defensa de los derechos y la dignidad de estas familias juzgadas, condenadas y excluidas por la hipocresía eclesial cristiana.


Tengan todos y todas una bendecida semana +Julio.

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