"Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?"
14º
Domingo después de Pentecostés
Jn
6,60-69
1. El texto en su contexto:
Jesús finaliza el
discurso sobre el Pan de Vida (Jn 6,25-59). Los contenidos de sus palabras
fueron durísimos y sus seguidores lo rechazan (versículo 60). El escándalo que
produce Jesús a la interna de su grupo, no era tanto por lo que había dicho
respecto a comer su cuerpo y beber su sangre, contradiciendo directamente la
Ley de Dios (Lv 3,17), sino fundamentalmente por su declaración de que es el
único que da la vida eterna (versículos
53-54).
Jesús, en lugar de
calmar los ánimos, escandaliza aún más a sus seguidores (versículos 61-64).
Durante el discurso del Pan de Vida parte de su audiencia lo identificó como el
hijo de José y María (versículo 42 cf Mc 6,3; Mt 13,55; Lc 4,22), sin embargo
les habla de otra procedencia (6,13; 16,28): Jesús les revela su origen divino
(1,18; 6,46; Ef 4,9), es el que salió del Padre y regresará a Él finalizada su
misión (13,2-4). El reproche a sus seguidores lo finaliza con una sentencia
rotunda: el discipulado no es elección humana sino gracia divina, únicamente
podemos seguir a Jesús si el Padre nos lo concede (versículo 65).
A partir de este
momento se produce un quiebre entre quienes le seguían (versículo 66). Para
recibir la Buena Noticia y e ingresar al Reino, según los evangelios
sinópticos, o ingresar a la Vida Eterna, según Juan, no es suficiente cumplir la
Ley de Dios, ni participar de la oración comunitaria en la Sinagoga, ni acudir
a los sacrificios del Templo, ni hacer buenas obras, ni ser una persona
reconocida y respetable, ni quererlo. La entrada a la Fiesta del Reino (Mt
22,1-14) no es por voluntad o mérito
humano sino por gracia divina (1Co 1,26-29 cf Rom 3,27; Ef 2,9).
Esta ruptura en el
movimiento de Jesús, lo lleva a preguntar a la comunidad apostólica si quieren
abandonarlo (versículo 67), lo que provoca la confesión de fe de Pedro
(versículo 68). Únicamente, quienes han tenido la generosidad de responder al
llamado (1,35-51) dejándolo todo para ingresar al Reino (Mt 10,21.37; 19,29)
pueden ser parte de la respuesta de Pedro: “¿a dónde iremos? Solo tú tienes
palabras de vida eterna”.
Sin embargo, la
elección divina, no son suficientes para participar del Reino, es necesaria la
libertad humana que responda a través de un seguimiento radical y desinteresado
(versículos 70-71 cf 13,2-4.21-30; 18,2-3).
2. El texto en nuestro contexto:
¿Cuántas veces las
palabras de Jesús nos resultan duras y nos escandalizan? a pesar que las
Iglesias hemos anestesiado la radicalidad evangélica, introduciéndonos en una
tibieza incapaz de transformar a la humanidad (Ap 3,15-16).
El evangelio de hoy
nos invita a ser sal y ser luz (Mt 5,13-16), a seguir radicalmente a Jesús (Lc
9,62), actuando en la sociedad como la levadura en la masa (Lc 13,21). No es
suficiente ser buen cristiano, cumplir los mandamientos, rezar, ir a la
Iglesia, es necesario aceptar un seguimiento radical de aquel que pasó haciendo
el bien (Hch 10,38) y seguir su ejemplo (Mt 25,35-45) descubriendo el rostro
divino en la realidad humana (Jn 14.9).
La Iglesia Antigua –
Diversidad Cristiana reconoce en Jesucristo al único Mediador entre Dios y la
humanidad (1Tim 2,5) quien nos introduce en el Reino (Jn 10,9) y nos conduce al
Padre (Jn 14,6) en un trayecto de servicio (Mt 20,28) a nuestras hermanas y
nuestros hermanos vulnerados en sus derechos y su dignidad (Mt 25,35-45) y como
Pedro, reconocemos nuestro compromiso con el seguimiento radical de Jesús.
Sabemos que esta
decisión no es fácil. Sabemos que no muchas personas están dispuestas a
incorporarla a sus vidas. Sabemos que existen otras formas más cómodas de ser
iglesia. Pero también sabemos, que no estamos solos ni solas en esta
iniciativa, Jesús está con nosotros y nosotras (Mt 28,20). Y si tenemos esta
certeza ¿quién podrá estar contra nosotros y nosotras? (Rom 8,31).
Ánimo (Jn 16,33). Que
tengan una bendecida y comprometida semana. +Julio.
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