El fin del cristianismo conocido - Lc 21,5-19
1.
El
texto en su contexto:
Jesús había llegado a
Jerusalén. Se encontraba en el Templo que había sido construido por Herodes el
Grande. Era un edificio impresionante por su tamaño y su esplendor. Se había
iniciado su construcción entre los años 20 y 19 aC y aún, en ese momento, estaba
sin terminar. La fachada era de mármol, adornada con objetos preciosos
ofrecidos a Dios, destacaba una gran vid de oro encima de la puerta.
Era una construcción
magnífica y admirada por los israelitas (versículo 5).
Lucas pone en boca de Jesús,
la destrucción del Templo, que tuvo lugar a manos del ejército romano en torno
a los años 70 dC (versículo 6).
Frente a este planteo, que
seguramente escandalizó a quienes escuchaban, surge la pregunta de cuándo
sucederá ese acontecimiento (versículo 7).
Jesús no responde a la
pregunta sobre la destrucción del templo, sino que hace referencia a las
señales antes del fin del tiempo (versículos 8 – 11 cf Marcos 13,21; Lucas
17,23; 1Juan 2,18; Apocalipsis 6,3-8.12-17) y a la adversidad que enfrentarán
sus discípulas y discípulos (versículo 12 cf Mateo 10,17-18). Pero la situación
adversa no es para esconderse o huir, sino para dar testimonio (versículos
13-15 cf Mateo 10,19-20; Marcos 13,9-11; Lucas 12,11-12).
El discipulado genera
incomprensión y rechazo (versículo 16 – 17 cf Mateo 10,21-22; Marcos 13,12;
Lucas 12,52-53; Juan 15,18-25), sin embargo, Dios cuida y protege a las
discípulas y discípulos de Jesús (versículo 18 cf Hechos 27,34).
2. El texto en nuestro contexto.
Durante siglos, el
cristianismo ha recurrido a imágenes míticas para explicar el misterio de la
venida definitiva de Jesucristo. Juicio, premio y castigo, cielo e infierno han
sido parte de los contenidos desarrollados. Sin lugar a dudas, es subestimar a
las personas del siglo XXI, incluir esta mitología en los mensajes semanales,
sin mencionar que las pastoras y los pastores, dejaríamos en evidencia nuestra
falta de formación, especialmente en Biblia y Teología.
A lo largo de estas semanas,
iremos compartiendo a través del blog y del facebook, material serio, de
autores contemporáneos, sobre lo que hemos llamado la escatología y la parusía,
es decir, el fin de los tiempos y la venida definitiva de Jesucristo.
Este domingo, pretendo compartir con ustedes, la reflexión sobre
este texto evangélico, partiendo desde una hermenéutica postmoderna, confiando
en que pueda contribuir a madurar la experiencia de fe, que cada uno y cada una
está transitando en el discipulado de Jesús, el Señor.
En primer lugar, podíamos
interpretar la afirmación de Jesús sobre la destrucción del Templo de
Jerusalén, como el fin de una época de sacrificios, de dogmas y de fundamentalismo
religioso. Haciendo una deconstrucción del relato, perfectamente, podríamos
afirmar el fin del cristianismo que hemos conocido hasta el momento. Una
religión que presenta a un Dios tan cruel que es capaz de sacrificar la vida de
su único hijo, para satisfacer su ira egocéntrica. Una religión que controla la
conducta de las personas, a través de la doctrina del premio y el castigo, el
cielo y el infierno, arrogándose el poder de hablar en nombre de Dios. Una
religión centrada en las tradiciones y en los fundamentalismos bíblicos, que
han producido posiciones dogmáticas e inflexibles, clasificando a las personas
en buenas y malas, santas y pecadoras, fieles e infieles, incluidas y excluidas.
Una religión que ha intentado por todos los medios mantener el patriarcado como
única estructura válida, desplazando a las mujeres e invisibilizando la
diversidad sexual, expulsando a quienes piensan diferente, generando odios y
persecuciones.
Seguramente, muchas y muchos
de ustedes se escandalizarán por estos planteos. Sin embargo, es necesario
hacerlos, si nos creemos discípulos y discípulas de Jesús.
En segundo lugar, podríamos
interpretar las afirmaciones de Jesús sobre las señales antes del fin, como la
proximidad de una nueva era, con otro cristianismo posible. Un cristianismo con
Iglesias diversas en diálogo con la sociedad y la cultura contemporáneas, como
el movimiento cristiano del primer siglo.
Seguramente, este otro
cristianismo posible, surgiendo entre los escombros del cristianismo que hemos
conocido hasta ahora, será motivo de conflicto y generará adversidad. El
rechazo y la persecución por parte de los líderes religiosos cristianos, conservadores
y fundamentalistas, al igual que los del tiempo de Jesús, verán debilitarse su
poder y reaccionarán. El discipulado no conduce a encerrarnos en nuestros
templos para orar a un Dios que mágicamente intervendrá en la historia, contra
esos líderes conservadores y fundamentalistas; tampoco a huir y escondernos en
el anonimato. El discipulado exige un testimonio radical de que otro
cristianismo es posible; aquel que surge del seguimiento de Jesús, que
dignificó a las mujeres, incluyó a las personas excluidas, vino a servir y no a
ser servido, vino a sanar y no a juzgar, vino a manifestarnos el rosto maternal
del Ser Indecible, al que llamamos Dios.
Las cristianas y los
cristianos ¿estamos dispuestas y dispuestos a transitar de este cristianismo
agotado y sin respuestas a las mujeres y hombres de nuestro tiempo, a otro
cristianismo posible, inclusivo y liberador?
Sí estás dispuesta o
dispuesto a trabajar para este cambio, te invitamos a sumarte al movimiento de
Iglesias Cristianas Emergentes. Somos comunidades cristianas de distintas
denominaciones, que estamos experimentando otra forma de ser Iglesia y otra
forma de cristianismo, donde la persona y su experiencia de fe, está por encima
del rito, la doctrina, el dogma. Puedes buscarlas en el lugar donde vives, o
ponerte en contacto con nosotras y nosotros:
- Dirección: Lima 1621. Montevideo. Uruguay.
-
Celular: 097 413 106
-
Correo electrónico: diversidadcristiana@gmail.com
-
Facebook: Diversidad Cristiana
Buena semana para todas y
todos.
+ Julio, obispo de
Diversidad Cristiana.
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