Mensaje Pascual 2013
El anuncio pascual está
compuesto por tres ejes que transversalizan la vida de la Iglesia.
“No tengan miedo” (Mateo 28,5).
Nos encontramos en una
coyuntura de cambios profundos. Los valores que se habían mantenido
incuestionables durante siglos están en entredicho. La sociedad y la cultura se
encuentran en una profunda crisis. Las distintas iglesias no están pudiendo
adaptarse a esta realidad cambiante, están envejeciendo y se están despoblando.
Ante esta realidad, pareciera que la Iglesia está inmovilizada, paralizada,
detenida en el tiempo y en la historia, aferrada a sí misma, atemorizada. En
este contexto, el mensaje de Dios a la comunidad eclesial, sigue siendo el
mismo, “no tengan miedo”.
La experiencia pascual nos
da la certeza de que Dios tiene la última palabra en la historia humana y nos
proporciona el coraje para comprometernos:
- en la transformación de
las estructuras del mundo, porque otro mundo es posible, con justicia y
solidaridad, con derechos y dignidad para todas las personas;
- y la transformación de las
estructuras de la Iglesia, porque otra Iglesia es posible, ecuménica e
inclusiva, abierta al diálogo con la sociedad y la cultura, comprometida con
las personas de su tiempo, especialmente con las empobrecidas, las
discriminadas, las excluidas.
En la Iglesia de Jesús, no
hay lugar al miedo. En las discípulas y los discípulos de Jesús no hay lugar al
miedo. La experiencia pascual es la certeza de que la vida venció a la muerte,
la alegría venció al miedo, la liberación venció a la opresión, la inclusión
venció a la discriminación… hace dos mil años que el mensaje de Jesús sigue
resonando, sin que sea silenciado por nada ni por nadie: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado para
llevar la buena noticia a los pobres; me ha enviado a anunciar libertad a los
presos y dar vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a
anunciar el año favorable del Señor.” (Lucas 4, 18-19).
Esta sigue siendo la misión de la Iglesia en el
mundo de hoy. Este sigue siendo el envío, a esta pequeña comunidad que llamamos
Diversidad Cristiana, que quiere seguir por el camino de la iglesia antigua del
primer siglo, en el discipulado de Jesús, nuestro único Maestro, nuestro único
Camino, nuestra única Verdad, y nuestra única VIDA.
“Están buscando a Jesús,
el que fue crucificado. No está aquí, sino que ha resucitado” (Mateo 28,5-6)
Las distintas iglesias, corremos el riesgo de
quedarnos junto al sepulcro, inmersas en los recuerdos del Maestro. El duelo
que generan los cambios, nos impiden entender que el Crucificado ha resucitado.
Seguimos velando al Maestro muerto, sin comprender lo que Él nos prometió
(Mateo 16,21; 17,23; 20,19 cf Lucas 24,6-7).
Se hace necesario que las comunidades eclesiales
estemos atentas a quienes nos recuerdan que el sepulcro está vacío, porque en
el Resucitado, la luz venció a la oscuridad, el día a la noche, el bien al mal,
la verdad a la mentira, la vida a la muerte.
No podemos quedarnos en el sepulcro vacío porque
perderemos la posibilidad del encuentro con el Maestro (Mateo 28.8-9). Y
encontrándolo no podemos quedarnos en la admiración y la adoración, porque
todavía hay quienes tienen que recibir la buena noticia de la Resurrección,
Jesús dice a las mujeres: “Vayan a decir a mis hermanos que se dirijan a Galilea,
y que allá me verán” (Mateo 28,10).
María Magdalena y probablemente María, la madre de
los hijos de Zebedeo (Mateo 27,56) se transforman en las primeras testigos de
la resurrección de Jesús, y las apóstolas que confirman en la fe a sus
hermanos, los discípulos varones.
Esta sigue siendo la enseñanza para la Iglesia en el
mundo actual. Esta sigue siendo la enseñanza para las discípulas y los
discípulos de Jesús. El testimonio de la resurrección inicia con el ministerio
evangelizador de las mujeres. Esta sigue siendo la enseñanza para esta pequeña
comunidad que llamamos Diversidad Cristiana que quiere seguir el camino de la
iglesia antigua del primer siglo, que fue liderada por mujeres según varios
testimonios en las cartas paulinas, en el seguimiento del Maestro que también
llamó a mujeres para acompañarle en el ministerio por Palestina.
“Vayan pronto y digan a los discípulos: ‘Ha resucitado, y va a Galilea
para reunirlos de nuevo; allí lo verán” (Mateo 28,7).
La comunidad apostólica no puede quedarse en
Jerusalén la ciudad santa. Jesús la envía al lugar donde surgió: Galilea,
tierra de pescadores y agricultores empobrecidos, de revolucionarios zelotes y
de judíos impuros, todas esas personas, consideradas pecadoras por el sistema religioso,
y empobrecidas y sometidas por el poder político.
La Iglesia en tiempos
actuales, está desafiada a volver a sus raíces. El cristianismo no fue la
religión del poder sino de las personas esclavizadas, empobrecidas, de mala
reputación. El cristianismo no fue la religión de los templos lujosos sino de
la congregación en las catacumbas y los lugares hostiles.
La Iglesia en tiempos
actuales, está desafiada a desinstalarse, trasladarse del lugar del poder,
representado en Jerusalén, al lugar de la vulneración y la indefensión,
representado en Galilea.
Diversidad Cristiana, que
quiere seguir el camino de la iglesia antigua del primer siglo, necesariamente
tenemos que ser una iglesia desinstalada, en medio de personas de dudosa
reputación, pobre y al servicio de las personas vulneradas en sus derechos y
dignidad, para ser fieles al envío del Resucitado. Tenemos la misión de ser
levadura en la masa (Mateo 13,33). La única forma de transformar la realidad en
la que nos encontramos, es insertarnos en ella; por lo tanto, la única forma de
construir otro mundo posible, al que Jesús llamó Reino, es comenzar a vivirlo,
en primer lugar, en el seno de nuestra comunidad; y la única forma de construir
otra iglesia posible, a la que Jesús convocó a hombres y mujeres por igual,
respetuosa de la diversidad humana, inclusiva y servidora, es comenzar a
vivirla, en primer lugar, en el seno de nuestra comunidad.
Estos cambios, tal vez nos
producen miedos. Entonces, miramos a quienes nos precedieron en el seguimiento:
-
si Abraham hubiera continuado con las
costumbres de su época, habría sacrificado a Isaac y se hubiera quedado sin
descendencia; pero Abraham se reveló contra su cultura;
-
si Moisés hubiera continuado instalado en
Egipto, gozando de los beneficios de haber sido criado por la familia del
faraón, y no se hubiera comprometido con quienes estaban oprimidos, el pueblo
hebreo no hubiera podido experimentar la liberación y el cumplimiento de las
promesas; pero Moisés se reveló contra su cultura;
-
si Jesús hubiera continuado con las
tradiciones de los fariseos y maestros de la ley, hubiera conservado su vida;
pero Jesús se reveló contra su cultura.
En el capítulo 11 de Hebreos
encontramos muchos más testimonios de quienes dejando los miedos de lado,
creyeron y por su fe, lograron transformaciones que condujeron a la realización
del proyecto de Dios en la historia humana.
En este tiempo, la Iglesia
tiene el protagonismo de creer para transformarse y transformar. Únicamente esa
experiencia pascual logrará que sea realmente la Iglesia del Resucitado, que
dice al mundo la buena noticia de parte de Dios.
Felices Pascuas de
Resurrección.
+Julio Vallarino, obispo de
Diversidad Cristiana.
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