Quinto domingo después de Epifanía: ¿Las Iglesias cristinas, estamos asombradas o decepcionadas de Jesús?




 Lucas 5,1-11


El texto es su contexto:

El escenario del relato es el lago de Galilea, al que también se le llamaba lago de Genesaret por la cercanía a ese poblado, ubicado en la zona noroeste del lago.

Quienes protagonizan el relato son Jesús, que se sentía presionado por la gente que lo estaba escuchando, que al parecer era mucha (Lucas1, 1) como en otras ocasiones (Marcos 4,1-2; Mateo 1,2) y tres pescadores: Simón (Lucas 1,3), Jacobo y Juan hijos de Zebedeo (Lucas 1,10).

El relato plantea un hecho que pudo haber sido milagroso o no (Lucas 1,4-7), bien pudieron haber cambiado los vientos o las corrientes, y aparecer los peces que antes se encontraron, o bien podemos atribuirlo a un milagro, como popularmente se llama a pasajes similares a este: “la pesca milagrosa” (Juan 21,3-6); pero que ciertamente despertó algo, en aquellos tres hombres de Galilea (Lucas 1,8-10), al punto que dejaron sus vidas cotidianas para emprender una nueva vida junto a Jesús (Lucas 1,11).

Un detalle en el que el evangelio no profundiza, pero que no por ello deja de ser importante, es la gente que rodeaba a Jesús. Como en muchas ocasiones eran personas enfermas (Marcos 3,9-10; Mateo 8,16-18), gentes que lo habían escuchado hablar sobre la Buena Noticia y le siguieron (Mateo 8,1; Marcos 2,1-2; Lucas 8,19). Esta gente estaba ávida de recibir la Buena Noticia, eran pescadores y campesinos asalariados, jornaleros o changadores, mujeres del pueblo; personas enfermas, empobrecidas y oprimidas. Una población muy diversa pero con algo en común: estas personas eran discriminadas y excluidas por el sistema socio cultural y religioso.


El texto en nuestro contexto:

En nuestro escenario actual, la sociedad y cultura occidental, latinoamericana, post modernista, del siglo XXI, con unas desigualdades en materia de calidad de vida que verdaderamente aterra, intentaremos preguntar a este texto, cuál es el mensaje para nosotros y nosotras.

Quienes protagonizamos la historia actual somos Jesús, presente en medio de las personas discriminadas y oprimidas, vulneradas en sus derechos y su dignidad (Mate 25,35-40) y las Iglesias cristianas que tenemos la misión de continuar su obra en el mundo.

Esta vez no es a Pedro, sino a las bautizadas y los bautizados, a nosotros y nosotras, que Jesús invita al discipulado: “no tengas miedo, de ahora en adelante vas a pescar gente” (Lucas 5,10).

Pedro, Jacobo y Juan fueron capaces de dejarlo todo y seguir a Jesús (Lucas 5,11) porque estaban asombrados por las enseñanzas (ortodoxia) y las acciones (ortopraxis) de Jesús (Lucas 5,9-10).

En el escenario actual, ¿las Iglesias cristianas estamos asombradas o decepcionadas de Jesús? ¿La ortodoxia y la ortopraxis de Jesús son las de las Iglesias cristianas? ¿Quiénes rodean hasta el punto de apretar a las Iglesias cristianas, como lo hacían las personas discriminadas, oprimidas, excluidas con Jesús?


El mensaje hoy:

Sin lugar a dudas, el relato evangélico de hoy sitúa a la Iglesia en la disyuntiva de tener que elegir, entre Jesús y ella misma. El discipulado, implica dejar atrás los botes, las redes y la playa(Lucas 5,11), para aventurarse tras las huellas del Maestro, que asombra y despierta admiración por sus enseñanzas liberadoras (ortodoxia) y sus acciones solidarias (ortopraxis).

La Iglesia, que es fiel al discipulado, seguramente se situará en los escenarios donde están las personas vulneradas en sus derechos y su dignidad. Este posicionamiento, eclesial y pastoral, es el signo de que es la Iglesia de Jesús.

Nos encontramos a comienzos del año, un buen momento para revisar nuestro plan pastoral y realizar opciones acordes a la Buena Noticia de Jesús de Nazaret.

Buena semana a todos y todas.
+ Julio, obispo de Diversidad Cristiana.
Quinto domingo después de Epifanía.

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