Cuarto domingo depués de Epifanía: "Dios ya tomó partido ¿y la Iglesia?"
Dios
ya tomó partido ¿y la Iglesia?
Lucas
4,21-30
El texto en su contexto:
Jesús
acaba de autoproclamarse, en la sinagoga, el Enviado de Dios (Lucas 4,18-19),
atribuyéndose a sí el texto del profeta Isaías (Isaías 61,1-2) e inaugurando la
era mesiánica prometida en las Escrituras (Lucas 4,21).
El
relato evangélico de hoy, nos sitúa en las personas destinatarias de la misión
de Jesús, el Enviado de Dios, para ello hace referencia a dos de los grandes
profetas de Israel, Elías y su discípulo Eliseo.
El
profeta Elías, ejerció su ministerio profético en el Reino del Norte, durante
los reinados de Ahab y Ocozías (años 874 – 852 aC). Anunció una importante
sequía que llegó más allá de los límites de Israel, sin embargo, no fue enviado al pueblo elegido, sino a
tierra pagana, cerca de Sidón para que una viuda no muriese de hambre (1 Reyes
17,8-16).
El
profeta Eliseo, discípulo de Elías, continuó su ministerio profético en el
Reino del Norte. Por las Escrituras, sabemos que la lepra era una enfermedad
que estaba presente entre los habitantes de Israel, sin embargo, Eliseo no sanó
a las personas leprosas de su tierra, sino a un hombre pagano de Siria (2 Reyes
5,1-14).
Cuando
Jesús menciona la obra de estos dos profetas molesta mucho a su audiencia que
pretende matarlo (Lucas 4,28-29).
Jesús,
el Enviado de Dios, continuador del ministerio profético en Israel, anuncia a
su audiencia, que la Buena Noticia de Dios, no es solamente para Israel, sino
para todas las naciones, atacando directamente la falsa creencia, de que las
personas que no pertenecían al pueblo de Israel, no eran merecedoras de las
promesas divinas y por lo tanto, quedaban fuera de la era mesiánica que se
iniciaba.
Jesús,
el Enviado de Dios, ratifica definitivamente, que Dios es solidario y justo con
toda la humanidad; esta era la misión de Israel, para eso fue elegido, sin
embargo se erigió en el destinatario de las acciones de Dios, en el juez de
todos los pueblos, excluyendo y discriminando a quienes no eran israelitas.
El texto en nuestro
contexto:
Muchas
iglesias cristianas, al igual que el pueblo israelita, actualmente se
autoproclaman elegidas de Dios, poseedoras de la verdad, depositarias de las
promesas, erigiéndose como jueces, condenan por medio de la discriminación y la
exclusión.
Esas
iglesias cristianas, están impidiendo que los beneficios de la era mesiánica
lleguen a todas las personas, con sus palabras y sus acciones; y sin el anuncio
liberador e inclusivo del Evangelio anunciado por Jesús, que es buena noticia
para las personas oprimidas y excluidas, obstaculizan que el Reinado de Dios se
realice en nuestra sociedad y nuestra cultura.
La
Iglesia de Jesús, tiene la misión de continuar su ministerio profético,
anunciando a todas las personas que se encuentran discriminadas y oprimidas,
vulneradas en sus derechos y su dignidad, por el sistema cultural, o el sistema
económico, o el sistema social, o el sistema político, o el sistema religioso,
que Dios toma partido por ellas.
El
Dios, anunciado por Jesús, es el que no hace diferencia entre las personas
(Hechos 10,34), invitando a todos y todas a participar de la fiesta de la vida
(Lucas 14,15-24).
La
Iglesia de Jesús se hace solidaria con las personas empobrecidas, las que viven
en situación de calle, las que están privadas de libertad, las que son
discriminadas por su origen, las que son excluidas por su orientación sexual,
las que se encuentran en un consumo problemático de drogas, las que son señaladas porque
no practican determinada religión, las que son oprimidas por los poderosos de
la sociedad, la cultura y la religión.
Frente
a esta realidad, tenemos dos opciones, tomamos parte del ministerio profético
de Jesús, y por lo tanto, incluimos a toda esa gente que como la viuda de
Sarepta o el leproso de Siria, nos producen rechazo, porque no son de los nuestros;
o quedamos fuera del Reino, porque Dios ya tomó partido.
Buena
semana a todos y todas.
+
Julio, obispo de Diversidad Cristiana.
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