Tercer domingo de adviento: "Otra Iglesia es posible"
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Tengan mucha alegría en
este tercer domingo de Adviento.
“10Entonces la gente le preguntó: —¿Qué debemos hacer? 11Juan
les contestó: —El que tenga dos trajes, dele uno al que no tiene ninguno; y el
que tenga comida, compártala con el que no la tiene.
12Se acercaron también para ser bautizados algunos de los que cobraban
impuestos para Roma, y le preguntaron a Juan: —Maestro, ¿qué debemos hacer
nosotros? 13Juan les dijo: —No cobren más de lo que deben cobrar.
14También algunos soldados le preguntaron: —Y nosotros, ¿qué debemos
hacer? Les contestó: —No le quiten nada a nadie, ni con amenazas ni acusándolo
de algo que no haya hecho; y confórmense con su sueldo.
15La gente estaba en gran expectativa, y se preguntaba si tal vez Juan
sería el Mesías; 16pero Juan les dijo a todos: “Yo, en verdad, los
bautizo con agua; pero viene uno que los
bautizará con el Espíritu Santo y con
fuego. Él es más poderoso que yo, que ni siquiera merezco desatarle la correa
de sus sandalias. 17Trae su aventador en la mano, para limpiar el
trigo y separarlo de la paja. Guardará el trigo en su granero, pero quemará la
paja en un fuego que nunca se apagará.” 18De
este modo, y con otros muchos consejos,
Juan anunciaba la buena noticia a la
gente” (Lucas 3,10-18
versión Biblia de Estudio Dios Habla Hoy).
El relato evangélico
presenta tres grupos de la sociedad en diálogo con Juan que estaba bautizando
en el río Jordán. Los tres grupos tenían algo en común: eran rechazados por los
judíos piadosos y el sistema religioso. La gente del pueblo era considerada
ignorante de la Ley de Dios y por tanto en situación de pecado; los que cobraban
impuestos eran considerados traidores porque colaboraban con el imperio en la
recaudación y en muchos casos abusaban de esa función para enriquecerse; los
soldados representaban el poder imperial que les estaba sometiendo, un imperio
que era considerado pagano.
Sin embargo, estos
tres grupos de la sociedad judía acogieron la invitación a la conversión y preguntaban
a Juan “¿Qué tenemos que hacer?”, mientras los judíos piadosos representados en
los fariseos y el sistema religioso, representado en los maestros de la Ley y
sacerdotes, pareciera que no entendieron o no aceptaron el mensaje de Juan, un
mensaje de alegría y esperanza porque el Reino de Dios se acercó a la humanidad
y todo el mundo vería la salvación de Dios (cf. Isaías 40,3-8).
Algo similar sucede
en nuestros días con la Iglesia. Mandatada por Dios para ser un espacio
inclusivo y liberador para todas las personas (cf. Mateo 22,8-9) se ha
transformado en juez de la humanidad; sus líderes enviados a servir a ejemplo
del Maestro (cf. Mateo 20,25-28) se han autodesignado príncipes de la Iglesia y
reclaman honores y se regocijan en sus títulos: “santidad”, “beatitud”, “eminencia”,
“excelencia”, “monseñor”, “reverendo” … mientras que Jesús, que es fundamento
de la Iglesia se designó a sí mismo “hijo del hombre” que puede traducirse como
humano, simplemente hombre.
Las comunidades
cristianas debemos preguntarnos este domingo, junto con la gente, los
cobradores de impuestos y los soldados, porque hemos errado el camino: “¿Qué debemos
hacer?”.
El adviento es un
tiempo para renovar la esperanza. Una esperanza que dice a la sociedad y la
cultura contemporáneas, que otra Iglesia es posible, organizada
como en los primeros tiempos, en comunidades diversas y autónomas, solidarias y
serviciales, alegres y testificadoras, inclusivas y llenas de esperanza,
comprometida con la dignidad humana y los derechos humanos y civiles de todas
las personas, en todos los lugares, “porque Dios no hace diferencia entre las
personas” (Hechos 10,34).
Buena semana para
todas y todos.
Feliz domingo en
familia y en comunidad.
Tercer domingo de
adviente.
+ Julio.
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