Cuarto domingo de Adviento: entre el envoltorio y el contenido del regalo
Comunidad eclesial Diversidad Cristiana de
Uruguay.
Misión San Sebastián – Diversidad Cristiana
de Colombia.
Comunidad virtual Diversidad Cristiana.
Tengan mucha paz en estecuarto domingo de Adviento.
Dice el profeta Isaías: “El pueblo que andaba en la oscuridad vio una gran luz; una luz ha
brillado para los que vivían en tinieblas. Señor, has traído una gran alegría; muy
grande es el gozo. Todos se alegran delante de ti como en tiempo de cosecha, como
se alegran los que se reparten grandes riquezas. Porque tú has deshecho la
esclavitud que oprimía al pueblo, la opresión que lo afligía, la tiranía a que
estaba sometido. Fue como cuando destruiste a Madián. Las botas que hacían
resonar los soldados y los vestidos manchados de sangre serán quemados,
destruidos por el fuego. Porque nos ha nacido un niño, Dios nos ha dado un
hijo, al cual se le ha concedido el poder de gobernar. Y le darán estos
nombres: Admirable en sus planes, Dios invencible, Padre eterno, Príncipe de la
paz. Se sentará en el trono de David; extenderá su poder real a todas partes y
la paz no se acabará; su reinado quedará bien establecido, y sus bases serán la
justicia y el derecho desde ahora y para siempre. Esto lo hará el ardiente amor
del Señor todopoderoso” (9,1-6 versión
Biblia de Estudio Dios Habla Hoy).
Nos encontramos en el umbral del cumplimiento
de las promesas divinas. Este cuarto domingo de adviento nos propone como tema
de reflexión la alegría que produce la cercanía del Reinado divino.
Las iglesias, durante siglos hemos fomentado
el culto a la Navidad, pero descentrando el mensaje. Nos hemos quedado con el
envoltorio del regalo, el pesebre, los pastores y las oveja, el niño con María
y José. Los relatos de la infancia, tanto de Mateo como de Lucas, son escritos
teológicos no históricos. La intensión de los autores es brindar una catequesis
a sus comunidades. Marcos, que es el evangelio más a Jesús, por el tiempo de su
redacción, nada dice de su nacimiento ni de su infancia. En realidad, poco o
nada sabemos de la infancia de Jesús.
Pero si los relatos de la infancia y el
mensaje navideño que hemos sostenido durante siglos es el envoltorio, entonces
¿cuál es el contenido del regalo?.
De Jesús no sabemos nada de su infancia, pero
sí sabemos algunas otras cosas: sanó a personas enfermas, liberó a personas
oprimidas, consoló a personas tristes y afligidas, incluyó a personas
excluidas, tomó partido por las personas discriminadas, apoyó a las mujeres y
los niños, enseñó y practicó la solidaridad, compartió con todas las personas
sin hacer excepciones, alentó la esperanza del Reinado de Dios en la historia
humana anunciando y practicando justicia. En su vida y su enseñanza,
reconocemos que se cumple la profecía de Isaías.
Jesús es luz en la oscuridad de nuestra
sociedad, nuestra cultura y nuestra Iglesia.
Jesús es alegría para las personas
discriminadas y excluidas de nuestro tiempo, para las personas vulneradas en
sus derechos y su dignidad por las instituciones de la sociedad y la cultura,
incluida la Iglesia.
Jesús es liberación de yugos, todo lo que nos
impide SER, plenamente y dignamente. El nos libera del individualismo, del
consumismo, de los fundamentalismos, de la xenofobia y la lgttbfobia, de las
pobrezas y la ignorancia. El nos libera de todo lo que nos impide ser imagen y
semejanza divina.
En Navidad celebramos la fragilidad divina,
que en la humanidad de Jesús de Nazaret nos hace fuertes. En las palabras y los
gestos de Jesús de Nazaret, Dios restaura a la humanidad opresora y oprimida,
discriminadora y discriminada, victimaria y víctima, brindándole equidad y
justicia.
Este es el contenido del regalo.
Las comunidades cristianas, discípulas de Jesús
de Nazaret, nos sentimos invitadas por el profeta Isaías a anunciar la alegría,
la paz y la liberación con justicia; pero no sólo con palabras, sino siguiendo
el ejemplo del Maestro, con gestos que dignifiquen a las personas, santifiquen
a la Iglesia y contribuyan a la realización del Reinado anunciado por Jesús.
Hoy más que nunca, las comunidades cristianas
tenemos que levantarnos en medio de la sociedad y la cultura del siglo XXI para
anunciar que tanto amó Dios a la humanidad y a su creación, que en Jesús revela
su amor incondicional, inclusivo y restaurador de la dignidad y los derechos
humanos, a todas las personas, en todos los lugares y de todos los tiempos,
porque Dios no hace diferencia entre las personas.
Buena semana a todos y todas.
+ Julio.
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