Segundo Encuentro Ecuménico de Conmemoración y Reflexión en el marco del Día Nacional de Lucha contra el VIH SIDA.-

Espacio Ecuménico VIH

La dignidad de toda persona, en todo momento y en toda circunstancia, es lo que nos ha convocado para reunirnos a reflexionar y planificar acciones en la crisis presentada por la epidemia del vih-sida.

Como creyentes en Cristo, comprometidos con diversas iglesias y convocados alrededor del Segundo Encuentro Ecuménico de Conmemoración y Reflexión en el marco del Día Nacional de Lucha contra el VIH SIDA.

Queremos levantar nuestra voz para pronunciar palabras de esperanza, de unidad y también, de denuncia de situaciones de injusticia y exclusión.

Con el objetivo de romper el silencio que ha significado, durante muchos años, muerte y dolor, queremos hacer nuestras las palabras de la oración de los hijos y las hijas de Dios, aquella que nos enseñó Jesucristo mismo, y que hoy se hace vida en nuestros labios y en nuestro compromiso de acción pastoral.

Invocamos a Dios como:

PADRE NUESTRO QUE ESTÁS EN LOS CIELOS

porque entendemos a toda la humanidad como una comunidad de hermanos y hermanas, hijos de un mismo y único Padre, nuestro Creador. Por eso, nos unimos en la solidaridad y en la defensa de los derechos humanos y civiles de todas las personas. Al decir “Padre Nuestro”, estamos confirmando nuestra visión de una iglesia y de una sociedad realmente inclusivas, donde nadie sea excluido ni discriminado por su condición social, racial, de género, o por su orientación sexual.

En la acción pastoral y en la promoción social, queremos que se haga realidad la petición

SANTIFICADO SEA TU NOMBRE.

Porque ese “nombre” está en lo más profundo de la naturaleza humana. Somos todos hechos a imagen de Dios, y esa imagen la santificamos en la vida y existencia de cada persona. La pandemia del vih-sida nos está enseñando a ponernos al lado de cuanta persona es herida en su dignidad.

Para que:

VENGA TU REINO,

Como cristianos y cristianas de distintas tradiciones, nos unimos con el propósito de construir, aquí y ahora, una sociedad con valores renovados a la luz del Evangelio, del mensaje liberador de Jesús, que nos llama a colocarnos al lado de todos aquellos y aquellas que necesitan nuestra ayuda para preservar su lugar de respeto y dignidad en nuestra sociedad.

QUE SE HAGA TU VOLUNTAD EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO.

Sabemos que esa voluntad es que trabajemos juntos para vencer los prejuicios y la discriminación que la pandemia del vih-sida ha puesto de manifiesto dentro de las mismas comunidades cristianas, y en nuestra sociedad. Creemos, además, que es voluntad de Dios que terminemos con el silencio cobarde o cómplice, y con la indiferencia ante tanto sufrimiento, y denunciemos así, con respeto pero con firmeza, todo intento de excluir a un hermano o hermana a causa del vih-sida.

DANOS HOY NUESTRO PAN DE CADA DÍA

Y que ese pan sea para todos una fiesta de solidaridad, que permita la construcción de proyectos de vida fundados en la esperanza. Que este compromiso con el pan se concrete en acciones para liberar a muchos de toda forma de opresión, y para que la ignorancia y los miedos no sigan excluyendo a tantos hombres y mujeres de la fiesta de la vida.

PERDONA NUESTRAS OFENSAS, COMO NOSOTROS PERDONAMOS A LOS QUE NOS OFENDEN.

En el contexto de esta pandemia hemos cometido muchas ofensas, por acción o por omisión, por las cuales pedimos perdón. Y queremos que este perdón se transforme en energía para promover la construcción de una comunidad social más fraterna y más justa. Las personas que viven con vih-sida necesitan recibir nuestra sincera y efectiva solidaridad, porque han sufrido y sufren a causa de la ignorancia y de los miedos que aún están presentes en la sociedad de la que formamos parte. Pedimos perdón por esto y expresamos nuestra voluntad de acompañarles, en un pie de igualdad.

NO NOS DEJES CAER EN LA TENTACIÓN

De quedarnos inactivos, de no romper el silencio de nuestras complicidades frente a las injusticias; de mirar hacia otro lado, como si las situaciones a las que son sometidas las personas que viven con vih-sida no nos afectaran a nosotros directamente. En nombre de nuestra fe y de nuestra esperanza, queremos anunciar nuestro compromiso de adentrarnos en esta situación, con el decidido propósito de promover cambios significativos en las actuales estructuras de opresión que dañan la dignidad humana, y de proclamar el mensaje de justicia y de paz de Jesucristo, para que su fuerza de libertad alcance a todos y a todas.

SINO LÍBRANOS DEL MAL,

Porque creemos que las enfermedades no son castigos por pecados o transgresiones contra leyes divinas o humanas. Dios no las quiere ni las envía. Sabemos que Dios, que es amor, no desea ni la pobreza ni la exclusión ni las enfermedades de sus creaturas. Él anhela, siempre y en todo caso, la integridad y la dicha de su Creación.

Sabemos, por eso, que Él llama a todo ser humano, sin distinción, a una plenitud de vida, llena de gozo y de paz, donde no haya más ni lágrimas ni dolor.

PORQUE TUYO ES EL REINO, EL PODER Y LA GLORIA
POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS.
AMÉN.

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